domingo, 20 de julio de 2008

EL PAQUETE DE GALLETAS

Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora.La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo.
Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera.Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
Imprevistamente, la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.
La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió.La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta.La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.
Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete solo quedaba la última galleta.“No podrá ser tan descarado”, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas.Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad.Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.- ¡Gracias! - Dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.- De nada. - Contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.Entonces el tren anunció su partida…
La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón.Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en él andén y pensó:“¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!”Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado.Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas INTACTO.
Cuantas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones.Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente a personas y situaciones, y sin tener aun el por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.
Así, por no utilizar nuestra capacidad de autocrítica y de observación, perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar situaciones, haciendo crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación.Nos inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca ocurrirán.
Mateo 6:34 “Así que, no os congojéis por el día de mañana”

EL FOCO

Lectura: Colosenses 3:1-11
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. --Colosenses 3:2.
El piloto misionero Bernie May escribe: "Una de las lecciones más difíciles de enseñar a los pilotos nuevos sobre el aterrizaje en pistas cortas y peligrosas es que mantengan la mirada en la parte buena de la pista y no en la peligrosa. La tendencia natural es concentrarse en el obstáculo, el peligro, aquello que está tratando de evitar. Pero la experiencia nos enseña que un piloto que mantiene la mirada en el peligro, tarde o temprano cae en él."
Esto me pone a pensar en un principio espiritual que hay en la Biblia. En vez de concentrarnos en los pecados que queremos evitar, se nos dice que enfoquemos la mirada en las acciones positivas que Cristo desea para nosotros. Pablo dijo a los cristianos de Colosas: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:2). Hemos de descartar viejas maneras de pensar y actuar (vv.5-9) y "vestirnos" de nuevas maneras de vivir (vv.10-17).
Bernie May lo resume diciendo que los pilotos experimentados concentran su atención firmemente en el tramo que quieren que el avión siga, y mantienen los peligros únicamente en la visión periférica.
Cuando Cristo y sus intereses sean el foco de nuestra vida, el atractivo de la vida antigua se quedará en el rabillo del ojo mientras nos proponemos aterrizar firmemente en el centro de la voluntad de Dios.
LOS QUE FIJAN LA MIRADA EN EL CIELO NO SE DISTRAEN CON LAS COSAS DE LA TIERRA.