martes, 1 de diciembre de 2009

PERIODISTAS SOLO DE DIA

Según una orden emitida la semana pasada el gobierno de Irán del Presidente Mahmud Ahmadinejad, las mujeres periodistas de la agencia IRNA y del Diario Irán-ambos adscriptos al Ministerio de la Cultura- deberán regresar a sus casas antes de las seis de la tarde por la “necesidad de su efectiva presencia en la familia, para desarrollar su sensible de deber en la educación de los hijos.
Por lo menos el gobierno Iraní está pensando en la necesidad de no permitir que las mujeres que trabajan en el periodismo en el Ministerio de Cultura sean desprendidas del hogar.
Sin embargo, necesitamos recordar como padres, que es responsabilidad nuestra incluir en nuestra agenda el tiempo necesario para compartir con los hijos. NO tenemos que esperar que alguien saque una ley para eso. Muchos están sacrificando el tiempo tan vital que le pertenece a los hijos, por gastarlo desesperadamente en el trabajo, los amigos o quizá al llegar en casa aislarnos en la TV, sin aprovechar esos minutos tan valiosos que para los hijos les devuelven la sensibilidad.
Salmos 36:7¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.
Salmos 103:13
Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.
Salmos 127:3
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.

ECHA UNA MANO

Lectura: Romanos 12:9-21.
"Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran" Romanos 12:15
El mes que viene va a ser muy difícil para muchas personas que siguen dando tumbos a consecuencia de la pérdida de algún ser querido este último año. El dolor atroz causado por la ausencia de alguien a quien se ama puede empañar las reuniones por las fiestas e incluso debilitar el deseo de celebrar el nacimiento de Jesús.
La poetisa Ann Weems ha escrito:
Algunos de nosotros
al Adviento llegamos
A nuestro ayer no resuelto encadenados,
El dolor todavía apuñalándonos
El sufrimiento todavía aguijoneándonos.
No es que ya no lo sepamos;
Sino que simplemente ya no podemos
Por nuestra cuenta levantarnos.
Y ahora que a Belén caminamos,
¿nos echarás una mano?
En Romanos 12:9-21 Pablo ofrece maneras de expresar un cristianismo práctico en nuestras relaciones. Pareciera que estamos especialmente necesitados en esta época del año: «Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran» (v. 15). Podemos «echar una mano» a los amigos y familiares que lloran y entender su sufrimiento sin esperar que «lo superen» a tiempo para celebrar las fiestas. Podemos mencionar con libertad el nombre de la persona cuya muerte ha traído tal desolación y luego compartir un recuerdo querido que se tenga de ella. Podemos estar callados, escuchar y orar por la ayuda de Dios.
Sólo Dios puede sanar las profundas heridas del corazón, pero nosotros podemos echar una mano
Nadie es lo suficientemente fuerte como para llevar sus cargas solo.

EL ÚLTIMO CENTÍMETRO DE PELÍCULA

No bien terminó el terremoto, Sanford Greenwald, de nueve años de edad, salió a tomar fotos del desastre. Usaba una pequeña cámara Brownie, de las llamadas «de cajón». El niño hacía sus primeras armas en el periodismo gráfico.

Esto era en San Francisco, California, durante el terrible terremoto de 1906. Sanford desarrolló después una extensa carrera dentro de la fotografía y la cinematografía. Fue el primer hombre en filmar, en rollos de película larga, escenas desde el aire.

Filmó escenas de guerra en ambas contiendas mundiales, y filmó el célebre desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944, llamado el día «D», como también la primera explosión atómica del mundo en Alamogordo, estado de Nuevo México, el 16 de julio de 1945.

Después de haber acabado muchos rollos de película en su vida, los cuales ascendieron a centenares de miles de metros, terminó el rollo de su propia vida. Sanford Greenwald, el reportero fílmico más grande del mundo, murió el viernes 14 de septiembre de 1984, a los ochenta y siete años de edad.

He aquí un hombre que marcó rumbos y abrió brechas en el arte y la profesión del reportaje gráfico. Vio nacer la industria fílmica y tomó parte activa en ella. Filmó rollos de película en blanco y negro por todas partes del mundo en las décadas de 1910 y 1920. Cuando se produjo el advenimiento del color y del sonido, también fue de los primeros en aprovecharlos.

Pero el rollo de su propia vida, ese carretel que todos traemos lleno al nacer, y que lo vamos desenrollando día por día y lo vamos consumiendo a la vez, tenía también marcado un día: el día en que corrió el último centímetro de película y Dios escribió la palabra «Fin».

¿Qué vio y contempló para seguir filmando Sanford Greenwald, cuando pasó de este mundo al otro, y de esta vida presente a la vida de la eternidad? No lo sabemos. Sólo Dios conoce el destino de cada hombre que muere. Puede que haya ido a contemplar la gloria. O puede que haya ido a ver las escenas lúgubres del báratro.

Lo que sí sabemos con toda seguridad es que el hombre que se rinde a Jesucristo y lo recibe como Señor y Salvador tiene la salvación eterna asegurada. Y sabemos que cuando deje de contemplar las escenas buenas o malas de esta vida, abrirá los ojos en la eternidad para contemplar allí las glorias, las bellezas y las grandezas que encierra.

Hagamos de Cristo, hoy mismo, antes que sea tarde, nuestro Señor y Salvador.

Hermano Pablo