Mi identidad en Cristo La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de "siervo" y haciéndose semejante a los seres humanos.
Filipenses 2:5-7
Creo que mi servicio al Señor empezó a tener valor cu ando comprendí la gran verdad de que mi verdadera identidad radica en el hecho de ser "hijos de Dios".
Ha muchas cosas que pueden identificarme, como es mi nombre, mi cédula de ciudadanía, mis huellas digitales, ser esposo(a) y padre o madre, ser amado(a) y respetado(a). Sin embargo, sé que en un momento podría perder cualesquiera de esas cosas que me identifican y me quedaría sin "piso".
Pero, ¿qué del hecho de ser hijos de Dios? cualquiera de las otras cosas es un débil hijo que en un momento se podría romper; pero ser hijo o hija de Dios es un lazo tan fuerte que trascenderá por la eternidad.
El mejor ejemplo de identidad es Cristo mismo, quien como Hijo de Dios se humilló hasta lo sumo por los seres humanos. En él puedo:
• Tener un concepto adecuado de mí mismo (a) • Servir sin esperar recompensa • Callar cuando no me tienen en cuenta • Asociarme con los humildes • Gozarme cuando otro recibe el honor que yo gané • Conocer mis limitaciones para no intentar hacer más de lo que puedo • Saber decir que no, a pesar de mí y de los demás • Ver surgir a otros sin sentir envidia.
Como el apóstol Pablo, si vivo, para Él vivo y si muero, para Él muero (Romanos 14:8). Nada me podrá dañar, pues mi identidad radica en que soy hijo(a) de Dios, certeza que nadie me podrá quitar.
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