sábado, 20 de febrero de 2010

EL BORDE SU MANTO - JUAN CARLOS ALVARADO

LA SOLUCION DE YESO

Los desacuerdos son una parte natural de trabajar juntos, y los diferentes puntos de vista son cruciales para la creatividad y los procesos de resolver problemas. Con todo, la fricción originada cuando surgen diferentes opiniones pueden causar dolor innecesario y pérdida valiosa de tiempo y energía. A veces, la mejor manera de convencer a alguien a su punto de vista, mientras se mantienen abiertas las líneas de comunicación, es con el simple silencio y empezar a enyesar.
Benjamín Franklin aprendió que esparcir yeso en los campos haría crecer las cosas. Se lo dijo a sus vecinos, pero no le creyeron, argumentando que el yeso no ayudaría para nada al crecimiento del pasto ni del trigo.
Pasado un tiempo, que ya se habían olvidado del asunto, se fue al campo temprano en la siguiente primavera y sembró trigo. Cerca del camino, por donde los vecinos pasaban, trazó algunas letras con su dedo y puso yeso en ellas.
Al cabo de una o dos semanas, la semilla brotó. Sus vecinos, al pasar por allí, se quedaron boquiabiertos cuando lo vieron. De un verde más brillante que todo el resto del campo, brotó el mensaje sembrado de Franklin en letras grandes: A esto se le echó yeso.
¡A Benjamín Franklin ya no le hacía falta discutir con sus vecinos sobre los beneficios del yeso!
La respuesta a ciertos desacuerdos quizá esté en dejar de hablar y probar juntos varias soluciones, medirlas y compararlas con las normas, y luego resumir el proceso de selección. Mientras tanto, los temperamentos se enfrían, la objetividad vuelve y pueden surgir nuevas opciones.
Proverbios 15:23
El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡Cuán buena es!

MURIENDO POR LA JUSTICIA

Lectura: Deuteronomio 24:14-22.
"Sino que te acordarás que fuiste siervo en Egipto, y que de allí te rescató Jehová tu Dios" Deuteronomio 24:18
Cuando el clérigo presbiteriano Elijah Lovejoy (1802–1837) dejó el púlpito, regresó a la imprenta para alcanzar a más personas. Después de presenciar un linchamiento, Lovejoy se comprometió a luchar contra la injusticia de la esclavitud. Su vida se vio amenazada por turbas llenas de odio, pero esto no lo detuvo: «Si por compromiso se entiende que debo cesar en mi deber, no puedo hacerlo. Temo a Dios más de lo que temo al hombre. Aplástenme si quieren, pero moriré en mi puesto». Cuatro días después de estas palabras, murió a manos de otra turba iracunda.
La preocupación por la justicia para los oprimidos es evidente a lo largo de las Escrituras. Esto fue especialmente claro cuando Dios estableció las reglas para el pueblo de Su pacto después de que éste fuera liberado de la esclavitud egipcia (Deuteronomio 24:18-22). Moisés enfatizó la preocupación por los menos privilegiados (Éxodo 22:22-27;23:6-9; Levítico 19:9-10). Repetidamente, a los israelitas se les recordaba que habían sido esclavos en Egipto y que debían tratar de manera justa a los menos privilegiados de su comunidad. Habían de amar a los extranjeros («extraños») porque Dios los ama y porque los mismos israelitas habían sido extraños en Egipto (Éxodo 23:9; Levítico 19:34; Deuteronomio 10:17-19).
Dios desea que Su pueblo manifieste públicamente la suprema valía de toda persona luchando contra la injusticia.
Defender la justicia significa luchar contra la injusticia.

PRINCIPIOS - VALORES - MORAL


Cuando se habla de principios, valores o moral, generalmente se piensa que son la misma cosa pero con diferentes nombres; simplemente sinónimos.
En el ámbito de iglesia, se nos enseña que nuestra vida debe ser congruente con los principios, valores y moral de Dios.
Si bien es cierto que principios, valores y moral tienen mucho que ver entre sí, y son determinantes en la vida del ser humano, en su relación con Dios y con su prójimo (familia, sociedad, iglesia), no son realmente sinónimos.

Principio
Es una regla, norma u ordenanza. También puede ser una ley o estatutos, por los que se nos recomienda regirnos. Para beneficio propio y común.
Los Diez Mandamientos, por ejemplo, son principios (ordenanzas) dictaminados por Dios.
Las parábolas de Jesús encierran princ ipios que caracterizan la vida del Reino. La vida de quien vive bajo el reinado de Dios.
Los principios son la base de un proyecto o propósito. En otras palabras, para que un proyecto o propósito llegue a su realización debe considerar principios (reglas) específicos, que deben ser cumplidos fielmente por quienes consideran vivir o adoptar dicho propósito.
El propósito de Dios con su pueblo, a través de Sus Ordenanzas (principios), fue hacer de ellos una nación ejemplar y digna de imitar.
El propósito de Jesús, además del plan de redención, fue enseñar y demostrar que, con su ayuda, es factible vivir en los principios dictaminados por Dios, su y nuestro Padre.

Valor
El valor no es otra cosa que un principio valorado. ¿Por quién?, obviamente por el individuo. Dios nos ha dado la facultad de escoger y decidir libremente. Jesús, lo reitera con el siguiente argumento: “el que tenga oídos, que oiga”. Aquí, dos ejemplos.
Si para ti el principio “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (octavo Mandamiento) es importante, porque también es importante que nadie hable mentiras de ti, entonces lo vas a valorar y por consecuencia practicar.
Otro ejemplo; “La parábola del deudor” (Mateo 18:23-35). Si para ti el principio del perdón es importante, lo vas a valorar y practicar. No solo perdonando, sino también pidiendo perdón todas las veces que sea necesario.

Moral
Se define como moral al conjunto de valores que, en definitiva, dictaminarán la conducta de la persona.

Existen personas, que determinan su vida (conducta) en base a valorar sólo ciertos principios y otros no.
Son como los que se inscriben en un club deportivo, por ejemplo, pero no aceptan o rehúsan pagar las cuotas estipuladas en los estatutos. Sin embargo exigen ser tomados en cuenta y figurar.
El reproche “y con qué moral”, de aquellos que cumplen con todos los requisitos, es más que justificado.

Amigo, amiga; el Evangelio es un estilo de vida, un proyecto diseñado por Dios, para nuestro beneficio (individual- y colectivo), cuyos principios se encuentran revelados en Su Palabra; La Biblia.
Nuestro deber es descubrirlos, darles el valor que se merecen y hacerlos vida en nuestra conducta diaria.
Solo así, glorificaremos a Dios.

Juan 15:8 “Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.”

Gálatas 5:22 “ …,el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio…”


Nuestra conducta debe reflejar “la moral de Dios” pues, la semejanza con Dios, con la que fuimos creados, debe manifestarse en nuestra moral (conducta).

Velemos para que nadie, y mucho menos satanás, nos reproche “y con qué moral”.

Enviado por: Jepf