viernes, 16 de octubre de 2009

UN CORAZÓN COMPAÑERO

Andaba en busca de un corazón, y en esa búsqueda viajó de Honolulu, Hawai, hasta Los Ángeles, California. Buscaba un corazón que fuera afín al suyo, adaptable a su misma sangre. La necesidad era urgente porque su corazón ya no funcionaba como debía. Se trataba de Jason Pacheco, un niño de dos años de edad. El pequeño sufría un mal congénito. El corazón se le moría dentro de él. Y si no se hallaba otro para el trasplante, Jason de seguro fallecería.

Desde aquel primer trasplante de corazón algunas décadas atrás, la ciencia de los trasplantes ha progresado de manera asombrosa. Miles de vidas han sido rescatadas de las fauces de la muerte gracias a un trasplante.

En el caso de Jason, el corazón tenía que ser, más o menos, de su misma edad, es decir, de unos dos años, y tenía que ser de su mismo tipo de sangre. La raza del donante y el color de su piel no importaban, pero sí tenía que ser un corazón compatible, que se adaptara al cuerpo de Jason, y tenía que ser implantado en su pecho a tiempo. Desgraciadamente Jason no resistió la espera.

Al igual que Jason, aunque no en el sentido físico, todos necesitamos un corazón compañero. Un corazón que simpatice con nosotros, que tenga nuestros mismos sentimientos e ideales, y especialmente nuestra misma fe. Un corazón que no sólo sea compatible, sino que nos ame. Que nos ame con un amor eterno.

Permítame, joven, señorita, dirigirme, hoy, específicamente a usted. Quizá usted está, hoy mismo, en busca de un corazón. La primera atracción al sexo opuesto es una atracción física, y esto es completamente normal. Pero en eso, precisamente, consiste el engaño. Es que la atracción física, sola, no es suficiente para asegurar largos años de matrimonio feliz.

Cuando se case, tenga por seguro que hay por lo menos tres elementos necesarios para un largo y feliz matrimonio. Primero, no sólo ame el cuerpo de su cónyuge, sino también su alma, su corazón, su ser entero. Esa clase de amor asegura la absoluta y eterna fidelidad. Segundo, acepte a su pareja tal cual es. No trate de cambiar a su cónyuge. Esa linda persona que es su pareja será como es, por toda la vida.

Tercero, ríndase de modo absoluto, junto con su cónyuge, al señorío de Cristo. El egoísmo, que es el mayor destructor de matrimonios, no prevalece cuando Cristo es Dueño absoluto. Asegure el éxito de su matrimonio comenzando con Cristo en su corazón. La motivación espiritual es el estímulo más fuerte de esta vida.

Hermano Pablo

¿ERES VERDADERAMENTE LIBRE?


“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” Juan 8:31-32

Muchas personas se sienten hoy agobiadas y atrapadas por la vida que llevan, el trabajo, las obligaciones, la rutina, la falta de motivación, lo que hacen no les agrada y anhelan dedicar su tiempo a otras cosas que nunca llegan. Se sienten esclavos de lo que son y de lo que viven. El concepto de libertad que tienen o bien se relaciona con deshacerse de las obligaciones, o la hacen dependiente del poder económico, si pudiera adquirir esto o aquello, mi vida sería distinta.
Sobre todo los jóvenes, relacionan la libertad con poder hacer todo lo que les viene en gana, no tener que ajustars e a límites ni reglas, decidir sin condicionamientos qué y cuánto.

El mundo nos enseña que si podemos hacer lo que queremos somos libres y nos sentiremos satisfechos con nosotros mismos. El problema es que mucha veces “lo que queremos” al alcanzarlo ni nos da libertad ni nos hace sentir satisfechos. Sucede que muchas veces “lo que queremos” no lo tenemos tan claro y poco tiene que ver con lo que Dios quiere y lo que es bueno para nosotros mismos. “Lo que queremos” muchas veces nos esclaviza y nos llena de frustraciones.

Jesús dijo que si permanecemos en su Palabra, conoceremos la verdad y esa verdad nos hará libres.

Parece ser que existe una verdad, que cambiando la manera de pensar y la motivación para vivir de quién es capaz de apreciarla, tiene poder para conducir a la verdadera libertad.

¿Te interesa conocer esa verdad? Miremos a Jesús, pues nada de lo que Él enseñó o dijo, dejó de ser testificado con su vida.
Jesús fue u n hombre absolutamente libre. Dios decide hacerse hombre y venir al mundo en calidad de siervo y morir por nosotros por elección propia. Nadie le obliga, Él lo decide y lo hace.

En Jesús había un conocimiento que le daba esa libertad. Jesús tenía una motivación: una humanidad reconciliada con Dios.
Había en él un convencimiento. Había entendido a qué venía, había comprendido la razón de su existencia humana, y aunque en su humanidad, el calvario le angustia y entristece (hasta la muerte) lleva obedientemente la voluntad de su Padre hasta el fin. No por obligación sino por convencimiento y propia elección.

Jesús era libre porque eligió hacer lo que debía y eso que debía era en definitiva lo que quería. Somos verdaderamente libres cuando llegamos a entender y hacer nuestro ese sentir que tuvo Jesús, lo que elijo hacer, aunque no es lo que mi naturaleza carnal quisiera, lo hago porque debo y porque entiendo y sé que es lo mejor para mí o para la situ ación que vivo. Vencemos al “yo” carnal solamente cuando Cristo nos libera de él. Juan 8:36: “Si el Hijo os libertare seréis verdaderamente libres.”

Cuando podemos dimensionar el amor mostrado por Cristo en la cruz es que somos contagiados de ese mismo sentir que le movió a Él. Pues ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí y todo lo que hago lo oriento a agradarle a Él.

Entender que Jesús subió a la cruz para morir por mí, porque me amó a mí, ser conscientes de cuál hubiera sido mi destino si el Padre no nos hubiera amado primero, contemplar la vida de Jesús, el Cristo, y caer de rodillas ante ese hombre lleno de dolores, de simpleza y humildad y darnos cuenta que era Dios mismo poderoso e ilimitado, éstas son algunas de las verdades más importantes que tienen poder para hacernos libres.

Ante este descubrimiento, y ante de la aceptación de Jesús como el Señor de nuestras vidas, no hay cadenas que se resistan, que importa ya “lo yo que quier o”, más importante aún es “lo que quiere Aquél” que se dio completo por mí. Mejor aún cuando descubro que “lo que quiere Aquél” me llena de paz, de satisfacción y me hace verdaderamente libre.

Enviado por: Erica. E

¿QUIEN RECIBE LAS GRACIAS?

Según un artículo de una revista norteamericana, una mujer residente de Costa Mesa, California, encontró un pequeño paquete en el escalón de la puerta que contenía las llaves de un auto y una nota que decía: “Este regalo es para ti porque te amo.” Además incluía un versículo de la Escritura y estaba firmada: “Un ángel del Señor”. En la entrada de su casa había un auto último modelo, justo lo que necesitaba para reemplazar su auto ya viejo, el cual funcionaba mal.
La mujer estaba tan agradecida que colgó un cartel en la puerta de su garaje que decía: “GRACIAS DIOS.” Un niño vecino le preguntó: “¿Dejó caer Dios el auto desde el cielo?” La revista no informó cuál fue su respuesta, pero seguramente que ella no creía que el auto había caído del cielo. Ella simplemente deseaba comunicar su agradecimiento a su amigo anónimo, quien a lo mejor pasaba por allí. Pero su cartel también estaba haciendo una importante declaración: toda buena dádiva viene finalmente de Dios.
David reconoció esta verdad cuando él y su pueblo celebraban las enormes ofrendas que se habían dado para la construcción del templo. Ellos pudieron haberse dado palmaditas de felicitación en las espaldas e intercambiar mutuas alabanzas por la generosidad del otro. Pero no lo hicieron así. David mostró sabiduría y madurez como líder de Israel al agradecerle a Dios todas sus bendiciones. Él sabía que cuando un regalo viene de manos humanas, es el Señor quien merece la alabanza.
1 Crónicas 29:12.
Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo….

UN ASIENTO ESPECIAL

Lectura: Lucas 10:38-42.
“[Marta] tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra” Lucas 10:39
Nunca me he sentado en la sección de primera clase de un avión. Pero sigo guardando la esperanza de que algún día abordaré el avión y la asis-tente de vuelo me detendrá y me dirá: «Venga conmigo. Tengo un asiento especial para usted».
Esa es la razón por la que me emocioné bastante cuando un amigo le dio a mi hermana entradas para un evento y nos dimos cuenta de que eran asientos de palco. En vez de sentarnos hombro con hombro con extraños por todas partes a nuestro alrededor, nos sentamos en un palco privado donde pudimos ver y escuchar todo perfectamente. Esa noche nos sentimos privilegiadas y especiales.
¿Recuerdas a las amigas de Jesús, María y Marta? Aunque Marta tuvo la oportunidad de disfrutar de tener a Jesús como su invitado, pronto se frustró con su hermana María y se abrumó con el ajetreo de sus preparativos. ¡Ciertamente algo que muchos de nosotros entendemos! Sin embargo, Jesús puso en claro que algunas veces es necesario alejarse de las interminables presiones de la vida y pasar un tiempo con Él sin distracciones. Dios nos ha dado la oportunidad de tener momentos personales con Él. Al darnos el tiempo tan sólo para estar con el Señor, quedamos alimentados, refrescados y renovados.
Jesús elogió a María por tomarse el tiempo necesario para sentarse y aprender a los pies de su Salvador (Lucas 10:42). Y al final resultó ¡que ella tuvo el mejor asiento en la casa!
Jesús anhela nuestra comunión con Él aun más de lo que nosotros la anhelamos.