Lectura: Mateo 6:1-6.
“[Jesús] se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” Filipenses 2:7
Cuando trabajaba como un joven reportero para la revista Campus Life (Vida Universitaria), mi asistente tenía una placa sobre su escritorio con este poema de dos líneas: Sólo una vida, pronto pasará. Sólo lo hecho para Cristo durará.
Cada vez que leía esa placa me quedaba helado. Aunque creía en la verdad que ésta contenía, ¿cómo podía ponerla en práctica? ¿Cómo debe mi fe en el mundo invisible afectar mi vida día a día en el mundo visible?
Según Jesús, lo que importa es lo que Dios piensa de nosotros, no lo que demás piensen. Jesús nos instruyó a orar en una habitación cerrada, donde nadie pudiera vernos, en vez de hacerlo en algún lugar público donde pudiéramos recibir el crédito por ser espirituales (Mateo 6:6). En otras palabras, vive para Dios y no para los demás.
¿Pedimos a gritos atención y reconocimiento por nuestros éxitos? Jesús nos invita a abandonar esa lucha competitiva, a confiar en que la opinión que Dios tiene de nosotros es la única que cuenta al final.
¿De qué manera serían nuestras vidas diferentes si verdaderamente tocáramos para una audiencia de una sola persona? Ciertamente nuestro sentido del ego y la rivalidad se marchitarían, porque ya no necesitaríamos preocuparnos por probarnos ante los demás. En vez de ello, nos concentraríamos en agradar a Dios viviendo de una manera que atraería a las personas a Jesús.
Cristo se ve con mayor claridad cuando permanecemos al fondo.
“[Jesús] se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” Filipenses 2:7
Cuando trabajaba como un joven reportero para la revista Campus Life (Vida Universitaria), mi asistente tenía una placa sobre su escritorio con este poema de dos líneas: Sólo una vida, pronto pasará. Sólo lo hecho para Cristo durará.
Cada vez que leía esa placa me quedaba helado. Aunque creía en la verdad que ésta contenía, ¿cómo podía ponerla en práctica? ¿Cómo debe mi fe en el mundo invisible afectar mi vida día a día en el mundo visible?
Según Jesús, lo que importa es lo que Dios piensa de nosotros, no lo que demás piensen. Jesús nos instruyó a orar en una habitación cerrada, donde nadie pudiera vernos, en vez de hacerlo en algún lugar público donde pudiéramos recibir el crédito por ser espirituales (Mateo 6:6). En otras palabras, vive para Dios y no para los demás.
¿Pedimos a gritos atención y reconocimiento por nuestros éxitos? Jesús nos invita a abandonar esa lucha competitiva, a confiar en que la opinión que Dios tiene de nosotros es la única que cuenta al final.
¿De qué manera serían nuestras vidas diferentes si verdaderamente tocáramos para una audiencia de una sola persona? Ciertamente nuestro sentido del ego y la rivalidad se marchitarían, porque ya no necesitaríamos preocuparnos por probarnos ante los demás. En vez de ello, nos concentraríamos en agradar a Dios viviendo de una manera que atraería a las personas a Jesús.
Cristo se ve con mayor claridad cuando permanecemos al fondo.
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