sábado, 26 de noviembre de 2011

JEREMIAS 29: 13

SEMBRAR PARA COSECHAR

Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.

- ¿Qué vendes aquí?, le preguntó.

- Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios.

Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear.

- Deseo Paz de Espíritu, Amor, Felicidad, Sabiduría y ausencia de todo temor....

Tras un instante de vacilación, añadió:

- No sólo para mí, sino para todo el mundo......

Dios se sonrió y le dijo:
- Creo que no me has comprendido.
- Aquí no vendemos frutos, únicamente vendemos semillas.

- Para sembrar una planta hay necesidad de romper primero la capa endurecida de tierra y abrir los surcos; luego, desmenuzar y aflojar los trozos que aún permanecen apelmazados, para que la semilla pueda penetrar, regando abundantemente para conservar el suelo húmedo y entonces......

- ¡Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan!.

En la misma forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el corazón humano, "roturando" la costra de la indiferencia que la rutina ha formado, removiendo los trozos de un egoísmo mal entendido, desmenuzándolos en pequeños trozos de gestos amables, palabras cálidas y generosas, hasta que con soltura, permitan acoger las semillas que diariamente podemos solicitar "Gratis" en el almacén de Dios, porque Él mantiene su supermercado en promoción.

Son semillas que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre, como regó Él nuestra redención y !como tantos compatriotas han fecundado nuestro suelo!.

- En un trabajo de Fe y Esperanza, de perseverante esfuerzo, mientras los frágiles retoños, se van transformando en plantas firmes capaces de dar los frutos anhelados...

Hay que saber sembrar para cosechar.

RECUERDA A JUAN

Lectura: 2 Reyes 5:1-15.
"He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel" 2 Reyes 5:150
Juan es un hombre humilde y analfabeto; sin embargo, Dios lo utilizó para iniciar el proceso de paz en Mozambique. Su nombre no se menciona en ningún documento oficial; lo único que hizo fue organizar un encuentro entre dos de sus conocidos: el embajador de Kenia Bethuel Kiplagat y un mozambiqueño. Pero esa presentación desencadenó los acontecimientos que condujeron a un tratado de paz, después de diez años de guerra civil.
Como resultado de esa experiencia, el embajador Kiplagat aprendió lo importante que es respetar a todas las personas. «Uno no desestima a la gente por ser inculta, por ser negra, por ser blanca, por ser mujer, por ser vieja o joven. Todo encuentro es algo sagrado, y debemos valorarlo —dijo el embajador. —Uno nunca sabe qué enseñanza puede haber allí».
La Biblia confirma que esto es cierto. Naamán era un gran hombre en Siria cuando se enfermó de ese terrible mal que es la lepra. Una joven sierva, a quien él había capturado, le dijo a su esposa que el profeta Eliseo podía curarlo. Como Naamán estuvo dispuesto a prestarle atención a esta humilde muchacha sirviente, se salvó de morir y llegó a conocer al único Dios verdadero (2 Reyes 5:15).
El Señor suele hablarnos a través de aquellos a quienes pocos están dispuestos a escuchar. Para oír a Dios, asegúrate de escuchar a los humildes.
Dios utiliza personas comunes para llevar a cabo Su plan, que es fuera de lo común.