viernes, 11 de septiembre de 2009

JUAN 8:32

CORO DE LA PAZ

CORO DE LA PAZ

EL REY YEL MENDIGO

En unas tierras lejanas, existía un Rey muy sabio y bondadoso; cierto día el rey había salido a pasear por los jardines de su castillo, pero para su sorpresa, junto al camino estaba un mendigo que clamaba a fuerte voz misericordia, ya que tenía días sin comer y no poseía dinero para comprar. El rey movido a misericordia se acercó a auxiliar a aquel mendigo, pero sabiamente le preguntó, qué tenía él para ofrecerle a su rey; el mendigo sorprendido notó que cargaba un saco de mazorcas que había recogido en el campo, y solamente sacó dos mazorcas de todas las que tenía, para dárselas al rey, pues pensaba que este no tendría necesidad de sus dádivas, pues era un rey y vivía cómodamente en el palacio, saciándose de los mejores manjares.
El Rey ante la actitud miserable del mendigo y para darle una lección por ser tan duro de corazón, mandó a sus sirvientes que le trajesen un saco de monedas de oro e igualmente sacó sólo dos monedas de oro y se las diò al mendigo.
La moraleja de esta historia nos hace reflexionar. “Si el mendigo le hubiese dado, mas mazorcas ò todo el saco de mazorcas al rey, hubiese recibido de la misma manera, mas monedas de oro ò todo el saco de monedas”
Así, nos pasa muchas veces en nuestra relación con Dios, pues el rey de esta historia se puede comparar al Rey de la plata y del oro, que es Dios Nuestro Padre, el cual exige a sus hijos dar de la misma manera que reciben; ya que muchas veces asistimos a la iglesia y nos duele sacar dádivas para Dios, y sólo damos “pequeñeces”, pues pensamos que Dios no necesita de nuestro dinero, y luego nos quejamos porque lo que nosotros recibimos no nos alcanza para nada, y terminamos insatisfechos por lo que Dios nos da; pero no debemos olvidar nunca una ley que Dios mismo dijo en su palabra, y que es la regla de oro de la bendición: “Dad y se os dará”.
Por eso, la próxima vez que vayas a darle algo a Dios, con tu diezmo, ofrenda, ò primicia, hazlo de todo corazón, dándole lo mejor a Dios, como hizo Abel, y Dios mismo mirará tu ofrenda con agrado, y te bendecirá de la misma forma.
“Por esto os digo: el que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”I Corintios 9: 6 -7
Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir. Luc 6:38
Reflexión enviada por Julie Pauline.

LLAMADA

Lectura: Romanos 12:3-8.
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada,… úsense” Romanos 12:6
En septiembre del 2001, Lisa Jefferson tuvo una inesperada oportunidad de ser usada por Dios. Su ahora muy conocida conversación de 15 minutos con un pasajero en el vuelo 93 de la línea aérea United cambió para siempre la dirección de su vida. En su libro Called (Llamada), ella enfatiza que sus habilidades para escuchar y hacerse cargo, y mantenerse calmada en una crisis fueron utilizadas para alentar a otro creyente, Todd Beamer, en los últimos momentos de su vida.
Ella no pidió ser usada de esa manera. Pero Dios vio a una mujer que estaba disponible y la hizo coincidir con alguien que estaba en necesidad. Lisa ahora comparte su historia con quienquiera que pueda para alentar a los creyentes a estar siempre listos para servir.
Dios no sólo nos ha dado capacidades naturales, también equipa a cada creyente con dones espirituales para el propósito del ministerio. Dios no usa a los que no están dispuestos -Él no nos obligará a servirle. Su parte es equiparnos (Efesios 4:11-13) y darnos el poder y la preparación para el servicio. Nuestra parte es ser fieles y estar disponibles, y al tanto de las oportunidades para usar nuestros dones (Romanos 12:6).
Cuando te sientas impelido a ayudar a satisfacer una necesidad, cuando te sientas interiormente impulsado a servir, haz caso a esos sentimientos. No querrás perderte el llamado de Dios.
Dios usa a personas ordinarias para hacer una obra extraordinaria.