jueves, 10 de diciembre de 2009

BENDICIONES




EL CENICERO MÁS GRANDE DEL MUNDO

Fue un día especial para la ciudad de Houston, Texas. No era un día de nieve ni de ciclón. No había campeonato de béisbol ni concierto de la orquesta sinfónica. Ese día, en un negocio de la ciudad, se instalaría el cenicero más grande del mundo.

En un receptáculo especial, miles de hombres y mujeres comenzaron a arrojar colillas de cigarrillos. Era una manera de protestar contra el abuso del tabaco, y una forma de evidenciar su propia decisión personal de no volver a fumar.

Miles de colillas, hasta llegar a pesar 300 kilogramos, llenaron el cenicero más grande del planeta. ¡Qué buena la decisión de estos habitantes de Houston!

Dejar de fumar, y dejarlo para siempre, es una de las mejores resoluciones que pueden hacerse, ya sea en Año Nuevo o en mitad de año, o en cualquier día del calendario. Porque el humo del tabaco es, en el mejor de los casos, totalmente inútil, y en el peor de los casos, nocivo tanto para el organismo del que lo fuma como para el inocente que se ve obligado a aspirarlo por la inconsciencia del fumador que está a su lado. El humo del tabaco es pestilente, maloliente, deprimente y repelente, además de no dejar célula del cuerpo sin estropear. Bueno sería que en cada ciudad del mundo comenzaran a poner ceniceros gigantes, y que se organizara un campeonato mundial para ver quién hiciera el más grande.

Después de hacer campeonato de ceniceros de cigarrillos, podrían hacerse campeonatos de otras clases de vicios de la humanidad que igualmente la dañan, estropean y arruinan. Por ejemplo, podría haber, en todas partes del mundo, campeonatos de tanques de licores, adonde cada persona adicta al licor fuera a vaciar sus botellas; campeonatos de resumideros de drogas y de marihuana; campeonatos de cualquier otra cosa que se bebe, se come, se huele, se aspira o se inyecta, y que perturba, daña, enferma, crea adicción y mata a ese ser que no vive bajo la protección de un Creador sabio y amoroso, sano, perfecto, inocente y limpio; y campeonatos de los despojos mortales de todo lo que ensucia y envilece el alma, tal como el odio, la violencia, la mentira, la lujuria, la inmoralidad, la crueldad y la vanidad.

Sin embargo, estos campeonatos no son más que una ilusión. Lo que sí puede ser realidad es la decisión de cada uno, una decisión muy personal, de despojarse de todo lo que es malo, y de pedirle a Cristo que sea su Señor y su Salvador.

Hermano Pablo

EXTROPEADO

Lectura: Mateo 1:18-25.
"Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" Mateo 1:21
Durante un festival de toda una noche en París, cinco jóvenes irrumpieron en el Museo Orsay y dejaron un tajo de diez centímetros en un cuadro invalorable de Claude Monet. La Ministro de Cultura, Christine Albanel, dijo que se podía restaurar la pintura, pero que estaba profundamente perturbada ante el daño hecho por «un acto puramente criminal».
El titular de un diario decía: Obra Maestra de Monet Estropeada. «Estropear» significa perjudicar o dañar; malograr, desfigurar o afectar. Es una descripción acertada del efecto del pecado en nosotros. Conocemos bien los resultados de nuestras propias elecciones como consecuencia de ignorar a Dios o desafiarle.
Al acercarnos a la Navidad, es bueno recordar por qué nació Jesús. El Hijo de Dios no vino a establecer una festividad nostálgica, de orientación familiar y comercialmente exitosa. El ángel le dijo a José: «[María] dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21).
La Navidad comenzó con un regalo de Dios a Su mundo dañado por el pecado: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 6:23).
La obra maestra de la creación humana de Dios, estropeada por alejarse de Él, puede restaurarse cuando le damos nuestro corazón a Cristo.
Jesús vino a la tierra a reparar nuestras vidas dañadas por el pecado.

¿PORQUE LA URGENCIA?

Pocas cosas son realmente tan urgentes como parece serlo.
Una persona sabia me dijo esto una vez cuando me sentía que era forzado a dar una respuesta inmediata a un dilema que enfrentaba. Es un buen consejo, y desearía poder compartirlo con mis hermanos y hermanas en la televisión cristiana durante esta temporada de levantamiento de fondos .
Mientras observo, se me anima a “sembrar una semilla ahora”, “tomar el teléfono mientras la unción está fresca”, y –lo peor de todo– “meterse en el estanque mientras las aguas están moviéndose”. Esta alocada interpretación de la sanidad del paralítico en Betesda por parte de Jesús contradice directamente el mensaje de la narración bíblica: el pobre hombre no tenía a nadie que le metiese al estanque cuando las aguas se movían. Así que Jesús vino a él y tornó al estanque obsoleto –un acto de misericordia que no requirió nada de parte del mendigo inválido.
Nosotros, los líderes eclesiásticos, no nos hacemos ningún favor cuando animamos a la gente a tomar decisiones a la ligera –sean estas espirituales, vocacionales o financieras.
¿Cuántos pecadores han sido arrastrados al altar a través de urgentes amenazas del infierno –sólo para verlos regresar a sus vidas de pecado, luciendo una confesión verbal y un corazón no lavado?
¿Cuántos santos no preparados hemos empujado al ministerio a tiempo completo con promesas de un campo blanco para la siega –sólo para verlos secarse en los ardientes desiertos del ministerio vocacional?
¿Cuántas veces hemos animado a los financieramente vulnerables a hacer extravagantes promesas de fe –sólo para verlos fracasar avergonzados cuando se vencen sus hipotecas o sus autos de malogran?
A veces, aún buscamos beneficiarnos de la impulsividad financiera de los endeudados sugiriendo que su pobreza se aliviará al dar ahora mismo.
Promesas de abundancia financiera y reversión divina de la deuda son fáciles de hacer en el calor del momento. Sin embargo, deberíamos ser sabios en animar a aquellos que guiamos a considerar las consecuencias y recompensas eternas de la “construcción de torres” –tal como hiciese Jesús al describir los desafíos del discipulado a potenciales seguidores
(Lucas 14:25-34).
Los resultados serán cristianos balanceados y discernidores, que pueden ver la diferencia entre una estafa y una oportunidad, una inversión a largo plazo en el Reino y un corto viaje de culpa.
Matt Green, editor encargado de Ministries Today
Fuente: Ministries Today Update, November
La verdad es que podemos ser fácilmente manipulados cuando no entendemos que los principios bíblicos nunca se pueden usar como una ligera forma de presión. Dios, respeta de tal manera al ser humano, que deja los principios frente a él o ella, pero jamás los manipula. Lo que parece urgente, debiera ser tomado con paciencia mientras analizamos cómo y en que forma podemos andar en esos principios bíblicos, sin dejar de cumplirlos. DIos quiere que sus hijos leguemos a la madurez, para discernir entre principios y manipulaciones.
Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.I Corintios 2:6
Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Hebreos 5:14

LECCIONES DE UNA BOTELLA DE COCA-COLA

Lectura: Romanos 5:15-21.
"Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia" Romanos 5:20
El Pastor Luis estaba predicando sobre el carácter penetrante del pecado. «¡Está en todas partes!» declaró enfáticamente. Contó de cuando estaba esperando el cambio de luces en el semáforo y vio cómo el hombre del automóvil de adelante terminó de tomarse su Coca-Cola, abrió la puerta, puso la botella de vidrio en la calzada, y continuó su recorrido.
«¡Esto estuvo mal! —dijo Luis—. ¡Fue un pecado egoísta! Podría haber hecho que a alguien se le pinchara un neumático o incluso haber causado un accidente.» Normalmente no consideramos que tirar basura sea un pecado, pero es una clara evidencia de nuestro egoísmo inherente.
Posteriormente, cuando Luis estaba saludando a las personas a la puerta, un profesor de Biblia en un seminario cristiano de la localidad pasó diciendo en voz baja, «el pecado pone la botella en la calzada, pero la gracia la recoge».
Ahora bien, muchos años después, Luis no ha olvidado la lección de dicho principio bíblico. Proviene directamente de Romanos 5, uno de los textos más alentadores en la Biblia, que describe la gracia de Dios. La transgresión de Adán introdujo el pecado al mundo (v. 12) y sus consecuencias infectaron a todas las personas. Pero Dios respondió con gracia, ofreciendo perdón por medio de Su Hijo a todos aquellos que elijan vivir. La raza humana pecó y Dios respondió con gracia abundante (v. 20).
Dios hace mucho más que simplemente «recoger la botella»: ¡limpia el corazón del trasgresor!
La confesión de pecado es el suelo en el que florece el perdón.