lunes, 21 de septiembre de 2009
¿DEBEMOS EJECUTAR AL QUE DIOS PERDONA?
El crimen había sido espantoso: secuestro, violación y homicidio. Todas las leyes del mundo aplicarían la pena máxima. De ahí que el estado de Washington, Estados Unidos, condenara a Westley Allan Dodd a morir ahorcado.
Dodd no se opuso al largo juicio, ni a la decisión del jurado ni a la sentencia que dictó el juez. Su rostro evidenciaba cierta humildad. Tanto es así que estando de pie en el cadalso, y con la soga al cuello, manifestó: «Yo estaba convencido de que en este mundo no había paz, pero me equivoqué. Aquí en mi celda he hallado paz y esperanza en el Señor Jesucristo.»
Momentos después, su cuerpo se balanceaba al extremo de la cuerda.
Dodd había sido un hombre malvado que, con toda conciencia y a sabiendas, secuestró a tres niñas, las violó y las mató simplemente por el placer que le produjo. Nunca en su breve vida, de sólo treinta y un años, mostró buenos sentimientos.
Sin embargo, en la cárcel alguien le dio el mensaje que todo ser humano debe escuchar siquiera una vez en la vida: el mensaje de Cristo. Y Dodd lo comprendió y aceptó a Cristo como Señor de su vida.
Este hombre, cargado de tremendas culpas, hizo dos cosas. Reconoció que era pecador, de lo cual ningún jurado ni ningún juez lo hubiera convencido. Y arrepentido sinceramente, aceptó a Jesucristo como su único Salvador. En los últimos días de su vida, halló la paz y la esperanza que nunca había tenido.
Surge la pregunta: ¿Será justo que un criminal, que ha cometido tantos hechos horrendos, reciba tan fácilmente la vida eterna?
Otra pregunta: ¿Debe aplicársele la pena capital al que humildemente se arrepiente y demuestra un cambio total de carácter y de vida?
Respecto a esta última pregunta, la relación con Dios, por sincera que sea, por profundo que haya sido el arrepentimiento y por maravilloso que haya sido el cambio de vida, no anula la deuda que alguien tiene con la ley. La deuda tiene que pagarse.
En cuanto a la primera pregunta, la Biblia dice que Dios no muestra favoritismos. Todo el que a Él viene, cualquiera que haya sido su pecado, si con absoluto arrepentimiento se humilla ante Él como su Señor, recibe perdón. Es más, la muerte de Cristo en la cruz borra todos sus pecados.
Entreguémosle nuestra vida a Cristo. La gracia de Dios nos ayudará a someternos a las leyes humanas, y tendremos además la vida eterna. Lo más importante que poseemos es nuestra alma. Entreguémonos a Jesucristo. Él nos salvará.
Hermano Pablo
EL EXITO ES ACCION
Nuestro éxito comenzará cuando comencemos a trabajar por él. Para alcanzar nuestras metas o lograr el éxito, no necesitamos tener todas las respuestas por adelantado.
Sólo necesitamos tener una idea clara de cuál es nuestra meta.
No demos vueltas sin sentido al enfrentar un problema difícil. Dividamos nuestros problemas en pedacitos y enfrentémoslos uno a la vez.
Desarrollemos tendencias hacia la acción. Podemos hacer que las cosas pasen ahora.
Dividamos nuestro gran plan en pequeños pasos y tomemos ese primer paso de una vez. Todos los que llegaron a donde están, tuvieron que comenzar donde alguna vez estuvieron.
Nuestra gran oportunidad está donde estamos ahora mismo. Una travesía de mil millas comienza con un primer paso…démoslo.
Max Stein
USANDO BIEN LA PALABRA DE VERDAD
En 1879, James Murray fue contratado como el editor de El Diccionario Inglés Oxford. Apenas si había alcanzado la educación superior, pero era un talentoso lingüista. Murray reclutó a un gran número de voluntarios en todo el mundo para que leyeran profusamente y le enviaran los usos de las palabras que les fueran asignadas. En Oxford, él y un pequeño equipo de eruditos catalogaban y editaban las definiciones que recibían.
Durante su vida, Murray recibió el título de caballero y se le confirió un doctorado honoris causa de la Universidad de Oxford. Hoy en día, El Diccionario Inglés Oxford de 20 volúmenes sigue siendo reconocido como uno de los diccionarios más precisos y completos del mundo.
El legado de precisión y exactitud de Murray me recuerda lo que el apóstol Pablo le escribió a Timoteo, un joven pastor de la iglesia en Éfeso: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15). La frase «que usa bien» es una metáfora derivada del arte del picapedrero de cortar piedras con precisión para que éstas encajen perfectamente en su lugar apropiado en una construcción.
La precisión con las palabras es esencial para una interpretación exacta de la Palabra de Dios. Seamos personas profundamente preocupadas por lo que la Biblia dice y por lo que quiere decir.
Usar bien la Palabra de verdad multiplica nuestro entendimiento.