lunes, 14 de abril de 2008

DIOS Y EL PELUQUERO

Un hombre fue a un peluquería a cortarse el cabello y recortarse la barba.Como es costumbre en estos casos, se puso a conversar con la persona que le atendía. Hablando de tantas cosas, de pronto tocaron el tema de Dios. El peluquero dijo:

-Yo no creo que Dios exista como Ud. dice.

-Pero, ¿por qué dice eso?- preguntó el cliente.

-Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta que Dios no existe. O dígame, ¿acaso si Dios existiera, habrían tantos enfermos, habrían niños abandonados?Si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.
-El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión.
En ese instante pasaba frente a la peluquería un hombre con la barba y el cabello largos, al parecer hacía mucho tiempo que no se los cortaba y se veía muy desarreglado.
Entonces el cliente le dijo al peluquero:
-¿Sabe una cosa?, acabo de descubrir que LOS PELUQUEROS NO EXISTEN.
-¿cómo que no existen? -preguntó el peluquero-, aquí estoy yo por ejemplo y SOY peluquero. ¿No acabo de cortarle a Ud. el cabello y arreglarle la barba?

-!No!-insistió el cliente- No existen, porque si existieran, no habría personas con el pelo y la barba tan largas como la de ese hombre que va allí por la calle.
-!Ah, los peluqueros sí existen! Lo que pasa es que esas personas no vienen a mí.
-Exacto -dijo el cliente-, Ese es el punto, Dios Sí existe, lo que pasa es que las personas no van a él, y es por eso que hay tanto dolor y miseria.

LA SILLA VACÍA

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote asumió que el hombre sabía que vendría a verlo.

"Supongo que me estaba esperando", le dijo. "No, ¿quién es usted?", dijo el hombre. "Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted, cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo estaba viniendo a verlo"

"Oh sí, la silla", dijo el hombre enfermo, "¿Le importa cerrar la puerta?" El sacerdote sorprendido la cerró.

"Nunca le he dicho esto a nadie, pero... toda mi vida la he pasado sin saber como orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, etc., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: "José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas... te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado hacerlo pues Él nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes." Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo"
"Así lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en la casa de los locos".

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición, los santos óleos y se fue a su parroquia.

Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:

-¿Falleció en paz?

-Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras una hora mas tarde, ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Que cree usted que pueda significar esto?"

El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió:

- "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera".

PARTE DEL CORO


Parte del coro de la iglesia La Paz cantando alabanzas a Dios, el domingo por la tarde.

EVANGELISTA MANUEL GABARRE


El evangelista Manuel Gabarre pedicando en la iglesia la paz, el domingo por la tarde.

EVANGELISTA MANUEL GABARRE Y PASTOR



El pastol Rafael Diaz y el evangelista Manuel Gabarre, invitado a predicar en la iglesia la paz.

PROFETA VIRGILIO

Se me olvidaba el profeta virgilio estos dias atras su mujer que esta en su pais Venezula tuvo un hijo. Le rogamos a Dios para que le de mas sabiduria de lo alto para criar a su nuvo hijo.

PROFETA VIRGILIO


El profeta Virgilio predicando en la iglesia La Paz.

PROFETA VIRGILIO MORENO Y EL PASTOR


El pastor rafael Diaz y el profeta Virgilio Moreno, invitado a predicar en la iglesia La Paz.

PASTOR HECTOR CHACA


El pastor invitado Hector Chaca, predicando en la iglesia La Paz.

DE CORAZON A CORAZON

Lectura: Salmo 62
. . . derramad vuestro corazón delante de Él; Dios es nuestro refugio. --Salmo 62:8.
Uno esperaría que el rey David estuviera sumamente disgustado porque sus enemigos estaban maquinando destronarlo. Sin embargo, en el Salmo 62, David testificó que su alma estaba tranquila y confiada delante de Dios. ¿Cómo era esto posible en medio de tal confusión? El versículo 8 ofrece una pista, pista que yo descubrí por mí misma hace varios años.
Acababa de regresar a la casa, agotada, sola y al final de mis fuerzas. Cuando empecé a mencionar mis calamidades delante de Dios, de repente me detuve y dije: «Padre, perdóname. Te estoy tratando como a un consejero.» Pero el torrente de palabras siguió y luego expresé la misma disculpa. Entonces el Espíritu de Dios me susurró dentro de mí: «Yo soy tu Gran Consejero.»
¡Por supuesto! ¿Acaso no había Él, el Creador de mi constitución física y espiritual, creado también la parte emocional de mí? ¡Qué razonable era, pues, desplegar mis precariedades delante de Él! Entonces vino su consejo consolador y correctivo, ministrado hábilmente por el Espíritu Santo a través de Su Palabra.
Mis problemas no se evaporaron, pero igual que David, pude descansar en Dios solamente. Estaba otra vez en paz.
No vaciles nunca en derramar tu corazón delante de Dios. En tu día de angustia descubrirás que la oración es la ruta más corta entre tu corazón y el de Dios.
CUANDO DERRAMAMOS NUESTRO CORAZÓN DELANTE DE DIOS, ÉL LO LLENA DE PAZ.