domingo, 1 de marzo de 2009

HOY..QUIERO ANIMAR Y FORTALECER A OTROS

“Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, tal como ya lo están haciendo” I Tesalonicenses 5:11
Este es un día para vivir lejos del egoísmo y poder extender mi mano para animar y fortalecer a quien lo este necesitando. Este es un mundo lleno de egoísmos y tristezas porque cada uno quiere vivir por su lado.
Hoy he estado pensando seriamente en eso porque al levantarme leí una anécdota en la que se mencionaba un sueño que alguien en una ocasión tuvo. Una persona soñó que murió y se enfrentó al Señor. EL Señor le dijo: He aquí que te mostraré el infierno. Entraron en una habitación en donde un grupo de personas se encontraba sentado alrededor de una enorme olla de estofado. Todos estaban hambrientos, desesperados y muertos de hambre. Cada persona sostenía una cuchara que tocaba la olla, pero cada cuchara tenía un mango mucho más largo que su propio brazo, de tal manera que no podía utilizarce para llevar el estofado a sus bocas. El sufrimiento era terrible.
“ Ven ahora, te mostraré el cielo” dijo el Señor, después de un tiempo. Entraron en otra habitación, idéntica a la primera, allí estaba la olla de estofado, el grupo de personas y las mismas cucharas. Sin embargo , allí todos estaban felices y bien alimentados. “No comprendo” dijo el hombre. Por qué están felices aquí y bien alimentados si en la otra habitación se sienten miserables y todo es igual” El Señor sonrió y dijo: Ah, es sencillo, aquí aprendieron a alimentarse mutuamente.
La Biblia esta llena de múltiples exhortaciones a animarnos, fortalecernos, ayudarnos y llevar las cargas los unos de los otros, porque el ambiente del cielo es de cooperación mutua y de trabajo en equipo.
El ambiente del infierno es de egoísmo e individualismo. Hoy quiero moverme en el ambiente del cielo para traer al ambiente oscuro de este mundo un rayo de luz y un hálito de esperanza. Quiero hoy animar y fortalecer a otros. Mucho tiempo hemos vivido buscando nuestra propia satisfacción y nos hemos olvidado de quienes nos necesitan en la noche oscura de la vida.
Señor. Grande es tu nombre en toda la tierra. Hoy se que vivo por que tú me has fortalecido y animado. Cuantas veces he sentido que no puedo continuar. Te pido que me ayudes una vez más hoy para levantarme y llegar hasta aquel que se siente desanimado y sin fuerza. Por la fuerza que tú me has dado yo puedo llegar hasta ellos para darle mi mano y mi aliento. Se que quieres tocar vidas a través de mi y hoy me pongo en tus manos. Amén.

! DIGA LA VERDAD ¡

Una maestra de escuela dominical una vez le dijo a su clase de adultos: “El próximo domingo voy a dar una lección muy importante. Quiero que todos lean el capítulo 17 del Evangelio de San Marcos anticipadamente”. Los alumnos asintieron.
El domingo siguiente la maestra les dijo: Por favor, los que leyeron el capítulo 17 del Evangelio de San Marcos levanten la mano. Casi todos la levantaron.
Entonces la maestra dijo: “Es muy interesante. El Evangelio de San Marcos tiene sólo 16 capítulos. Pero al menos sé que mi lección va a dar en el blanco. Hoy voy a enseñar sobre lo que dijo Jesús de mentir”.
Quizá el mayor castigo por mentir no sea que una persona sea agarrada mintiendo, sino el castigo “escondido” para un mentiroso es que nunca realmente cree lo que dice otra persona.
¡Diga la verdad! A la larga sufrirá menos bochornos y será más saludable emocionalmente. Aunque el decir la verdad le traiga dolor temporal, Dios honrará su valor y le bendecirá por hacer lo correcto.
El problema con decir la verdad a mediases que se está apto para que le descubran.
Proverbios 19:5El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará.

EL AMOR DE DIOS Y EL NUESTRO

Lectura: Romanos 5:1-11
Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. —Romanos 5:8
Franklin Graham lo lamenta ahora, pero tuvo una juventud alocada y rebelde. Un día llegó rugiendo a la casa de su papá montado en su motocicleta Harley Davidson para pedir dinero. Con su atuendo de cuero, polvoriento y con la barba crecida, irrumpió en la sala de su padre, y entró de lleno en una reunión de la junta ejecutiva de Billy.
Sin dudarlo ni siquiera un segundo, Billy Graham identificó a Franklin como su hijo. Luego lo presentó orgulloso a cada miembro de la junta. Billy no pidió disculpas por su hijo ni mostró vergüenza o culpa alguna. Tiempo después, Franklin escribió en su autobiografía, Rebel With a Cause (Rebelde con causa), que el amor y el respeto que su padre le brindó ese día jamás le abandonaron, incluso durante sus años de rebeldía.
Nuestros hijos no tienen que ganarse nuestro amor. Retener el amor para nuestros propios propósitos egoístas es seguir al enemigo, no a Dios. El amor de Dios para con nosotros es inmerecido. No hicimos nada para ganarlo; no hay bien en nosotros que nos haya hecho merecedores de ello. «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). En todas nuestras relaciones, en especial con nuestros hijos, debemos mostrar ese mismo tipo de amor de manera auténtica.
Estamos llamados a tratar a nuestros hijos —y a todas las personas— con amor y respeto. Nos ayuda a recordar lo que éramos cuando Cristo murió por nosotros.
El amor de Dios cambia a los hijos pródigos en santos preciosos.