Hay una práctica que me gusta aplicar, se llama empatía. Y el aplicarla me permite acercarme más al carácter del Señor. Me gusta ponerme en los zapatos de mis hermanos y el hacerlo hace que crezca el amor de Cristo en mí. Admito que en ocasiones el tener esta empatía, afecta mi relación con mi yo, y en otras muchas ocasiones afecta también mi comodidad. Pero, he comprendido que lo que siembras, eso mismo cosecharás. Y si yo tuviese empatía con mis hermanos, de una u otra manera el Señor lo sumará a mi cuenta.
Me gusta extender la mano al necesitado, porque a mí me extendieron la mano y sé lo duro que es encontrar alguien con el amor de Cristo dispuesto a ayudarte. Me gusta desprenderme de lo mío con tal de dar una sonrisa o aliento a un hermano, al fin y al cabo sé que mi Padre me sustenta. Me intereso por aquellos hermanos que el Señor pone en mi camino, tal vez no sea su Líder o Pastor, pero a mi Dios le agrada que les cuide. Me gusta dar la milla extra, pues sé que hay un Dios justo en el cielo que hará que llegué pronto a mi destino. Me gusta estar atento a las tareas que me asigna mi Jefe, púes deseo que mis subordinados se agraden en servirme.
Acostumbro escuchar toda palabra que me habla mi Señor, pues sé que si ha caído en tierra fértil, a su tiempo le cosecharé. Acostumbro agradecerle a mi Dios por toda dadiva, por pequeña que me parezca, aunque en ocasiones pareciera que no hay nada que agradecer, púes sé que como Padre; Él quiere un hijo agradecido.
En muchas ocasiones he acatado órdenes que no son de mi agrado, pero sé que a mi Dios le agrada que respete su autoridad y Él hará que respeten en su momento la mía. En muchas ocasiones no estoy de acuerdo con los designios de mis padres, más sin embargo debo sujetarme, no sea qué en mi descendencia exista rebeldía. En muchas ocasiones he sometido esa carne que tanto adoraba, pero Él ha sido justo y hoy puedo fluir en el espíritu.
Es muy simple, siembra amor, cosecharás amor. Siembra indiferencia, segarás indiferencia. No pretendas cosechar bendición, cuando solo maldición ha salido de tu boca. No pretendas segar rojos tomates, donde has regado solo espinos.
Yo te invito hermano a seguir trabajando esa tierra con amor, a que día a día la riegues con empatía y a su tiempo lo que te ha costado sudor y lagrimas; con gozo segarás. “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.” Salmos 126:5-6
¿Ahora dime, has estado sembrando fruto digno o solo regado tus viejos espinos?
Me gusta extender la mano al necesitado, porque a mí me extendieron la mano y sé lo duro que es encontrar alguien con el amor de Cristo dispuesto a ayudarte. Me gusta desprenderme de lo mío con tal de dar una sonrisa o aliento a un hermano, al fin y al cabo sé que mi Padre me sustenta. Me intereso por aquellos hermanos que el Señor pone en mi camino, tal vez no sea su Líder o Pastor, pero a mi Dios le agrada que les cuide. Me gusta dar la milla extra, pues sé que hay un Dios justo en el cielo que hará que llegué pronto a mi destino. Me gusta estar atento a las tareas que me asigna mi Jefe, púes deseo que mis subordinados se agraden en servirme.
Acostumbro escuchar toda palabra que me habla mi Señor, pues sé que si ha caído en tierra fértil, a su tiempo le cosecharé. Acostumbro agradecerle a mi Dios por toda dadiva, por pequeña que me parezca, aunque en ocasiones pareciera que no hay nada que agradecer, púes sé que como Padre; Él quiere un hijo agradecido.
En muchas ocasiones he acatado órdenes que no son de mi agrado, pero sé que a mi Dios le agrada que respete su autoridad y Él hará que respeten en su momento la mía. En muchas ocasiones no estoy de acuerdo con los designios de mis padres, más sin embargo debo sujetarme, no sea qué en mi descendencia exista rebeldía. En muchas ocasiones he sometido esa carne que tanto adoraba, pero Él ha sido justo y hoy puedo fluir en el espíritu.
Es muy simple, siembra amor, cosecharás amor. Siembra indiferencia, segarás indiferencia. No pretendas cosechar bendición, cuando solo maldición ha salido de tu boca. No pretendas segar rojos tomates, donde has regado solo espinos.
Yo te invito hermano a seguir trabajando esa tierra con amor, a que día a día la riegues con empatía y a su tiempo lo que te ha costado sudor y lagrimas; con gozo segarás. “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.” Salmos 126:5-6
¿Ahora dime, has estado sembrando fruto digno o solo regado tus viejos espinos?