jueves, 5 de noviembre de 2009

MAS QUE ATOMOS

Dos jóvenes hermanos se involucraron en una competencia continua por la superioridad. Allan de nueve años, explicaba a Roberto, de cuatro, la ciencia de la materia viva, muy complacido de su ventaja por estar en tercer grado.
Pronto, se desató una algarabía, con gritos de ¡Yo no! y ¡Tú también!, que se escuchaban por toda la casa. Roberto corrió llorando al encuentro con su madre.
-Mami… ¿está todo formado por átomos?
_Sí, así es.
-Entonces -dijo-, ¡estoy hecho de átomos!
-Él tienen razón, cariño. Todo en el mundo está compuesto por átomos.
Rob se tiró al piso, sollozando como si se hubiera roto el corazón. Su intrigada mamá lo tomó en brazos y lo estrechó fuertemente.
-A ver, ¿qué está pasando?
- ¡No es justo! -chilló-. No quiero estar hecho de Allans. Quiero estar hecho de Robertos.
Todos queremos reconocimiento a nuestra exclusividad. Sin embargo, nuestro valor propio no debe depender del lugar que ocupemos en la sociedad, de la opinión de otros hacia nosotros o de nuestras propias comparaciones con los demás. Nuestra autoestima debe cimentarse en el hecho de que Dios nos creó con extremo cuidado y nos ha llamado Su buena creación.
En su omnisciencia, todos estamos hechos de las sustancias correctas. Nuestro valor propio viene entonces de cómo las utilizamos, en el servicio a nuestras familias y comunidades, ejercitando los dones creativos y estando en unidad con Dios. Ni la categoría más alta a los ojos de los hombres, puede igualar la recompensa por obedecer la voluntad de Dios. Es así como nos elevamos a mucho más que una simple colección de átomos.
Gálatas 6:4
Pero que cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo para gloriarse solamente con respecto a sí mismo, y no con respecto a otro.

PROCEDIMIENTO EXPLORADOR

Lectura: Hebreos 4:11-16.
"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz,... y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" Hebreos 4:12
Tengo un amigo que recientemente se sometió a una laringoscopia. Se me crispó el rostro de dolor mientras él explicaba cómo su doctor tomó una cámara con una luz en un extremo y la introdujo por su garganta para tratar de encontrar la causa de su mal.
Esto me recordó que la Palabra de Dios es como una laringoscopia. Invade las áreas de nuestras vidas que no se pueden ver, exponiendo el tejido espiritual enfermo y dañado que nos atribula. Si se te crispa el rostro de dolor ante la idea de lo incómodo que podría ser este procedimiento divino, considera las palabras de Jesús: «Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas» (Juan 3:20). Puede que las intrusiones internas sean incómodas pero, ¿realmente quieres estar enfermo?
Darle la bienvenida a la Palabra de Dios para que penetre en los lugares profundos y oscuros de nuestros corazones es la única manera de encontrar verdadera sanidad y la salud espiritual que anhelamos. Créame, el procedimiento será concienzudo. Tal y como lo asegura el autor de Hebreos, la Palabra de Dios es «más cortante que toda espada de dos filos» (4:12), cortando todo a su paso desde los aspectos externos de nuestras vidas, hasta llegar a nuestros pensamientos, intenciones y motivos.
Entonces, ¿qué estás esperando? No necesitas tener una cita con la Palabra de Dios. ¡El cirujano divino estará listo cuando tú lo estés!
Que la Palabra de Dios explore tu ser interior.