domingo, 28 de noviembre de 2010

AYUDA CON UN JONRON

Lectura: 1 Pedro 4:7-11.
"Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" 1 Pedro 4:10
Sara Tucholsky, jugadora de softball para la Universidad Western Oregon, bateó el primer jonrón de su vida en un juego contra Central Washington. Pero casi no logra crédito alguno por ello. Al correr a primera base, ¡de la emoción se olvidó tocarla! Cuando dio media vuelta para corregir su error, se lastimó la rodilla. Llorando, regresó muy lentamente a la base. Según las reglas, ella tenía que tocar las cuatro bases por su cuenta para que se contara un jonrón. Sus compañeras de equipo no podían ayudarla en ninguna manera.
Luego, Mallory Holtman, la jugadora de primera base del equipo contrincante, se pronunció: «¿Estaría bien si la llevamos en brazos?» Después de consultarlo, los árbitros estuvieron de acuerdo. Así que Mallory y otra compañera de equipo juntaron sus manos a modo de silla y llevaron a Sara a cada una de las bases. Para cuando terminaron la ronda, muchos estaban llorando ante este desprendido acto de compasión, y a Sara se le contó el jonrón.
La lección para los seguidores de Cristo es clara. Cuando nuestros compañeros de la fe tropiezan y caen, tenemos que seguir el ejemplo de estas jugadoras. Tendámosles la mano. Levantémoslos y llevémoslos en nuestros brazos. Es una maravillosa oportunidad para «min[istrar] a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios (1 Pedro 4:10).
Nadie que aligera las cargas de otro es inútil en este mundo. - Charles Dickens

EL TIEMPO DE TOMAS

Juan 20:24-28
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! —Juan 20:28

Un joven estaba luchando con su fe. Después de crecer en un hogar donde le amaron y le criaron de una manera piadosa, permitió que las malas decisiones y las circunstancias le alejaran del Señor. Aunque había afirmado conocer a Jesús cuando era un niño, ahora luchaba con la incredulidad.

Un día, mientras hablaba con él, le dije: «Sé que caminaste con el Señor por largo tiempo, pero justo ahora no estás tan seguro acerca de Jesús y la fe. ¿Puedo decirte que creo que te encuentras en el ‘tiempo de Tomás’ en tu vida?»

Él sabía que Tomás era uno de los doce apóstoles y que había confiado abiertamente en Cristo por varios años. Le recordé a este joven que, después de la muerte de Jesús, Tomás dudó de que Él realmente hubiese resucitado de la tumba. Pero ocho días después el Señor se le apareció a Tomás, le mostró Sus cicatrices y le dijo que dejara de dudar y creyera. Finalmente, listo para abandonar sus dudas, Tomás dijo: «¡Señor mío, y Dios mío!»

¿Será posible que te encuentres en el «tiempo de Tomás»; es un momento en el que te parece difícil sentirte cerca de Jesús, tal vez incluso dudando de Él? Jesús está esperándote. Extiende tu brazo y toma Su mano marcada por los clavos.