miércoles, 26 de noviembre de 2008

¡ NO ME ACUERDO !

Una vez un ministro muy querido llevó un secreto, enterrado por mucho tiempo en lo profundo de su corazón, el peso de un pecado.
Él había cometido es pecado hacía muchos años durante su entrenamiento en el Seminario. Nadie sabía lo que había hecho, pero él sabía que estaba arrepentido. Aun así, había sufrido remordimientos por años, sin idea del perdón de Dios.
Una mujer en su iglesia amaba al Señor profundamente y afirmaba que tenía visiones en las que Jesús le hablaba. El ministro, escéptico de sus afirmaciones, le pidió: “La próxima vez que hable con el Señor, podría preguntarle cuál fue el pecado que su ministró cometió mientras estaba en el Seminario”. La mujer asintió.
Cuándo volvió a la iglesia unos días después el ministro le preguntó: “¿Le visitó?” Ella contestó: “Sí”.
- “¿Y le preguntó qué pecado cometí en el Seminario?”
- “Sí”, respondió.
- “Bien, ¿qué le dijo?”
- Dijo, “no me acuerdo”.
Toda persona debe tener un lote especial en el cementerio donde enterrar las faltas de los amigos y familiares.
Efesios 4:32Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

RAMILLETES

Lectura: 2 Corintios 2:14-17
Porque para Dios somos grato olor de Cristo. —2 Corintios 2:15
Una mañana estaba mirando un ramo de flores en un jarrón sobre un viejo banco de carpintero frente a nuestra «ventana del mundo». Me di cuenta que el ramo estaba pasado; sus hojas se habían marchitado y las flores estaban cayéndose.
Esa misma mañana también leí al poeta George Herbert y por «accidente» me crucé con su poema titulado «Life» («La Vida»). En él, este autor habla acerca de un «ramillete» que había cogido para poder oler la fragancia. Pero, como él lo pone, «El tiempo dejó su huella en las flores, y para mediodía, con la mayor de las astucias, éstas se habían escabullido y se marchitaron en mi mano».
La pérdida de sus flores hicieron que al principio él viera «la suave amonestación del tiempo». Herbert escribió que «[hizo] que mi mente oliera el día de mi fatalidad; aunque endulzando la sospecha». Aun cuando las flores marchitas le recordaron su propia muerte, él encontró en la metáfora algo que endulzó la idea. El autor concluyó:
Adiós, queridas flores, vuestro tiempo con dulzura pasó,
Aptas para dar aroma y belleza mientras vuestra vida transcurrió,
Y para remedios una vez que ésta terminó.
Sigo sin desvíos, sin quejas o dolor
Ya que, si buena es mi fragancia, poco importa,
Si como la vuestra, esta es igual de corta.
¡Cuánta sabiduría en este poema! Aunque corto, nuestro tiempo puede pasar «con dulzura» —una dulce fragancia de Cristo para los demás (2 Co. 2:14-16). ¿No debe ser ésta nuestra oración cada día al levantarnos?
Una vida piadosa es una fragancia que atrae a los demás a Cristo.

CONVERSAR CON DIOS

Un gran hombre de Dios a quien aprecio mucho declaró: “La oración es amistad con Dios.” Creo que hizo una importante observación. La oración es, sencillamente, dos amigos que conversan.

La oración es una conversación entre Dios y nosotros. No es un monólogo de peticiones sino un diálogo. Dios nos habla a través de su Palabra y a través del testimonio interno del Espíritu Santo. Nosotros respondemos a Dios con adoración, confesión, petición, intercesión y acción de gracias. Sin estos cinco elementos, nuestras oraciones serían desequilibradas. Consideremos juntos estos cinco aspectos de la oración.

El primer elemento de la oración agradable al Señor es la adoración. Al entrar a la presencia de Dios en oración, comenzamos expresando nuestra adoración y reverencia por El. El Talmud contiene esta sentencia: “El hombre ante todo siempre debe ofrecer alabanza, y luego entonces orar.” A través de las páginas de las Escrituras, también encontramos alabanzas y adoración a Dios por parte de generaciones pasadas.

La confesión sigue a la alabanza. Cuando Isaías vio al Señor en toda Su gloria, exclamó: “¡Ay de mí! que soy hombre muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo inmundo de labios, han visto mis ojos al Rey” (Isaías 6:5). En realidad no podemos alabar al Dios de toda santidad si
no tenemos un profundo sentido de nuestra propia impureza. La Biblia también nos enseña que Dios es misericordioso y nos perdona cuando confesamos nuestros pecados (1 Juan 1:9).

Sólo después de la adoración y la confesión, ofrecemos al Padre nuestras peticiones. La verdadera oración consiste en los pedidos de alguien que reconoce su extrema necesidad, y en las provisiones de Alguien que demuestra Su extrema bondad.

Jesús nos promete: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24). El nos alienta a pedir al Padre lo que necesitamos.

Al orar, también debemos incluir la intercesión. Este puede ser un precioso ministerio en favor de otros ante el trono de la gracia. El profeta Samuel dijo al pueblo de Israel: “En cuanto a mí, lejos esté de mí el pecar contra Jehová dejando de orar por ustedes” (1 Samuel 12:23 BD). La intercesión es una importante responsabilidad espiritual que como cristianos no debemos descuidar.

La acción de gracias debe inundar el resto de nuestra conversación con Dios. Preste oídos a estas exhortaciones del apóstol Pablo: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16 18). Experimentamos el gozo del Señor cuando hablamos con El en oración y le agradecemos por Sus respuestas.

Estoy convencido de que cuando Dios quiere bendecir a su pueblo, primero lo mueve a orar, a entablar un diálogo con El.

¿Lo ha movido a orar el Señor? Aparte un momento ahora mismo y hable con El. Alábelo por lo que El es. Confiese a El su pecado. Presente sus peticiones. Interceda por sus hermanos en la fe, y ofrézcale su gratitud por lo que El hará.

Al hablar con Dios incluya estos cinco pasos, y verá que en su caso la oración también ha de ser “amistad con Dios.”

Luis Palau

MUCHO MEJOR ES DAR QUE RECIBIR

Este norteamericano recibió un título de medicina del Colegio de Medicina de la Universidad de Nueva York. Recibió una asignación para el Laboratorio de Investigación de Virus, en la Universidad de Pittsburgh. Le fue indicado por parte del ejército desarrollar una vacuna contra la influenza y entre los muchos honores que recibió se encuentra la Medalla Presidencial de la Libertad. Sin embargo, Jonas Salk no es conocido por lo que recibió, sino por lo que ofreció.

Él y su grupo de investigadores dieron su esfuerzo para preparar un virus que inactiva la polio y que puede servir como un agente inmunizador contra ella. Para 1952, ellos habían creado una vacuna y en 1955, fue difundida para ser usada en los Estados Unidos, prácticamente así terminando con las consecuencias catastróficas de la polio. Recibirás muchas oportunidades en tu vida, y lo más probable, un número de certificados, diplomas, y premios.

Pero lo que al final contará es lo que haces con el entrenamiento que has recibido y las habilidades y características que has desarrollado. Encuentra la forma de dar, crear o generar algo hoy que pueda ser de beneficio a otros.

En tus acciones no solo habrá un potencial para la fama y la recompensa, sino también una gran satisfacción personal, la recompensa de los más altos valores. Ninguna persona jamás fue honrada por lo que recibió. El honor fue la recompensa de lo que dio. Proverbios 21:26 El justo da, y no detiene su mano.