lunes, 1 de septiembre de 2008

VALOR MAXIMO

Así había ocurrido durante toda la subasta. Un automóvil usado, valorado entre $ 18 000 y $ 22 000, fue vendido por $ 79 500. Un juego de vasos verdes, tasado en $ 500, se vendió por $38 000. Un collar estimado entre los $500 y $700, fue vendido por $211 500. Por cuatro días consecutivos muchos artículos de valor común y ordinario fueron vendidos por precios exagerados. ¿Por qué? Porque los artículos subastados pertenecían a la herencia de Jacqueline Kennedy Onassis.
¿Cómo estimamos el valor de la cosas? ¿Cómo determinamos lo que es valioso para nosotros?
Así como en la venta de la herencia Kennedy, algunas cosas adquieren valor por causa de la persona que las poseía. Pablo escribió a los Corintios: Porque habéis sido comprados por precio. 1 Corintios 6:20
Pedro escribió: Sabiendo que fuisteis rescatados… no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo. 1 Pedro 1:18-19
Pedro y Pablo se referían al precio por nuestros pecados, pagado por Jesús al morir en la cruz.
Podemos exagerar el valor de una persona debido a su estado financiero, influencia o su potencial para beneficiarnos. Pudiera también menospreciarse a alguien por poseer pocos bienes o porque en nada pueden ayudarnos. Sin embargo, las Escrituras nos dicen que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8) Cuando no poseíamos valor alguno y hasta nos oponíamos a Dios, Él pagó el precio para redimir nuestras vidas.
Cada individuo sobre la faz de la tierra es alguien por quien Jesús murió. Debido al inmenso precio de la redención, cada ser humano, sin importar su valor financiero, posee gran importancia.
Cada vez que te sientas deprimido y que no vales nada, medita en lo siguiente: “Dios es quien determina tu valor. Te amó y valoró tanto, que envió a Su Hijo a morir, para que puedas convertirte en uno de sus hijos. ¡Nunca pongas en duda lo valioso e importante que eres!”.

Y Vosotros (sois) de Cristo, y Cristo de vosotros. 1 Corintios 3:23

RECUPERACION

Lectura: Jeremías 33:1-9
. . . les revelaré abundancia de paz y de verdad. --Jeremías 33:6.
El 18 de mayo de 1980, hace 25 años, el volcán monte San Helens hizo erupción y fue uno de los desastres naturales más grandes de los tiempos modernos. La cima del volcán reventó en la atmósfera y se convirtió en un plumaje oscuro de roca pulverizada de más de 17 kilómetros de altura. Al mismo tiempo, avalanchas de piedras, lodo y hielo descendieron por la montaña destruyendo todo lo que encontraron a su paso, tapando ríos y deteniendo barcos.
Durante el pasado cuarto de siglo, el gobierno de los EE.UU. ha gastado más de 1.000 millones de dólares en la recuperación del monte San Helens y en mejoras a largo plazo del área. Gran parte de la obra de ingeniería y construcción realizada por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE.UU. no se ve porque "tiene la forma de inundaciones que no sucederán, casas y comunidades que no serán destruidas [y] un tráfico fluvial que ocurrirá sin tropiezos".
En este proceso de recuperación veo una imagen del perdón y la sanidad de Dios para los resultados desastrosos de nuestra desobediencia. Cuando Dios permitió que su pueblo fuera tomado cautivo por los caldeos prometió: "Le traeré salud y sanidad; los sanaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad" (Jeremías 33:6).
La verdadera recuperación espiritual a menudo toma tiempo. Pero a medida que permitimos que el Señor limpie nuestra vida, Él puede protegernos de futuros fracasos.
EL PODER LIMPIADOR DE CRISTO PUEDE QUITAR LA PEOR MANCHA DEL PECADO.