miércoles, 3 de diciembre de 2008

SANTUARIO

Lectura: Salmos 71:1-16
Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme. -Salmos 71:3
Un atleta profesional mandó construir su hogar, un palacio de ocho dormitorios donde vive solo. Su aislada casa incluye una sala de cine, un gimnasio, una piscina y un garaje para cinco automóviles.
El atleta le contó al New York Times que no considera su propiedad de 8 millones de dólares como un monumento al éxito. En vez de ello, la considera un santuario de sus dolorosos recuerdos de una niñez llena de pobreza y maltrato. El joven está buscando algo mucho más profundo que el lujo y el entretenimiento. «Tengo que encontrar mi paz», dijo.
Todos nosotros sabemos qué se siente al estar angustiados. Cuando el presente es desalentador y el pasado nos trae inquietantes recuerdos, ¿a dónde podemos ir en busca de liberación? ¿A quién podemos recurrir para encontrar consuelo y paz?
El salmista escribió: «Socórreme y líbrame en Tu justicia; inclina Tu oído y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente» (Sal. 71:2-3). Dios era su esperanza, su confianza y su refugio en las tormentas de la vida (vv. 5-8).
El poema de E. May Grimes capta ese concepto bíblico.
Un pequeño santuario eres Tú para mí,
Oh, Jesucristo amado, Contigo vivo yo,
Mi corazón ha encontrado su eterno hogar,
Su segura morada por dondequiera que yo haya de vagar.
Muy pocas personas pueden darse el lujo de una mansión, pero todo aquel que conoce al Señor puede encontrar refugio y paz en Su eterna presencia.
Cuando ponemos nuestros problemas en las manos de Dios, Él pone Su paz en nuestros corazones.

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