domingo, 11 de diciembre de 2011

ORAR POR LA OPOSICIÓN

Lectura: Juan 19:1-5.
"Amad a vuestros enemigos […], y orad por los que […] os persiguen" Mateo 5:44
Cuando cursaba el primer año del instituto bíblico, empecé a tener más valor para hablar del Señor. No me sorprendió que mi nueva costumbre generara roces con algunas personas. Esto se evidenció en una ocasión cuando asistí a un evento social con algunos de mis ex compañeros de la escuela secundaria. Una joven, a la cual anteriormente le había testificado, se rio de mi interés en cuanto a dónde pasaría ella la eternidad. Ed, otro amigo que sabía de mi fe, dijo bromeando: «¡Tres hurras por la antigua cruz del calvario!». Me sentí menospreciado y rechazado.
Sin embargo, horas más tarde, esa misma noche, me inundó un amor inexplicable. Al recordar el mandato de nuestro Señor: «Amad a vuestros enemigos […], y orad por los que […] os persiguen» (Mateo 5:44), oré por Ed, que se había burlado de la cruz de Cristo. Con los ojos llenos de lágrimas, le pedí al Señor que lo salvara.
Más o menos al año, recibí una carta de Ed donde decía que quería que nos encontráramos. Cuando por fin nos reunimos, me contó cómo se había arrepentido de sus pecados e invitado a Cristo para que fuera su Salvador y Señor. Más tarde, me sorprendí cuando oí que había ido como misionero evangélico a Brasil. La lección que aprendí por experiencia es que la mejor respuesta para la oposición espiritual es la oración. ¿Acaso habrá alguien que critica tu fe que hoy pueda necesitar tus oraciones a su favor?
Pueden burlarse de nuestro mensaje, pero no, luchar contra nuestras oraciones.

PREPARA EL CAMINO

Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. Mateo 11:10.

El versículo de hoy se refiere a Juan el Bautista. Jesús afirmó, en cierta ocasión, que no se ha levantado, en todos los tiempos, un profeta más grande que este siervo humilde, morador del desierto.
Pero, si te pones a investigar la vida de Juan, verás que él nunca predijo ningún acontecimiento extraordinario. Desde el punto de vista humano, no brilló, no desfiló con una corona de oro ni recibió laureles: todo lo que hizo fue preparar el camino para la llegada del Mesías.

Un día, vio aparecer al Prometido en una colina y, señalándolo, anunció a sus discípulos: “He ahí,el cordero de Dios que quita el pecado del mun­do”. Y después del bautismo de Jesús, desapareció; fue tomado preso. Y, en la prisión, dijo, con referencia al Maestro: “Conviene que él crezca y que yo disminuya”. Finalmente, fue decapitado, sin aparente pena ni gloria.

A los ojos del mundo, podría parecer un fracaso; no obstante, Jesús afir­mó que fue el más grande. La página gloriosa que escribió fue, simplemente, preparar. ¡Extraño! Porque, al ser humano natural, le gusta aparecer, ser la estrella de la fiesta. ¿Preparar? ¡Deja eso para los peones! Las estrellas solo aparecen a la hora del espectáculo.

Pero, en el Reino de Dios, las cosas no son como en el reino de los hom­bres; el mismo Señor Jesús nos enseñó eso. Su escenario fue una cruz; su gloria, la humillación máxima; sus aplausos, los gritos ensordecedores de una multitud histérica: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¿Por qué con Juan podría haber sido diferente? ¿Por qué tendría que serlo conmigo o contigo?

Sal hoy, para andar por los extraños senderos de esta vida. Pero, sal a “preparar”; atrévete aservir. Deja que los otros busquen el fulgor de las luces y el calor de las pantallas; tú, simplemente, prepara. Pero, prepárate para una sorpresa: quienes buscaron el brillo a cualquier costo podrán brillar por un instante, pero se apagarán; yel tiempo se encargará de hacerlos desaparecer en el polvo del olvido.

Tú, sin embargo, brillarás por toda la eternidad, al lado de Juan y del Se­ñor Jesús. Entonces ¡prepara! Porque: “Éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti”.

DEPENDE DE TI

Unos obreros estaban picando piedras frente a un enorme edificio en
construcción. Se acercó un visitante a uno de los obreros y le preguntó:

-¿Qué están haciendo ustedes aquí?

El obrero lo miró con dureza y le respondió:

-¿Acaso usted está ciego para no ver lo que hacemos? Aquí, picando piedras
como esclavos por un sueldo miserable y sin el menor reconocimiento. Vea usted ese mismo cartel. Allá ponen los nombres de Ingenieros, Arquitectos, pero no ponen los nuestros que somos los que trabajamos duro y dejamos en la obra el pellejo.

El visitante se acercó entonces a otro obrero y le preguntó lo mismo.

-Aquí, como usted bien puede ver, picando piedras para levantar este enorme edificio. El trabajo es duro y está mal pagado, pero los tiempos son difíciles, no hay mucho trabajo y algo hay que hacer para llevar la comida a los hijos. Se acercó el visitante a un tercer obrero y una vez más le preguntó lo que estaba haciendo. El hombre le contestó con gran entusiasmo:

-Estamos levantando un Hospital, el más hermoso del mundo. Las generaciones futuras lo admirarán impresionados y escucharán el entrar y salir constante de las ambulancias, anunciando el auxilio de Dios para los hombres. Yo no lo veré terminado, pero quiero ser parte de esta extraordinaria aventura.

El mismo trabajo, el mismo sueldo, la misma falta de reconocimiento; una misma realidad. Tres maneras distintas de vivirla: como esclavitud; como resignación; como pasión, aventura y desafío. Piensa que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del Paraíso y lo será. Vivir con ilusión, convertir el trabajo en una fiesta, sentirnos parte de las buenas obras...

¡De ti depende!