Lectura: Éxodo 17:1-7.
"Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" Hebreos 4:2
En los años 60, un popular trío de cantantes popularizó una canción llamada «Pedrito en el Desierto». La balada cuenta la historia de un sediento vaquero que está cruzando el desierto y encuentra una bomba de agua manual. A su lado, Pedrito en el Desierto ha dejado una nota instando al lector a no tomar del jarro que está escondido allí sino que use su contenido para alimentar el surtidor.
El vaquero resiste la tentación de tomarse la jarra y usa el agua según las instrucciones de la nota. En recompensa a su obediencia, recibe una abundancia de agua fría y refrescante. Si no hubiese actuado con fe, sólo habría tenido para beber una jarra de agua tibia que no le habría satisfecho.
Esto me recuerda el viaje de Israel por el desierto. Cuando la sed del pueblo se hizo agobiante (Éxodo 17:1-7), Moisés buscó al Señor. Se le dijo que golpeara la roca de Horeb con su vara. Moisés creyó y obedeció y el agua salió a borbotones de la piedra.
Triste decirlo, Israel no seguiría el ejemplo de fe de Moisés con constancia. Al final, «no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron» (Hebreos 4:2).
Algunas veces, la vida puede parecer como un árido desierto. Pero Dios puede saciar nuestra sed espiritual en las circunstancias más increíbles. Cuando por fe creemos en las promesas de la Palabra de Dios, podemos experimentar ríos de agua viva y gracia para nuestras diarias necesidades.
Sólo Jesús, el Agua Viva, puede satisfacer nuestra sed de Dios.
"Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" Hebreos 4:2
En los años 60, un popular trío de cantantes popularizó una canción llamada «Pedrito en el Desierto». La balada cuenta la historia de un sediento vaquero que está cruzando el desierto y encuentra una bomba de agua manual. A su lado, Pedrito en el Desierto ha dejado una nota instando al lector a no tomar del jarro que está escondido allí sino que use su contenido para alimentar el surtidor.
El vaquero resiste la tentación de tomarse la jarra y usa el agua según las instrucciones de la nota. En recompensa a su obediencia, recibe una abundancia de agua fría y refrescante. Si no hubiese actuado con fe, sólo habría tenido para beber una jarra de agua tibia que no le habría satisfecho.
Esto me recuerda el viaje de Israel por el desierto. Cuando la sed del pueblo se hizo agobiante (Éxodo 17:1-7), Moisés buscó al Señor. Se le dijo que golpeara la roca de Horeb con su vara. Moisés creyó y obedeció y el agua salió a borbotones de la piedra.
Triste decirlo, Israel no seguiría el ejemplo de fe de Moisés con constancia. Al final, «no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron» (Hebreos 4:2).
Algunas veces, la vida puede parecer como un árido desierto. Pero Dios puede saciar nuestra sed espiritual en las circunstancias más increíbles. Cuando por fe creemos en las promesas de la Palabra de Dios, podemos experimentar ríos de agua viva y gracia para nuestras diarias necesidades.
Sólo Jesús, el Agua Viva, puede satisfacer nuestra sed de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario