miércoles, 4 de marzo de 2009

LA VICTORIA ESTA EN JESUS

HOY..VERE AL DIOS DE LAS MARAVILLAS


“Tú eres el Dios que hace maravillas. Diste a conocer tu poder a las naciones” Salmo 77:14.
Un anciano se encontraba sentado en su mecedora día tras día. Siempre en su sillón, prometió no levantarse de allí hasta que viera a Dios. Una bonita tarde de primavera, el anciano que se mecía, vio una pequeña niña que jugaba al otro lado de la calle.
La pelota de la niña rodó hasta el patio del anciano. Cuando ella corrió a recogerla lo miró y le dijo: “ Señor anciano, todos los días lo veo meciéndose en su sillón, con la vista perdida. Qué es lo que busca? Oh, mi querida niña, eres demasiado pequeña para comprender el por qué. La niña dijo, tal vez, pero mi mama siempre me dice que si tengo algo en la cabeza debo comentarlo. Muy bien, querida niña, yo busco a Dios.
La niña en su ingenuidad le respondió: “Señor Anciano, Dios cada día le da una señal cuando respira; cuando huele las flores frescas, cuando escucha cantar a los pájaros; cuando nacen todos los bebes.
Señor Anciano, Dios le da una señal cuando ríe y cuando llora, cuando siente las lágrimas rodar desde sus ojos. Es una señal en su corazón abrazar y amar. Dios le da una señal en el viento, en el arco iris y en el cambio de las estaciones. Todas las señales, están allí, pero usted no cree en ellas?
Señor Anciano, Dios está en usted y Dios está en mi. No es necesaria la búsqueda, por que él esta aquí todo el tiempo. Mamá me dice: Si buscas algo monumental, has cerrado los ojos, porque ver a Dios es ver las cosas simples, ver a Dios es ver la vida en todas la cosas, porque el es Dios de maravillas”.
Dios es Dios de maravillas y no siempre sus maravillas son grandes, a veces son tan pequeñas sus maravillas que las ignoramos porque estamos más preocupados por las maravillas grandes y lo perdemos de vista a él, quién nos muestra su amor en las pequeñas cosas de la vida.
Hoy quiero ver al Dios de las maravillas no solo en lo grande sino también en las pequeñas. Hoy quiero disfrutar de su amor a plenitud, lo cual es dulce y agradable a mi corazón.
Señor, a aveces he ignorado las demostraciones de tu amor en las maravillas pequeñas. A veces he corrido buscando las maravillas grandes para poder encontrarte, pero hoy quiero entender con mi espíritu que aún en lo pequeño tu me muestras tu bondad y tu poder.
Hoy quiero levantar mi voz de alabanzas cada vez que me encuentre con una de tus pequeñas pero significativas maravillas. Amén.

CORAZON DE NIÑO

¿Qué son los niños? Son paquetes de energía que solo dejan de correr y hacer preguntas cuando están completamente exhaustos o caen rendidos de sueño. Suben los árboles, escarban en medio de un riachuelo, y generalmente con solo mirarlos, los adultos se rinden de cansancio. Algunos son más tranquilos que otros, pero todos hacen preguntas.
Al chico no le importa si esto te distrae o produce una gran sonrisa en tus labios. Ellos preguntan y actúan, día tras día, tras día.
Los niños se comportan de esta manera porque desean saber. Son como enormes esponjas que absorben todo a su alrededor. Es un momento valioso cuando ven algo especial. Sus rostros se iluminan como si fuera el día de Navidad. Se les saltan los ojos quedan boquiabiertos de incredulidad, y luego sonríen. A menudo los adultos nos hemos olvidado de sonreír.
Los niños no esconden nada. Si están emocionados o asustados, es muy obvio. Aceptan y devuelven amor y atenciones con imprudente abandono. Podemos dejar de pensar como niños, pero hay una gran recompensa al experimentar el gozo que siente un niño.
Un gran hombre es aquel que no ha perdidosu corazón de niño.
Mateo 18:3Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

PARA LAS AVES

Lectura: Hebreos 13:5-16
No codiciarás… cosa alguna de tu prójimo. —Éxodo 20:17
El comedero para aves atado a la ventana de mi oficina está justo fuera del alcance de las ardillas. Pero una ardilla se ha planteado como misión especial obtener las semillas que son para los pájaros. Al ver a sus diminutos vecinos mordisquear ruidosamente la abundante provisión, la ardilla está obsesionada con disfrutar del mismo placer. Ha tratado de llegar al comedero desde todos los lados, pero sin éxito. Se abrió paso trepando por el marco de madera de la ventana hasta llegar a tan sólo unos cuantos centímetros del comedero, pero cayó por el vidrio resbaladizo. Trepó por las delgadas ramas del arbusto forsitia, y llegó tan al borde que cayó al suelo.
Los incansables intentos de la ardilla por obtener lo que no ha sido preparada para ella nos traen a la memoria a un hombre y una mujer que tomaron alimento que no había sido provisto para ellos. Ellos también sufrieron una caída; una caída tan severa que causó un profundo dolor a toda la raza humana. Debido a su desobediencia y a que tomaron un alimento que Dios les había dicho que no comieran, el Señor les puso donde ya no pudieran alcanzarlo. Como resultado de dicha desobediencia, ellos y sus descendientes ahora debemos trabajar duro para obtener lo que originalmente Dios había dado como un regalo: el alimento (ver Génesis 2–3).
Que nuestro deseo por tener lo que Dios ha mantenido fuera de nuestro alcance no nos impida disfrutar lo que sí nos ha dado (Hebreos 13:5).
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. —1 Timoteo 6:6