lunes, 15 de diciembre de 2008

POEMA PARA UNA AMIGA MUY BELLA

Bella te digo porque así se llaman
esas mujeres que han nacido
para la vida siempre: dulce y ácida.
Tú eres la colorada piel, la fruta,
la pierna, el pecho soberano que alzas,
pequeña porque así son los naranjos,
blanca y morena, 0 sea, cálida.

Amiga, ¿es la amistad la que nos manda
o acaso es el amor? Las dos preguntas
tienen en sí respuesta dada.
Si la verdad llegara a verse un día,
si nuestra fe se confirmara...,
pero no, amiga mía misteriosa,
que las palabras siempre engañan.
Que las palabras no sonríen nunca,
que eres tú la que ríes, dices, andas,
pones luego los ojos apartados,
muy expresivamente callas.

En estos tiempos sabe todo el mundo
guardar la ropa cuando está mojada,
hurtarse, dar olvido, fingir burla
del sentimiento porque es lágrima.
Por eso siempre estamos tan contentos,
tan campantes, tan fuertes -¡tiene gracia!-;
por dentro va la procesión, lo dicen
los gestos bruscos, las miradas.

Cuerpo de uva garnacha,
hembra de vino fuerte y alegría,
bella mujer de amor y madrugada.
Haces, querida amiga, maravillas
para evitar heridas, para
que no te vea tan hermosa, ¿sabes?
tan femeninamente en cuerpo y alma.

Y así está el pueblo de suspiros, sueños,
besos dados al rostro de la nada,
así estoy yo y así los que no quieren
confesarse que te aman.
Da miedo ver tan cerca la hermosura
cuando está viva y quema duele tanta
pasión, que así se llama, contenida
a penas duras, tiempo y trampas.

Muy bellamente estabas
cuando mis ojos una vez. Ahora
en el recuerdo vives clara.
Si se leyeran las cenizas luego,
que dicen, arden más que muchas brasas,
si alguien pusiera en claro nuestras vidas
fondo común de la desgracia.
Pero la muerte mete tanta prisa,
somos tan poca cosa, tan lejana
queda nuestra ciudad, sin nombre apenas
nosotros y los nuestros, nuestra casa...

Tus pies, tus manos y tu cara.
La tela del vestido, oh, dulces olas,
redondas islas cubre con sus aguas.
Seas amiga si la tarde, el tiempo,
corre a su puesta como el sol; hermana
si desvalidamente sufres; novia
si me recuerdas en la distancia.

Eres muy lista, mi pequeña,
eres la niña cariñosa y mala
que descubre de pronto a los mayores
todo lo que les pasa.
Temo que te sospeches cuánto he puesto
mis brazos hacia ti, cómo esperaba
volver a estar contigo, sin que nunca
me vieras cuando te miraba.

Los secretos no sé por qué se guardan;
y este secreto no interesa a nadie,
la vida es sólo cotidiana.
Pero yo escribo para ti estos versos
aunque no tengan importancia.
Mi bella amiga, ¡muchas gracias!

¿ESTAS LISTO PARA SER BENDECIDO?

Cuentan que un día, muy temprano, salio a pescar una persona con mucho animo y contento, ya que presentía que pescaría mucho.
Tenia todas las condiciones perfectas para hacer una gran pesca.
Se monta en su bote, comenzó a remar y llegando no muy lejos de la orilla, allí lanzo el ancla.
Prepara el hilo, prepara la carnada, pero antes de comenzar a pescar se puso en pie y comenzó a hacer una oración a Dios dando gracias por un día tan precioso y declarando la gran pesca de ese día.

Acto seguido, comenzó a pescar.

Mientras el pescaba, a pocos metros de distancia había una persona observándolo con mucha atención.

Esta persona notaba que cuando el pescador cogía un pez, lo media y decía: “Este mide 15 centímetros”; lo sacaba y lo colocaba en una cesta donde acomodaría toda la pesca del día, y continuaba pescando.

Luego saca otro pez, y haciendo lo mismo dijo: “Este mide 16 cm.”; lo echa en la cesta y continua su pesca.

El observador nota que el próximo pez que el pescador saca era bien grande, más del triple de los que había sacado anteriormente, y se sorprende cuando le oye decir: “Este mide mucho”, al tiempo que lo devuelve al agua.

Este patrón fue repetido en varias ocasiones, lo que llamo la atención de tal manera al observador, que decidido, comenzó a remar acercándose sutilmente al bote; saludando al pescador le pregunta: -”He visto que ha tenido muy buena pesca, pero he notado que los peces bien grandes los devuelve al agua. ¿Por qué siendo tan grandes los devuelve y no hace esto con los de menor medida?

-El pescador contesto: “Lo que sucede es que los peces grandes no caben en mi sartén que solo mide 16 centímetros”.

A veces pedimos a Dios grandes bendiciones y no estamos preparados para recibir todo lo bueno que Él tiene para nosotros.

Debemos expandir nuestra mente para poder recibir las cosas grandes que Dios nos tiene preparadas.

¿Cuanto mide tu sartén?

Pide con fe, y espera con la certeza de que Dios te escucha… y que eres su hijo muy amado. Recuerda que nada es mucho para el que AMA.

M.E. Winston Pauta Ávila

Mateo 25:21
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

HOY..RESPONDERE AL LLAMADO DEL SEÑOR

“Después oí la voz del Señor, que decía: A quién enviaré y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mi.” Isaías 6:8
Aun hoy el Señor está llamando. Hay urgencia de llevar este mensaje redentor a quienes aún no le conocen y el Señor hoy pregunta: A quién enviaré y quién ira por nosotros? Si hoy quiero responder a este llamado, yo debo estar seguro que al responder como Isaías el Heme aquí, envíame a mí, no esté siendo yo motivado por los sentimientos.
El corazón humano es sensible y tierno y puede fácilmente ser tocado por visiones de miles de hambrientos o multitudes solicitando el evangelio. Excepto aquellos que han sido tocados por el Espíritu Santo, las demás personas buscan quizá otra cosa y no el evangelio. Si los sentimientos son mi razón para aceptar el llamado de Dios, estos no permanecerán y pronto mis impulsos humanistas se cambian en duda, critica y finalmente desespero.,
Mis impulsos humanitarios pueden ser empáticos pero no son redentores. Yo necesito para responder al llamado del Señor mucho más que un mero envolvimiento emocional para hacer retroceder el Reino de las tinieblas. Yo necesito el invisible poder de Dios. Jesús en su misión en la tierra fue motivado por dos cosas sobrecogedoras.
Su amor redentor y sacrificado y el llamado de Dios que exigía su obediencia. A menos que estas dos fuerzas actúen en mi en este día, mi respuesta al llamado de Dios será en breve un genuino fracaso. Hoy tampoco debo responder al llamado de Dios por manipulación de nadie.
Si hoy respondo al llamado de mi pastor o del misionero, pronto les estaré pidiendo que me pongan en la misericordia de los recursos de ellos. Pero si hoy respondo al llamado de Dios, yo estaré descansando en la misericordia de los recursos del Padre celestial. Como podré saber si he respondido al llamado de los hombres o al llamado de Dios. Eso lo sabré con el tiempo.
Si he respondido al llamado de Dios, el llamado crecerá más y mas con el correr de los días, si he respondido al llamado de los hombres el llamado disminuirá más y más con el tiempo. La única forma de estar listo al llamado de Dios es ser tocado por el carbón que sale de su altar. Mi respuesta es llegar al altar, la respuesta de Dios es purificarme y darme el llamado.

Señor, Hoy quiero responder a tu llamado. Quiero llegar con humildad ante ti y pedirte que me tomes de la mano. Quiero responder a tu llamado no por la emoción del momento, sino anhelo llegar a tu altar para que me purifiques y luego me llames y si respondo a tu llamado, ese ardor crecerá más y más en mi corazón. Gracias por llámame y gracias por permitirme responder..Heme aquí envíame a mi. Amén.

ALEGRE Y TRISTE

Cuenta una vieja leyenda que tres hombres estaban una vez cruzando un desierto a caballo durante la noche. Cuando se acercaban a un riachuelo seco escucharon una voz que les ordenó desmontarse, recoger unas piedras, ponérselas en los bolsillos, y no mirarlas hasta la mañana siguiente. A los hombres se les prometió que si obedecían, iban a estar alegres y tristes a la vez. luego de hacer lo que les indicaron, los tres montaron en sus caballos y siguieron su camino.
Cuando empezaron a salir los primeros rayos de sol, los hombres se metieron la mano en los bolsillos para sacar las piedras. Para su gran sorpresa, se habían transformado en diamantes, rubíes y otras gemas preciosas. Fue entonces cuando se dieron cuenta del significado de la promesa de que estarían alegres y tristes a la vez. Estaban alegres por haber escogido la cantidad de piedras que recogieron, pero tristes -muy tristes- por no haber recogido más.
Yo me pregunto si nosotros vamos a sentir lo mismo cuando lleguemos al cielo. Estaremos contentos con el tesoro que nos acumulamos en el cielo mientras estábamos en la tierra, y gozosos por las recompensas que Cristo nos dará. Pero también lamentaremos no haber hecho más para servirle.
Saquemos el máximo provecho a nuestras oportunidades para que estemos más alegres que tristes.
Mateo 6:19-20No os acumuléis tesoros en la tierra… sino acumulaos tesoros en los cielos…

EL HOMBRE OSTRA

Lectura: 2 Corintios 4:1-7
Para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. -2 Corintios 4:7
En los días de Juan Wesley, los que algunas veces dirigían los servicios en las iglesias eran predicadores laicos con una educación muy limitada. Un hombre usó Lucas 19:21 como su texto: «Porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo». Al no conocer la palabra severo, pensó que el texto hablaba de «un hombre ostra» (en inglés las dos palabras suenan igual).
Basándose en una comprensión de dicha palabra, detalló cómo un submarinista debía buscar a tientas en las aguas oscuras y congeladas para atrapar ostras. En su intento por hacerlo, se corta las manos con los bordes afilados de las conchas. Después de obtener una ostra, nada hasta la superficie, aferrándola «con sus manos rotas y sangrantes». El predicador añadía, «Cristo descendió de la gloria al cielo a . . . la pecaminosa sociedad humana, a fin de atrapar humanos y llevarlos de vuelta hacia arriba con Él a la gloria del cielo. Sus manos rotas y sangrantes son una señal del valor que Él le ha dado al objeto de Su búsqueda».
Después, 12 hombres recibieron a Cristo. Más tarde esa noche, alguien se acercó a Wesley para quejarse de cómo los predicadores sin instrucción eran demasiado ignorantes incluso para conocer el significado de los textos sobre los cuales predicaban. El predicador Wesley, quien había sido educado en Oxford, simplemente dijo: «No importa. El Señor recibió una docena de ostras esta noche».
Puede que nuestro mejor esfuerzo no siempre esté a la altura de los estándares de los demás. Pero Dios toma nuestras ineptitudes y humildes esfuerzos y los usa para Su gloria.
Haz lo que puedas donde estés y con lo que tengas.