“Porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y a la heredad que os da el Señor, vuestro Dios” Deut 12:9
Hoy, cuando leí este pasaje: “Porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y la heredad que os da, el Señor vuestro Dios, ”
Pensé en cuantos de los hijos del Señor, aunque le han conocido como el Salvador de sus almas, parece que no han entrado todavía al reposo y la heredada del Señor. Ha pasado muchas veces conmigo mismo, y hoy tomo la decisión de entrar en el reposo y en la heredada.
Por tanto, queda un reposo para el Pueblo de Dios, dentro del velo, donde entró por nosotros como precursor el Señor Jesús. Su mensaje siempre ha sido un mensaje de esperanza y de reposo, de gloria y de heredad. Lo expresó claramente la decir: “ En la casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy vosotros también estéis.
Hoy, reflexiono que el reposo que el Señor me promete para hoy, no es solo un reposo de la eternidad, sino un reposo para hoy, cuando cansado y angustiado me encuentro. Hoy, cuando las situaciones son muy difíciles sus promesas toman vida con: “Venid a mi los cansados y trabajados que os haré descansar”.
Ese reposo y esa heredad se prolongan en su misericordia del hoy a la eternidad al decir: “Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas son pasadas. Allí los impíos dejan de perturbar y allí descansan los de cansadas fuerzas”
Señor: Hoy no quiero vivir sin reposo y sin heredad. No quiero vivir como el pueblo de Israel que aún habiendo recibido de ti el reposo y la heredad, aún no habían entrado a ese reposo y a esa heredad.
Reconocer que en ti está el reposo y la heredad, más grande que un ser humano puede tener, me lleva directamente a humillarme en tu presencia y adorarte. Se que este día tendrá muchas angustias y afanes o quizá necesidades, pero no me angustia eso, porque en ti encuentro el reposo que mi alma necesita y la heredad que mi espíritu ha buscado siempre.
Hoy, doy un paso al frente y entró en tu reposo y me apropio de mi heredad que como hijo me has dado.
Gracias Señor, porque para siempre es tu misericordia. Amen.
Hoy, cuando leí este pasaje: “Porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y la heredad que os da, el Señor vuestro Dios, ”
Pensé en cuantos de los hijos del Señor, aunque le han conocido como el Salvador de sus almas, parece que no han entrado todavía al reposo y la heredada del Señor. Ha pasado muchas veces conmigo mismo, y hoy tomo la decisión de entrar en el reposo y en la heredada.
Por tanto, queda un reposo para el Pueblo de Dios, dentro del velo, donde entró por nosotros como precursor el Señor Jesús. Su mensaje siempre ha sido un mensaje de esperanza y de reposo, de gloria y de heredad. Lo expresó claramente la decir: “ En la casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy vosotros también estéis.
Hoy, reflexiono que el reposo que el Señor me promete para hoy, no es solo un reposo de la eternidad, sino un reposo para hoy, cuando cansado y angustiado me encuentro. Hoy, cuando las situaciones son muy difíciles sus promesas toman vida con: “Venid a mi los cansados y trabajados que os haré descansar”.
Ese reposo y esa heredad se prolongan en su misericordia del hoy a la eternidad al decir: “Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas son pasadas. Allí los impíos dejan de perturbar y allí descansan los de cansadas fuerzas”
Señor: Hoy no quiero vivir sin reposo y sin heredad. No quiero vivir como el pueblo de Israel que aún habiendo recibido de ti el reposo y la heredad, aún no habían entrado a ese reposo y a esa heredad.
Reconocer que en ti está el reposo y la heredad, más grande que un ser humano puede tener, me lleva directamente a humillarme en tu presencia y adorarte. Se que este día tendrá muchas angustias y afanes o quizá necesidades, pero no me angustia eso, porque en ti encuentro el reposo que mi alma necesita y la heredad que mi espíritu ha buscado siempre.
Hoy, doy un paso al frente y entró en tu reposo y me apropio de mi heredad que como hijo me has dado.
Gracias Señor, porque para siempre es tu misericordia. Amen.
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