lunes, 7 de septiembre de 2009

CAMNATA TERRENAL

IDespués de la misión del Apolo XV, el coronel James Irwin relató algunos de los puntos sobresalientes de su experiencia. Contó de sus cuerpos sin peso flotando libres en la cápsula espacial, el semicírculo en aumento de la tierra como se ve desde la luna, y el descenso triunfal de la cápsula ante un mundo que observaba.
Irwin también habló del impacto que tuvo esa experiencia en su vida espiritual. Dijo que desde la superficie lunar percibió tanto la gloria de Dios como el apuro del hombre apegado a la tierra. Cuando regresó a la tierra se dio cuenta de que no se podía contentar con ser meramente una persona célebre. Tendría que ser un siervo y hablar a su prójimo acerca de una mejor manera de vivir. Irwin concluyó diciendo que si creemos que ir a la luna es un gran acontecimiento, ¡cuánto mayor es la maravilla de que Dios vino a la tierra en la persona de Jesucristo!
Gracias a que el hombre caminó sobre la luna, la ciencia y la tecnología han avanzado formidablemente. Pero gracias a que Dios caminó sobre la tierra, conocemos tanto nuestro origen como nuestro destino. Podemos conocer a nuestro Creador personalmente (Juan 1:14,18), y podemos vivir en su luz (v.9). Por medio de la vida sin pecado de Jesús y de su muerte sacrificatoria podemos conocer el gozo de tener nuestros pecados perdonados y experimentar la plenitud de una vida abundante… todo porque Dios caminó sobre la tierra.
Juan 1:14
Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria.

LOS PELIGROS DEL EXITO

Lectura: Deuteronomio 8:6-18.
“Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir Sus mandamientos, Sus decretos y Sus estatutos” Deuteronomio 8:1
Alexandr Solzhenitsyn dijo que aprendió a orar en un campo de concentración siberiano porque ya no le quedaba otra esperanza. Antes de su arresto, cuando las cosas iban bien, apenas si pensaba alguna vez en Dios.
De manera similar, los israelitas aprendieron el hábito de depender de Dios en el desierto de Sinaí donde no tenían otra opción; necesitaban de Su intervención diaria para algo tan básico como comer y beber. Pero, cuando finalmente estuvieron sobre las márgenes del río Jordán, quedaron a la espera de una prueba de fe aún más difícil. Cuando entrasen en la tierra de la abundancia, ¿se olvidarían pronto de Dios?
Poco sabían los israelitas acerca de las tentaciones de las demás culturas, ya que habían pasado sus vidas en el desierto. Moisés estaba más temeroso de la prosperidad venidera que de los rigores del desierto -la cautivante sensualidad, las religiones exóticas, la fastuosa riqueza. Pudiera ser que los israelitas dejaran a Dios atrás y se atribuyesen el crédito de su éxito (Deuteronomio 8:11,17).
Irónicamente, el éxito dificulta la dependencia en el Señor. Los israelitas demostraron ser menos fieles después de entrar en la Tierra Prometida. Una y otra vez volvieron sus corazones hacia otros dioses.
Cuídate de la tentación que trae el éxito. Hay un grave peligro en obtener lo que queremos.
No hay fracaso más desastroso que el éxito que deja a Dios a un lado.