miércoles, 15 de julio de 2009

LAS MEMORIAS QUERIDAS NO SON BASURA

Ocurrió cerca de Marsella, Francia, en el mar Mediterráneo. André Guillot, joven todavía, caminaba muy pensativo por la playa. Lo inquietaban hondas nostalgias y queridas memorias. Llevaba bajo el brazo una pequeña caja de metal, y dentro de la caja, las cenizas de su esposa fallecida.

En un momento dado, abrió la caja y desparramó las cenizas donde diez años antes había pasado su luna de miel. Pero, por esa acción, a André lo arrestaron y lo multaron. ¿La infracción? «Desparramar basura en la playa.»

He aquí una situación de hondo sentido humano con valores contrapuestos. Lo que eran memorias venerables para uno era basura para otro. Lo que eran emociones de profundos recuerdos puros para uno, eran desechos para otro. En este caso la ley no tomaba en cuenta el significado de un amor que fue fiel hasta la muerte.

¿Por qué será que tantas personas califican de inútil, de vano, incluso de reprochable, lo que para otros es de valor incalculable?
A la señorita Brenda Acosta la molestaban sus compañeras de colegio porque ella mantenía su virginidad. Hasta que un día ella les dijo: «Yo puedo ser como ustedes en cualquier momento que quiera. Ustedes jamás podrán ser como soy yo.» Para estas compañeras la virginidad no tenía importancia. Para Brenda era un tesoro preciado. Y los ejemplos de esta antítesis son muchos.

La fidelidad conyugal, que es la virtud que solidifica los hogares y da al matrimonio dignidad, honorabilidad y nobleza, se considera como anticuado y monástico, mientras que el adulterio, que ha sido la causa de tanta destrucción de hogares en todo el mundo, se toma como algo común y corriente, sin ser motivo de vergüenza ni razón de alarma.

La integridad y la justicia son virtudes que garantizan el respeto y la honra de nuestros semejantes, y largos y fructíferos años de vida. Sin embargo, para quienes lo ven todo con ojos de avaricia buscando sólo ganancias deshonestas, no son más que prácticas de un santurrón, y desperdicio de grandes oportunidades.

¿Cuándo hemos de abrir los ojos para comenzar a tomar en cuenta las consecuencias? Todos somos, hoy en día, el producto de nuestros hechos pasados. Es por eso que tiene tanta importancia que hagamos de Jesucristo el Señor de nuestra vida. Sólo cuando Él reina en nuestro corazón podemos vivir en triunfo. No sigamos vendiendo nuestra virtud por una conveniencia destructiva.

Hermano Pablo

AMOR ES ESCUCHAR

Stephen Sorenson escribió una vez en el “Disciples hip Journal” acerca de un período de dos años en el cual lo había aquejado en ambas muñecas una tendonitis tan severa que no podía ni siquiera levantar a su pequeña hija ni abrir un frasco. Al mismo tiempo, estaba intentando hacer remodelaciones en su casa. Guillermo, un músico militar retirado, vino en su ayuda. Sorenson escribió: “Guillermo venía a casa, día tras día. Desenterró nuestro tanque séptico, cortó árboles enfermos y simplemente pasó un tiempo con nosotros. Presentía que él comprendía mi dolor y nuestras necesidades. Una tarde, mientras él y yo paseábamos y conversábamos por el bosque, descubrí el porqué”. “Guillermo había vivido la mayor parte de su vida para la música, pero se le desarrolló un devastador problema de oído, impidiéndole escuchar música de cualquier tipo. Como resultado, más que sentir rechazo por mi problema, Guillermo se sintió identificado conmigo por nuestra causa en común. Y antes que se separaran nuestros caminos, Guillermo se convirtió en cristiano. Cuando miro hacia atrás, no sé si me hubiese tomado el tiempo para hablar con Guillermo si mis muñecas hubiesen estado bien. Es muy probable que hubiese estado clavando o manejando una sierra a cadena. por lo tanto, lo único que pude hacer fue escuchar y hablar. Pero en los planes de Dios, esto fue suficiente.” El primer deber del amor es escuchar.

Santiago 1:19
Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír.

AYUDANTE SILENCIOSO

Lectura: Isaías 25:1-9.
“Alabaré Tu nombre, porque has hecho maravillas” Isaías 25:1
El descubrimiento de la penicilina revolucionó el cuidado de la salud. Antes de los años 40, las infecciones bacterianas eran a menudo fatales. Desde entonces, la penicilina ha salvado incontables vidas matando bacterias dañinas. Los hombres que reconocieron su potencial y la desarrollaron para su uso generalizado ganaron un Premio Nóbel en 1945.
Mucho antes del descubrimiento de la penicilina, había otros ayudantes silenciosos que estaban trabajando y destruyendo bacterias para salvar vidas. Estos ayudantes silenciosos son los leucocitos. Estos esforzados trabajadores son la manera que Dios ha creado para protegernos de la enfermedad. Nadie sabe cuántas invasiones han detenido o cuántas vidas han salvado. Reciben muy poco reconocimiento por todo el bien que hacen.
El Señor recibe un tratamiento similar. A menudo Le echan la culpa cuando algo sale mal, pero rara vez recibe el crédito por todas las cosas que salen bien. Cada día, las personas se levantan, se visten, conducen a sus centros de trabajo o estudios o a la tienda de comestibles y regresan a salvo a sus hogares. Nadie sabe cuántas veces Dios nos ha protegido de sufrir daños. Pero cuando hay una tragedia, nos preguntamos: «¿Dónde estaba Dios?»
Cuando considero todas las cosas maravillosas que Dios hace silenciosamente a mi favor cada día (Isaías 25:1), me doy cuenta de que mi lista de alabanzas debe ser mucho más larga que mi lista de peticiones.
Dios sigue dándonos razones para alabarle.