sábado, 13 de septiembre de 2008

¿CUALES SON TUS SUEÑOS?

Es muy fácil minimizar los sueños. Si los tomamos como algo sin importancia, los sueños perderán su poder y potencial. Muchas voces a tu alrededor van a sugerir que es más acertado hacerle caso a los realistas y a los prácticos.

Los visionarios suelen ser personas que incomodan a otros cuando deciden hablar de sus sueños y mucho más cuando esos sueños se cumplen. Es por eso que muchos prefieren anular las visiones de los soñadores.

Todos los que cumplieron sus sueños tuvieron que callar esas voces que los invitaban a pensar que estos no eran cosa seria. Por eso, la clave para que los sueños no se deshagan es tomarlos muy en serio.

Un breve sueño bien concebido puede desencadenar una potente fuerza creadora en otras personas y así, sueño a sueño, se pueden transformar mil realidades. De todas las características que poseemos, soñar es una de las más semejantes a la imagen de Dios. No somos solo un cúmulo de moléculas ni de células; tampoco una suma de instintos repetibles innatamente. Podemos soñar y eso es algo seriamente planeado por Dios. Él nos dio esa capacidad como rasgo fundamental de nuestra creación. Soñar equivale a crecer, conquistar, crear, arreglar y mejorar. Los sueños son una energía necesaria para mantener y refrescar la creación a nuestro alrededor. Ellos nos permiten ver lo invisible, creer lo increíble y lograr lo imposible. Por eso es que cuando soñamos podemos sentirnos completos en el Señor. Los sueños muchas veces son revelaciones de Dios, por eso hay que encararlos con pasión, compromiso y esfuerzo. Si así lo hacemos, vendrán los días en que se cumplirán estas visiones.

Punto de reflexión

Cuando sueñas despierto, ¿qué es lo que más anhelas?
¿Por qué a Dios le gusta que soñemos?
¿Qué sueños aún no has podido alcanzar? ¿Cuáles ya has alcanzado?
Muchas personas se han olvidado de soñar y crear pensamientos positivos acerca de un futuro con éxito y victorias ¿A quién podrías ayudar a despertar al anhelo de soñar con Jesús?

Ezequiel 12:23. Ya vienen los días en que se cumplirán las visiones.

NO OLVIDES DE DONDE VIENES

Las personas piensan con frecuencia que los cirujanos del corazón son las divas de la arrogancia del mundo de la medicina.
Pero aquellos que conocen al doctor William DeVries, el cirujano pionero del corazón artificial, no pudieran estar en mayor desacuerdo.
Sus compañeros en el Hospital Humana Audubon en Louisville, Kentucky, describen al doctor DeVries como el tipo de médico que se presenta los domingos solo para animar a sus pacientes descorazonados. En ocasiones cambia su atuendo, a lo considerado por tradición como un trabajo de enfermera, y si el paciente desea que se quede un poco de tiempo y converse, él siempre lo hace.
DeVries expresa que los amigos son unos “zapatos viejos” que encajan con lo que lleves puesto. A él le gusta ponerse botas de vaquero con su atuendo de cirugía, y a menudo repara los corazones a son de Vivaldi o jazz.
Él siempre ha tenido una sonrisa acechando -dice un cardiólogo de Louisville, doctor Robert Gooding-, y siempre busca la forma de mostrarla.
No importa cuán alto subas, nunca olvides que comenzaste el nivel más bajo. Incluso si naciste entre gran fortuna y privilegios, fuiste un bebé indefenso. El verdadero éxito no viene por pensar que has llegado al lugar donde otros deban servirte, sino en reconocer que cualquiera que sea tu ubicación, has llegado a una posición donde puedes servir a los demás.
No le pidas a Dios lo que piensas que es bueno; pídele aquello que Él considera bueno para ti.

EL ASFALTO DEL CIELO

Lectura: Apocalipsis 21:14-21
. . . la calle de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente. --Apocalipsis 21:21.
Se cuenta la historia de un minero que encontró oro y llevaba su bolsa de pepitas con él a todas partes. Un día murió y fue al cielo, y todavía llevaba sus queridas pepitas de oro. Cuando llegó, un ángel le preguntó por qué llevaba asfalto. "Esto no es asfalto --explicó--. Es oro." A lo cual el ángel contestó: "En la tierra le llaman oro, pero aquí en el cielo lo usamos para pavimentar nuestras calles."
Claro que sólo se trata de una historia chistosa. Pero nos lleva a pensar en lo que consideramos valioso. . . y lo que verdaderamente vale para Dios.
Lo que más me impresiona de Apocalipsis 21 es la descripción de la calle del cielo: es "de oro puro, como cristal transparente" (v.21). Valoramos el oro como el más precioso de todos los metales, y lo usamos para fabricar nuestras más queridas posesiones. En el cielo vamos a caminar sobre él. ¡Qué cambio!
Las cosas que valoramos aquí en la tierra no se valorarán tanto en el cielo: las cosas innecesarias que compramos y coleccionamos, las carteras de valores y las cuentas bancarias, la admiración y la fama. Cuando llegue el momento de decir adiós a la tierra, ¿qué valor van a tener?
Las posesiones terrenales son temporales. Recuerda: nuestra verdadera riqueza está en el cielo.
LAS PERSONAS MÁS RICAS DE LA TIERRA SON LAS QUE ACUMULAN TESOROS EN EL CIELO.