martes, 5 de enero de 2010

A EXPENSAS DEL TRONCO

En el sur de los Estados Unidos existe un tipo de vid que es parásita, sube por los troncos y se adhiere a árboles saludables y fuertes. Esta uva oscura del tamaño de una nuez se usa para hacer dulces y jaleas, y algunos sureños usan la piel para hacer pastel de fruta. El fruto que produce este tipo de vid les ha servido a muchas familias pobres durante muchos años. En años recientes, esta clase de vid se ha hecho más popular y este tipo de uva se puede comprar casi en todas partes en el sur del país.
A pesar de lo gustosa, variada y rica que es, esta clase de vid no puede existir por sí misma. Necesita el soporte de árboles bien firmes y arraigados a los cuales adherirse para sustentarse. Si esta vid se le separa del árbol que le sirve de sostén, se seca y deja de dar fruto.
Como la vid, no podemos sobrevivir sin una total dependencia de Dios. Sin Él no tenemos una verdadera, guía o alimento, y no podemos dar fruto.
Sin embargo, podemos aprender a adherirnos al Señor rindiendo nuestras vidas a Él. Podemos alimentarnos estudiando la Biblia, orando, adorando a Dios, sirviéndole y obedeciéndole de todo corazón. Como la vid, al adherirnos a nuestra Fuente podremos crecer saludablemente y dar mucho fruto bueno.
Juan 15:5
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separando de mí nada podéis hacer.

ALIMENTO PARA EL ALMA

Lectura: Salmos 19:7-14.
"Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón" Jeremías 15:16
Salir a hacer la compra con mi esposa, Martie, es como asistir a un seminario sobre nutrición. A menudo cojo una caja de algo que tiene buen aspecto, y ella dice: «Mira la etiqueta, ¿tiene grasas no saturadas? ¿cuántas calorías tiene? ¿y qué del índice de colesterol?» Tengo que confesar que, si ella no fuera como el policía de nutrición en mi vida, ¡yo estaría como la ballena Willy!
Más importante que hacer buenas elecciones en la tienda de comestibles es pensar cuidadosamente acerca de la comida que digerimos para nuestra alma. Me encanta el versículo que dice: «Fueron halladas tus palabras, y yo las comí» (Jeremías 15:16).
Cuando leemos la Palabra de Dios, tenemos que hacer algo más que tacharlo de nuestra lista de cosas por hacer. Tenemos que leerla para digerirla. La absorción lenta y seria de la Palabra de Dios con una reflexión en silencio sobre sus implicaciones es altamente nutritiva. Sus Palabras proveen todos los ingredientes que necesitamos para desarrollarnos espiritualmente:
• Una conexión directa con el Sustentador de nuestra alma.
• Alimento para el cerebro que nos hace sabios y nos da discernimiento.
• Un chequeo diario que revela la condición de nuestros corazones.
• Medicina preventiva que nos impide pecar.
• Una ducha espiritual de paz, esperanza y consuelo.
Come la Palabra de Dios. ¡Es una fiesta espiritual!
La Biblia contiene todos los nutrientes para un alma saludable.