viernes, 17 de septiembre de 2010

UNA UNIÓN PERFECTA

El día martes se dieron el «sí». Intercambiaron votos y promesas nupciales, intercambiaron anillos y se unieron para siempre en matrimonio: un matrimonio que ellos sabían duraría hasta que la muerte los separara. Sus corazones estaban unidos, sus voluntades fundidas en una sola, sus almas una misma.

Un día después, el miércoles, Victoria Ingram, de treinta y ocho años de edad, donó uno de sus riñones a su nuevo esposo Randall Curlee, un diabético de cuarenta y seis años. No sólo sabían compartir corazones sino también órganos internos.

El doctor Roberto Méndez, de San Diego, California, realizó el trasplante. Fue muy interesante el comentario del cirujano. «Victoria —dijo él— es la persona más desinteresada que conozco. ¡Es increíble!»

He aquí un matrimonio que da el ejemplo. Comparten absolutamente todo en la vida: su corazón, su voluntad, su alma, su destino, su casa, sus haberes, su cuenta bancaria y todos los gastos conjuntos del matrimonio. Encima de todo eso, ahora habían de compartir un riñón. ¡Unión perfecta!

Ese matrimonio se había formalizado para durar toda la vida. No se habían casado por uno o dos años nada más sino tal como Dios lo estableció desde el principio: para siempre. Y siempre quiere decir, sin excepción alguna, siempre.

Hay quienes alegan que una solución es el divorcio. Pero si acaso es una solución, es también una mutilación. Es más, cuando un brazo o una pierna se gangrenan y hay que recurrir a la amputación, siempre es, como quiera, una mutilación.

Ningún matrimonio debe llegar al naufragio. Y un divorcio es un naufragio en que todos pierden: se pierde el matrimonio, se pierden los hijos, se pierde el hogar, se pierde la familia, se pierde la sociedad. Nadie gana en un divorcio.

¿Se puede evitar un divorcio inminente? Claro que sí. Se evita cultivando aquellos valores que enriquecen el matrimonio: el amor, sobre todas las cosas, después la simpatía, el compañerismo, la honra y la ayuda mutuas, la comprensión, la comunicación, y el perdón siempre listo a pedirse y a darse.

Por encima de todo, si el matrimonio ha de ser feliz y duradero, es imprescindible que los cónyuges tengan los mismos valores espirituales. Cuando marido y esposa se entregan de corazón a Jesucristo y lo hacen el Señor de su vida, de su matrimonio y de su hogar, lo único que los podrá separar es la muerte.

Rindámosle nuestra vida a Cristo, y veremos que Él se encargará de que nuestro matrimonio sea una unión perfecta.

Hermano Pablo

EL CRISTIANO PENSANTE

Lectura: 2 Corintios 10:1-11.
"Derribando argumentos y… llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" 2 Corintios 10:5
La biografía que hizo David McCullough de John Adams, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos y uno de sus primeros presidentes, describe a éste como «tanto un cristiano devoto como un pensador independiente y no veía conflicto alguno en ello». Esa declaración me deja pasmado, por cuanto conlleva una nota de sorpresa, sugiriendo que los cristianos son de algún modo ingenuos o poco preparados y que la idea de un «cristiano pensante» es una contradicción.
Nada podría estar más lejos de la verdad. Uno de los grandes beneficios de la salvación es que hace que la paz de Dios guarde la mente del creyente (Filipenses 4:7), lo cual puede fomentar el pensamiento claro, el discernimiento y la sabiduría. Pablo describió esto en su segunda carta a la iglesia de Corinto cuando escribió que en Cristo estamos equipados para «derriba[r] argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y lleva[r] cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:5).
Pasar un argumento por el tamiz, adoptar la claridad del conocimiento de Dios y alinear nuestro pensamiento con la mente de Cristo son habilidades valiosas cuando se vive en un mundo que carece de discernimiento. Estas habilidades nos capacitan para usar nuestras mentes representando a Cristo. Todo cristiano debe ser un cristiano pensante. ¿Lo eres tú?
La fe nunca tuvo la intención de ser un sustituto de la inteligencia.