sábado, 10 de abril de 2010

DEMASIADO FANGO

Ya hay demasiado fango en el sendero, no le amontones más.
Es ingrata tarea el hacer resbalar a los demás.

Ya hay demasiado barro por la vida para que tú eches más.
Sé tú de los que aparten ese barro para no salpicar a los demás.

Ya hay demasiadas sombras por el mundo, ya no le pongas más.
Haz tu vida tan clara y luminosa que evites tropezar a los demás.

Hay tanta podredumbre dondequiera que no es justo que tú la aumentes más;
echa a andar tu pureza sin temores, y entonces vivirás …

Francisco Estrello

Somos luz y sal en la tierra. Con sólo decidir no ser parte del grupo que de todas maneras lo hace, ya es suficiente. Estás llamado para marcar diferencia.

Luz está sembrada para el justo, Y alegría para los rectos de corazón. Salmo 97:11

Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; Es clemente, misericordioso y justo. Salmo 102:4

SU PARTE, NUESTRA PARTE



Lectura: Josué 1:1-9.
"Ahora, pues, levántate y pasa este Jordán… no te dejaré, ni te desampararé" Josué 1:2-5
Siempre que el Señor nos asigna una tarea difícil, nos da lo que necesitamos para llevarla a cabo. Juan Wesley escribió. «Entre las muchas dificultades al inicio de nuestro ministerio, mi hermano Carlos a menudo decía: ‘Si el Señor me diera alas, volaría’. Yo solía responder: ‘Si Dios me pide que vuele, yo confiaré en que Él me dará las alas’».
El pasaje de hoy nos dice que a Josué le entregaron un cargo de gran responsabilidad. Sin duda alguna, la magnitud del desafío que tenía por delante le hizo temblar de miedo. ¿Cómo podría alguna vez seguir a semejante líder como Moisés? Sería imposible que guiara al pueblo a la Tierra Prometida con sus propias fuerzas. Pero junto con las órdenes de marchar, el Señor le dio una promesa de seguridad y tranquilidad: «No te dejaré ni te desampararé» (Josué 1:5). Luego dijo: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (v. 9). Tales palabras de tranquilidad fueron el respaldo que necesitaba Josué.
Si Dios te ha encomendado para que realices alguna tarea especial que te atemoriza, es tu responsabilidad entrar de lleno en ella. Dependerá del Señor que la culmines. Si haces tu parte fielmente, Él hará la Suya.
A donde Dios nos guía , allí nos provee.

DE CUERPO MUERTO, NUEVA VIDA

No dieron mucha esperanza de vida. El accidente había sido horrible. En las carreteras de Alemania se corre a velocidades exorbitantes y, cuando hay algún choque, es siempre desastroso. Así había sido éste en la cercanías del pueblo de Altdorft, Alemania.

De tres personas que venían en el automóvil, Marion Ploch fue la única que sobrevivió. Su situación era crítica porque además de haber quedado toda mutilada, traía en el vientre una criatura de tres meses de gestación. Los médicos hicieron todo lo posible por salvarla, pero su cuerpo no resistió.

Quedaba, entonces, el problema de la criaturita. ¿Podrían salvar al bebé? Había una sola manera: mantener artificialmente con vida el cuerpo de Marion hasta que la criatura naciera.

Así procedieron. Mantuvieron a la madre con vida hasta que dio a luz por cesárea a su hijito. Para entonces Marion Ploch, aquella madre de dieciocho años de edad, había estado muerta seis meses. Este es otro caso increíble de la ciencia moderna.

Lo más triste en la vida es ver un sueño morir sólo porque antes de que tiene la oportunidad de nacer, nosotros nos damos por vencidos. Esas son las veces en que, en medio de alguna tragedia, por no seguir la lucha, por no tener fe en nosotros mismos, por no pedirle ayuda a Dios, dejamos de batallar, y lo que pudiera ser fuente de alguna gran obra queda muerto en los escombros de la desilusión.

Muchas de las obras musicales del gran maestro Ludwig Van Beethoven jamás habrían nacido si el gran maestro de la música le hubiera dado más importancia a su condición física que a su pluma. Fue autor de treinta y dos sonatas, diecisiete cuartetos, nueve sinfonías, varios conciertos y otras muchas obras de una expresión incomparable. ¡Y todo esto mientras luchaba con la pérdida de su oído! Su infortunio era más que suficiente para haber abortado toda vida musical, pero Beethoven no se dio por vencido. Siguió dándole al mundo su arte aun cuando sus oídos estaban muertos.

De la muerte puede nacer nueva vida. La desventura puede ser fuente de nueva visión. La desgracia puede producir la victoria. No perdamos la fe.

La lección más grande es la del Calvario. No hubiera habido resurrección sin un Calvario. Y la muerte de Cristo ha sido la vida de millones de personas.

No perdamos la fe. Levantemos la vista al cielo. Cristo nos tomará de la mano para que crucemos juntos el valle de la desilusión. Él puede y quiere resucitarnos.

Hermano Pablo