viernes, 13 de febrero de 2009

¿VAS A SERVIR AL SEÑOR?

¿Vas a servir al Señor
de corazón, alma y cuerpo
sirviéndole con amor
en todo tu pensamiento?

¿Vas a decirle: Mi Dios
Gracias, por ser Tú mi dueño,
por llevarme a aquella Cruz
que miraba yo de lejos?

¿Vas a cantar con tesón
Y alabarle con anhelo?
¿Vas a estar en comunión
Mirando siempre al maestro?

¿Vas a estar en oración
Arrodillado en el suelo,
Con las manos levantadas
En dirección hacia el Cielo?

Si es así, ¡¡que bendición
Te proporciona el maestro!!
¡¡Cómo demuestra su amor
Mostrándote lo correcto!!

¡¡Cómo te quiere el Señor!!
Cómo siembra en ti el anhelo
De querer siempre agradar
Al que eliminó lo muerto,

De tu mente, de tu vida
Del corazón, alma y cuerpo,
Y sembró una vida nueva,
En tu corazón tan yermo.

Y deseos de caminar
Y de mirar al Eterno,
Y de su nombre alabar
En todo lugar y tiempo.

¡¡Como te quiere el Señor!!
¡¡Vaya joya que Él ha puesto
Para brillar en la tierra
Con luz que viene…. del Cielo!!

EL ÚLTIMO ABISMO

El poema fue creación de un alma juvenil, confundida y traspasada de problemas. «Tinieblas —dice el primer verso—, vengan y llévenme al último abismo, donde el dolor y el odio, y la ira y la guerra, ya no queman más.»

Y siguiendo ese mismo tono, la poesía, compuesta de versos graves y tristes, termina con: «El amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.» Así concluyó Elisabeth Garrison, de dieciséis años de edad, su poema. Su dolor, expresado en verso, explica el crimen que acababa de cometer. Elisabeth Garrison acababa de matar a su madre.

El alma del poeta se conmueve con las emociones más extremas. Ve la vida con ojos penetrantes, y reacciona de modo diferente al común entre los mortales.

Elisabeth no se llevaba bien con su madre. Las dos nunca se habían entendido, y a los dieciséis años de edad, en medio de la desesperación, Elisabeth mató a su madre. Inmediatamente después, todavía en su cuarto, la joven compuso esos versos. En ellos pedía que se le llevara al «abismo final, donde el dolor cesa. Porque —¡y qué expresión de una muchacha de apenas dieciséis años de edad!— el amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.»

Ante esto nos preguntamos: ¿A qué profundidad de dolor, de desesperanza, habrá llegado la persona que dice que el amor es su enemigo, y que luego mata al ser más querido que tiene? Llegar a ese extremo es lo más desastroso que el ser humano pueda conocer. Y sin embargo hay muchas personas que han caído en ese abismo.

Cuando el dolor se vuelve insoportable, cuando la desesperación nos ahoga, ese es el momento de clamar: «¡Señor, te necesito; por favor, ayúdame!»

El salmista David sufrió, así también, sus momentos de angustia. Escuchemos uno de sus clamores: «¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.» Con esa ansiedad comienza David el Salmo 7, pero concluye con optimismo: «Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto… ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!»

Aprendamos del salmista que siempre podemos encontrar refugio en Dios. Cuando todo en esta vida nos consume, siempre queda Dios. Y con tal que lo busquemos con toda sinceridad, Él siempre nos responderá. Pongamos nuestra confianza en Dios. Él jamás nos defraudará.

¿POR QUÉ DUDAR?

Daniel Nuño

Cuando a veces la duda me acosa
y me encuentro en temores sumida:
Mi alma triste, ni ve, ni reposa,
y se amarga y aburre mi vida

mas... ¿por qué?... ¿Dónde está el fundamento
de mis dudas, en mi corazón,
cuando hace tan sólo... momentos
que gozaba esta gran Salvación?

Jesucristo es el mismo de siempre;
no hay razón de temor, ni de duda
pues el Dios que me salva y protege
es Amor, y tan fiel que no muda.

El perdón que su Gracia me ha dado
estoy cierto que no perderé.
Mi castigo, Su amor lo ha pagado;
y hoy alienta y sostiene mi fe.

Me ha cogido muy fuerte su mano
y yo sé que jamás cambiará
y aunque yo sea débil y humano
siempre amante, me protegerá.

Esa duda que a veces me aplana,
la produce mi falta de fe.
Cuando al ver mis flaquezas humanas
temo necio, que me perderé.

Mas el bien que me da el Dios Eterno,
en la cruz fue por Cristo sellado;
y ni el mundo, Satán, ni el infierno
me podrán separar de su lado

Esta firme promesa yo creo
porque aquí en su Palabra la leo.

(Señalando la Biblia)

PRODUCE PERLAS

En la parte interna de la concha de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra, las células del Nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y más capas, para proteger el cuerpo indefenso de la Ostra.

Las Perlas son productos del dolor; resultados de la entrada de una sustancia extraña o indeseable en el interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena.

Como resultado, una linda perla se va formando. Una Ostra que no fue herida, de algún modo, no produce perlas, pues las perlas son heridas cicatrizadas… Las perlas son heridas y curadas!!

Te has sentido herido por el engaño y rechazo de alguien que tu en verdad amabas…?
Te has sentido herido por palabras crueles o duras de alguien?
Tus ideas ya fueron rechazadas o mal interpretadas?
Ya sufriste los duros golpes del prejuicio?
Ya recibiste el intercambio de la indiferencia?

“Entonces produce una perla”

Cubre tus heridas con varias capas de amor. Infelizmente, son pocas las personas que se interesan por hacer esto.

La mayoría aprende sólo a cultivar resentimientos, dejando las heridas abiertas, alimentándolas con varios tipos de sentimientos pequeños y pensando solo en lo que sucedió o en la persona que te dejo o lastimó y, por lo tanto, no permitiendo que cicatricen.

Así, en la practica, lo que vemos son muchas “Ostras Vacías”, no porque no hayan sido heridas, sino porque no saben perdonar, comprender, dejar el pasado atrás y transformar el dolor en amor.

Una sonrisa, una mirada, un gesto, en la mayoría de veces, habla mas que mil palabras…

¡YA ES HORA! ¡EMPIEZA A PRODUCIR PERLAS EN TU VIDA!

Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas, y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas. 1 Crònicas 29:17.

Y el Señor le respondió: Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo. Exodo 33:19.