lunes, 28 de junio de 2010
PARA HACERLE UN FAVOR
Las discusiones eran continuas. Cada vez que se veían, tras unos momentos de charla cariñosa, comenzaban las desavenencias. Se amaban, pero al tocar cierto punto, ahí comenzaba la tormenta.
Un día, el joven, Ricardo Lallis, de veintiséis años de edad, no aguantó más, y en un rapto de locura mató a su novia Andrea Young. Cuando a los tres días fue detenido, Ricardo les dijo a los detectives: «La maté para hacerle un favor. La amaba, pero era la única manera de librarla del infierno de la cocaína.»
Ricardo les relató a los detectives que durante muchos meses había estado tratando de convencerla, con toda clase de argumentos, de que dejara el vicio. La joven le hacía promesas de enmienda y, por momentos, parecía estar libre, pero luego volvía a caer.
Para Ricardo cada caída era un nuevo golpe, una nueva desilusión, un nuevo dolor. Fue así como un día se le metió en la cabeza esa idea atroz de eliminarla de su adicción. Se convenció de que la muerte era la única solución para Andrea. Lo demás es historia. Pero, ¿solucionó algo Ricardo con quitarle la vida a su novia? Al contrario. La perdió a ella, y perdió su propia libertad.
Matar a una persona no es nunca la solución. Es la derrota más grande de la vida. Es cortar por la mitad una vida que, de esperar con paciencia, pudiera haber sido brillante y victoriosa. Aparte del daño irreparable que causa la muerte prematura, está el daño y el dolor que se les causa a los que están cerca, ya sean parientes o amigos íntimos.
Y hay otro factor. Toda persona, al partir de esta vida, se enfrenta al instante con Dios, el Juez Supremo. Y el que parte a la eternidad sin Cristo no está aún preparado para ese encuentro eterno.
La buena noticia es que hay una solución para el problema de la drogadicción así como para todo problema de esta vida. Esa solución es Cristo. Él tiene el poder para librar a cualquier persona de cualquier vicio, y no sólo de cualquier vicio sino de sus depresiones, sus congojas, sus tristezas y sus fracasos.
Es posible librarnos de toda especie de mal, porque hay poder en Jesucristo. Si nos sometemos al Todopoderoso Salvador, esa entrega nos librará de las garras del diablo. Ninguno de nosotros tiene que ser esclavo del pecado. Cristo ya compró nuestra salvación. Aceptémosla hoy mismo.
Hermano Pablo
EL PUEDE VER QUE VA A SUCEDER
Susie se paseó por la casa toda la mañana, quejándose mientras se asomaba por las ventanas: Parece que el Señor no supiera que hubiese sido mejor que lloviera ayer que hoy. Su padre trató de explicarle cuán importantes es la lluvia para los agricultores y para los jardineros. Pero Susie sólo respondía: No es justo.
Alrededor de las tres de la tarde, la lluvia cesó. Todavía había tiempo de pescar, por lo que padre e hija rápidamente cargaron su equipo y se dirigieron al lago. Debido a la tormenta, los peces estaban picando. En dos horas, regresaron con una cuerda llena de pescados.
A la hora de la cena de pescados le pidieron a Susie que diera gracias. Ella concluyó su oración diciendo:
-Y, Señor, si estaba gruñona esta mañana fue porque no pude ver más lejos.
Cuando buscamos el consejo de Dios en nuestras vidas, es importante darnos cuenta de que ¡solo Él puede ver qué va a suceder!
1Pedro 5:6
Humilláos, pues bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.
¿ESTAS LISTO?
"Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado" Hechos 13:2
Tres meses antes de un viaje misionero ya programado, un amigo y yo estábamos hablando acerca de ello. Él me dijo. «Si alguien no puede ir, estoy dispuesto a tomar cartas en el asunto y unirme a tu grupo». Los ocho días del viaje no iban a ser nada fáciles, por cuanto estaríamos pintando, reparando y arreglando cosas bajo el calor de julio de Jamaica. Pero mi amigo parecía ansioso por ir.
Aproximadamente seis semanas antes de nuestra partida programada, se presentó una vacante. Le mandé un correo electrónico a mi amigo —a quien no había visto en todo ese tiempo— y le pregunté si seguía interesado. Me respondió de inmediato: «¡Claro! Y tengo pasaporte, por si acaso». Él se había asegurado de estar listo en caso recibiera el llamado para ir, por si las moscas.
La preparación de mi amigo me recuerda lo que sucedió allá por el primer siglo en Antioquia. Pablo y Bernabé se encontraban entre un grupo de personas que se estaban preparando espiritualmente para lo que fuera que Dios les pudiera pedir que hicieran, o para cualquier lugar donde Él pudiera enviarles. No se prepararon consiguiendo un pasaporte, sino «ministrando… al Señor y ayunando» (Hechos 13:2). Y cuando el Espíritu Santo dijo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra» (v. 2), ya estaban totalmente listos para el viaje.
¿Te estás preparando para lo que Dios te pida que hagas? Cuando el Espíritu diga «Ve», ¿estarás listo?
Mantén tus herramientas listas; Dios encontrará trabajo para ti.