martes, 25 de agosto de 2009

HOY..RECUERDO QUE HE SIDO COMPRADO OR ALTO PRECIO

“ Sabiendo que fuistéis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteís de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” I Ped 1:18-19
Cuando permanezco al pie de la cruz veo manos , pies y costado de Jesús destilando su sangre carmesí. Es una fuente preciosa capaz de limpiar, lavar y perdonar asi como reparar las áreas destruidas de mi vida. A través de su sangre preciosa yo fui reconciliado con Dios.
Hoy, necesito recordar que el precio pagado por mi ha sido muy alto. La sangre preciosa del cordero y por ello necesito vivir en el mismo valor pagado por mi. La sangre de Cristo es preciosa por que su poder es capaz de limpiar todo mi pasado. “Aunque mis pecados sean como escarlata, ellos serán blancos como la nieve.” Mediante la sangre de Jesús no hay mancha que ha quedado sobre ninguno creyente, ninguna arruga ni ninguno resto de mi vida pasada.
Hoy, mi corazón está nuevamente agradecido al Señor por haber pagado tan alto precio por mi. mediante su sangre él me ha hecho limpio, quitando las manchas de iniquidad abundante, y permitiendo que yo permanezca aceptado en el amado, a pesar de las muchas maneras en que yo me he rebelado contra mi Dios. La sangre de Cristo es asimismo “preciosa” en su poder preservador. Hoy estoy a salvo del ángel destructor porque estoy debajo de la sangre preciosa.
A veces no entiendo todo el poder contenido en la sangre de Jesús, pero cuando el ojo de la fe se opaca, el ojo de Dios es el mismo. La sangre de Cristo es “preciosa” también en su influencia santificadora. La misma sangre que justifica echando lejos de mi el pecado después toma la acción,de acelerar la naturaleza nueva y conducirme por encima del pecado y obedecer los mandamientos de Dios.
No hay móvil para la santidad tan grande como la que fluye desde las venas de Jesús. Y esta preciosa sangre tiene poder vencedor, por que escrito está y “Ellos le han vencido mediante la sangre del Cordero.” Ante la sangre de Jesús! el pecado muere en su presencia, la muerte cesa de ser muerte: las puertas de cielo se abren. Oh, preciosa sangre..gran precio pagado por mi.
“ Señor. Gracias por el precio que haz pagado por este pobre pecador. Tu amor ha sido y es tan grande. Jamás me abandonas y en tu sangre no solo encuentro perdon, justificación y santificación sino también victoria contra el mal-. Ese precio es muy grande así como tu eres grande. Amén.

GUINZA NOCTURNA

Una mujer confesó a una amiga su confusión y duda acerca de la toma de una decisión importante. Ella profesaba creer en Dios pero no asimilaba que el apoyarse en su fe, le ayudaría a elegir su camino.
“¿Cómo sé que estoy haciendo lo correcto?”, preguntaba. “¿Cómo puedo creer que mi decisión será la precisa si ni siquiera veo la mañana?”
Su amiga reflexionó y por último le dijo: “Así es como lo veo. Imagínate que conduces en bajada por una carretera oscura de campo y no hay luces que te provean noción alguna de tu ubicación. Es un poco espeluznante. No obstante, confías en tus luces delanteras. Ahora, éstas sólo te permiten visualizar diez metros del camino frente a ti y eso te es suficiente para ver por dónde te diriges. Y mientras viajas por esa senda de apenas diez metros, los focos delanteros te muestran otros diez metros más, hasta que por fin alcanzas tu destino sano y salvo”.
Comparable a ello es vivir por fe. No somos capaces de ver el mañana, la semana próxima o el año por venir, pero sabemos que Dios nos proporcionará la luz para encontrar el camino, cada vez que necesitemos de ello.
Cuando estés al borde de toda luz, y a punto de dar un paso en falso hacia las sombras de lo desconocido, tener fe es saber que ocurrirán una de dos cosas: Encontraremos algo sólido donde sostenernos, o aprenderemos a volar.
Barbara J. Winter
Salmo 119:105
Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz a mi camino.

FUNDAMENTO DEL CORAZON

Lectura: Salmos 131.
“En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre” Salmos 131:2
Las grandes catedrales de Europa no sólo quitan el aliento, sino que su arquitectura es intrigante. Debido a que sus macizos y enormes cielos rasos eran demasiado pesados para que las paredes los sostuvieran, se construyeron arbotantes, o extensiones externas, para mantener los expansivos techos.
Aunque somos «el templo del Dios viviente» (2 Corintios 6:16), me pregunto si no seremos más como estas catedrales, con arbotantes de influencias externas que nos mantienen erguidos mientras que nuestro fundamento sigue siendo débil. Los pastores, los amigos, las reglas, los libros y los grupos pequeños son útiles para sostener y reforzar nuestra fe. Pero, si dependemos demasiado de ellos, en realidad pueden distraernos de desarrollar un corazón saludable para Dios.
Nuestro corazón es el lugar donde Dios se encuentra y se relaciona con nosotros de manera personal. Es donde nos permite responder a Su corrección. Pasar tiempo en Su Palabra y en oración abre la puerta para que Él interactúe con nosotros llegando a los niveles más profundos de nuestra necesidad y Le brinda oportunidades para consolarnos y convencernos de pecado. Al abrir nuestros corazones a Dios, Él aviva la llama de una relación íntima y que cambia nuestra vida.
El cristianismo auténtico es la expresión de adentro hacia afuera de esta relación dinámica con Jesús, la cual provee la fuerza para vivir para Su gloria -¡sin importar lo que esté sucediendo en el exterior!
Cuando abres tu corazón al Salvador, Él abre tu mente a Su palabra.

JESUS

ESTOY MURIENDO DE SIDA

Era abril en el Parque Central de Nueva York, el inmenso pulmón refrescante de la gigantesca urbe. Y una vez más las ruedas del tiempo trajeron la verde y florida diosa primaveral al parque. Un hombre joven, de menos de treinta años de edad, estaba sentado en un banco: flaco, amarillo, ojeroso, triste.

Sobre su pecho escuálido descansaba un cartel: un cartel humano, un cartel patético, símbolo de la época. El cartel decía: «Estoy muriendo de SIDA. No tengo domicilio. No sé qué hacer. Ayúdenme.» Y los ojos del hombre joven, sin luz, sin vida, sin esperanza, miraban a la nada.

Hace muchos años otro hombre se sentó en ese mismo banco de ese mismo parque, y puso también un cartel sobre su pecho. Aquel cartel decía: «Hoy es primavera, y yo soy ciego.» Conmovía con esto a la gente, que le echaba monedas en el sombrero.

¡Cómo han cambiado los tiempos! Antes la ceguera era la gran calamidad, y aunque lo sigue siendo, ahora ha hecho su aparición el SIDA. Y el SIDA ha copado el gran escenario de las tragedias humanas. Hoy día el SIDA es la nube negra más ominosa que se cierne en el horizonte de la raza humana.

La ceguera, ciertamente, es penosa. Pero hay personas ciegas que se sobreponen a su mal, y llevan una vida abundante y feliz. Leen, estudian, se casan, engendran hijos, hacen negocios, practican profesiones. Fuera de que sus ojos carecen de luz, llevan una vida perfectamente normal y feliz.

La ceguera no mata; el SIDA sí. El enfermo de SIDA, además de estar condenado a muerte, sufre el estigma del mismo mal, la vergüenza de haber contraído una enfermedad que, en la gran mayoría de los casos, a duras penas se mantiene a flote en las aguas sucias del pecado.

¿Cómo se libra nuestra sociedad de este implacable mal? La ciencia médica lo dice: no teniendo relaciones sexuales fuera del matrimonio. Por algo exige Dios obediencia a sus divinos mandamientos morales. No hacerle caso al: «No cometerás adulterio» destruye no sólo el hogar, sino también al individuo.

La homosexualidad, el adulterio, la lujuria, la promiscuidad en todas sus formas, nunca han traído ningún bien al mundo. En cambio, la monogamia, es decir, el sexo sólo dentro del matrimonio, produce la normalidad social que todo ser humano desea. Sólo Cristo puede darnos la fuerza moral necesaria para llevar una vida así. Rindámonos a la voluntad de Dios. Sólo eso nos traerá la verdadera felicidad.

Hermano Pablo