viernes, 21 de noviembre de 2008

LAS HERIDAS DE UN AMIGO

Lectura: 2 Samuel 12:1-13
Fieles son las heridas del que ama. —Proverbios 27:6
No todos aprecian la corrección; pero David sí la apreciaba. Él se sentía en deuda con aquellos que les corregían y se daba cuenta de lo mucho que les debía. «Que el justo me castigue; será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza» (Sal. 141:5).
David insiste en que la corrección es un favor, una palabra que sugiere un acto de lealtad. Los amigos leales se corregirán unos a otros, aun cuando hacerlo sea doloroso y perjudicial para las relaciones. Es una de las maneras en las que mostramos amor y nos ayudamos unos a otros a fortalecernos. Como lo declara Proverbios 27:6: «Fieles son las heridas del que ama».
Se requiere de gracia para impartir corrección piadosa; se requiere de una gracia mayor para recibirla. A diferencia de David, quien aceptó la corrección de Natán (2 S. 12:13), nosotros estamos inclinados a rechazarla. Nos molesta la interferencia; no queremos que nos descubran. Pero, si aceptamos la reprobación, encontraremos que efectivamente ésta se convierte en «excelente bálsamo» sobre nuestras cabezas, una unción que hace de nuestras vidas un dulce aroma por dondequiera que vayamos.
Algunas veces, crecemos en gracia por medio de la amable pero desagradable corrección de un amigo leal. No la rechaces, por cuanto «el que guarda la corrección vendrá a ser prudente» (Prov. 15:5) y «sabio» (9:8-9).
La corrección de un amigo leal puede ayudarnos a cambiar para mejor.

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