¿Sabía usted que como creyente la sangre de Jesucristo le ha redimido de la maldición del dolor y la tristeza? Usted no tiene por qué tolerar estas cosas, así como no tiene que tolerar el pecado ni la enfermedad.
Así que, ocho meses y medio antes de que mi madre partiera, comencé a resistir el dolor y la tristeza. Decidí que no iba a entristecerme. De inmediato el diablo comenzó a atacar mi estado de ánimo. Pero le decía: “No, no voy a tolerar eso. Ejerzo autoridad sobre mi estado anímico en el nombre de Jesús. He dado mi cuerpo como sacrificio agradable al Señor, y no participaré de nada excepto de su gozo”. Entonces comencé expresar la Palabra y a alabar en voz alta. Pasé tres días difíciles resistiendo, hasta que los espíritus de aflicción se fueron.
Lo que quiero decirle es que usted va a tener que resistir el dolor y la tristeza. No le pertenecen. No provienen de su Padre celestial. Quizá tenga que pasearse por su habitación toda la noche. Pero en lugar de preocuparse y llorar, camine y exprese la Palabra hasta que deje de sentirse así y el gozo del Señor le llene. Recuerde que usted es uno de los que “tendrán gozo y alegría” y de los cuales “huirán el dolor y el gemido”. Usted es el redimido de Jehová.
Escrito por:Keneth Copeland
No hay comentarios:
Publicar un comentario