martes, 27 de mayo de 2008

LA INMESIDAD DEL UNIVERSO

(Dios) cuelga la Tierra sobre nada...
Su espíritu adornó los cielos...

He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos.
Job 26:7, 13-14

El huesped de un profesor de literatura consideraba el cristianismo como anticuado. Cierta vez dijo, sonriendo a su anfitrión, a quien conocía como creyente:
-El concepto del mundo tal como nos lo proporciona la Ciencia hace que la vieja fe cristiana sea un simple disparate. ¿Puede Dios -si efectivamente existe
- interesarse por seres vivientes tan pequeños como nosotros, que andamos por un planeta tan insignificante? Esto es un invento de la gente que cree que la Tierra es un disco y que las estrellas se hallan a pocos kilómetros de ella.

-¿Quién creyó esto?
- Quiso saber el profesor.

-Todos esos personajes del cristianismo primitivo, de los cuales usted me habla a menudo
- Contestó el huésped
El profesor, tomando un libro, preguntó a su interlocutor:
-¿Conoce usted esta obra?

-Si
-dijo éste-, es de Ptolomeo, el astrónomo alejandrino del siglo II, en el cual se basó la astronomía de la Edad Media.

-Por favor, lea este pasaje -le pidió el profesor. Su invitado leyó:

"En comparación con la distancia a la cual se hallan las estrellas fijas, la tierra no tiene un tamaño digno de mención y debe ser considerada como un punto.
"
Hubo una pausa.
-¿Lo sabían en aquel tiempo? -preguntó el sorprendido huésped-, entonces, ¿por qué no lo mencionan las enciclopedias modernas?
Pese a la grandeza del universo y la insignificancia de la Tierra y de sus moradores, el Señor Jesús quiso venir a este mundo.

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