miércoles, 9 de marzo de 2011

LA GALINA Y LOS PATITOS

De cada animal hemos extraído alguna lección aplicable a nuestra vida. Y ahora nos toca observar a aquella gallina, que debajo de la cual se habían colocado varios huevos de pato para que los empollara. A su debido tiempo nacieron los patitos, y comenzaron a dar sus paseos acompañados de la gallina.

La gallina madre no se explicaba por qué sus polluelos eran tan diferentes de ella. Y ocurrió que cierto día llegaron a las cercanías de un estanque, y los patitos, instintivamente, se fueron en línea recta hacia el agua.
La pobre gallina, creyendo que estaban en peligro de ahogarse, hacía desesperados intentos para llamarlos y salvarlos, pero sin resultado. No importaba que se los hubiese criado en tierra firme y seca. nadie pudo borrar de aquellos patitos su natural inclinación hacia el agua, porque era parte de sus propios instintos.

¿No llevamos los seres humanos, también por instinto, a Dios en el alma?. Negar su existencia equivaldría a desnaturalizarnos. Sería resistirnos a aceptar algo que de todos modos se impone en el corazón. El rey David declaró que Dios estaba ” Impuesto ” en todos sus caminos, y que no importaba adonde fuera, allí advertía la presencia divina.

Cierto filósofo francés afirmaba que los hombres creen en Dios sólo porque se les inculca esta creencia desde niños. Y para demostrar su pensamiento, llevo a un niño a su finca para educarlo con la orden expresa de que nadie le hablara de Dios. Pero al poco tiempo de iniciada su educación atea, el filósofo encontró al niño cierta mañana mirando fijamente hacia el sol naciente, y diciendo estas palabras:

“¡Cuán hermoso eres, OH sol!,
¡Cuánto más grade y hermoso debe ser el que te hizo!.
Yo no lo conozco; pero si tú lo ves, llévale un beso de mi parte”.

Sí, la convivencia de la existencia de Dios forma parte de nuestra naturaleza. Es un instinto humano, como lo reveló el niño de este experimento; o como lo ilustraron los patitos de la historia. Por instinto, la gallina permaneció en tierra seca, y por igual razón los patitos se vieron atraídos por el agua.
¿Nos dice nuestro corazón que Dios existe, que él es todopoderoso, y que podemos confiar en su conducción de amor?.

Mientras el sol mantenga su brillo; mientras la tierra siga girando sobre su eje; mientras las nubes del cielo nos regalen su lluvia; mientras tengamos aire para llenar nuestros pulmones; mientras nuestro corazón siga latiendo…..Mientras ocurra todo esto, podremos saber que Dios existe. y que,
” Porque en él vivimos, nos movemos y somos “ Hechos 17: 28 pp.

MURIO PARA DARLE VIDA

A un estudiante de seminario, de carácter firme, le preguntaron por qué llevaba una vida consagrada y piadosa casi al extremo.

“Cuando yo estaba por nacer hubo complicaciones graves”, contestó el estudiante. “El doctor salió al pasadizo donde esperaba mi padre y le dijo: “No hay esperanza, no podemos salvar a los dos. Usted tendrá que decidir, ¿salvamos a su esposa o a su hijo?” Sin vacilar un momento mi padre dijo: “Salve a mi esposa”.

“Mi madre oyó la conversación por el tragaluz que estaba abierto, y dijo más fuerte y con más insistencia que mi padre: “¡Salve a mi hijo! ¡Salve a mi hijo!”

“Yo estoy viviendo por ella que murió por mí, y por mejor vida que yo lleve nunca será suficientemente buena”.

El sacrificio de amor de aquella madre por el hijo que aún no había nacido es poco al compararlo con el amor de Dios por nosotros. (Lea Romanos 5:8).

NO TE OLVIDES

Lectura: Deuteronomio 8:1-2,10-18.
"Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos" Deuteronomio 8:11
Uno de mis cómics favoritos se titula «Superman en sus últimos años». Muestra al superhéroe, ya anciano, parado en una ventana y listo para saltar, mientras mira hacia atrás y dice: «¿Adónde iba?».
La falta de memoria nos afecta a todos, y aunque nuestros lapsus ocasionales quizá sean cómicos o fastidiosos, olvidarnos de Dios puede ser desastroso.
Cuando los israelitas estaban listos para entrar a la tierra prometida, Moisés los desafió, diciendo: «Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto» (Deuteronomio 8:2), y «cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos» (v. 11).
Los siguientes motivos pueden hacer que nos olvidemos de Dios: Pruebas (vv. 2-4). Dios permitió que Su pueblo tuviera hambre y luego les dio maná. Si tenemos necesidades en la vida, es fácil creer que Dios se ha olvidado de nosotros. Satisfacción (vv. 10-11). La abundancia o la necesidad pueden producir amnesia espiritual, porque ambas cosas hacen que nos centremos en nosotros mismos y no en el Señor que provee. Orgullo (vv. 12-16). Si la prosperidad nos hace sentir que nuestro esfuerzo nos proporcionó éxitos, nos hemos olvidado de Dios.
La humildad, la obediencia y la alabanza nos ayudan a recordar la provisión y el cuidado fiel del Señor. Hoy no nos olvidemos de agradecerle por todo lo que Él ha hecho.
Jamás permitas que la abundancia de las dádivas de Dios te haga olvidar del Dador.