lunes, 14 de diciembre de 2009

LA CADENA DE ORO

El escritor y filósofo Johann Wolfgang von Goethe dijo: “La bondad es una cadena de oro por la cual se mantiene unida la sociedad”.
Pero yo no estaba pensando en la cadena de oro de bondad un día en el que un automóvil dilapidado, probablemente mantenido andando con goma y alambres, se estacionó frente a mi casa. Durante esos años, vivíamos en un pueblito justo frente a la iglesia que servía y los viajeros en necesidad constantemente hallaban el camino a nuestro hogar.
Me estaba cansando de ayudar a mucha gente que paraba casi a diario. A menudo me levantaba en medio del otro buen sueño nocturno para salir al frío y ayudar a alguien que estaba de paso.
En una ocasión nuestra propiedad fue saqueada; en otra conduje en medio de una tormenta para rescatar a dos personas; muchas veces sentía que me sentía tomado por sentado por motoristas o caminantes sin un centavo que ni siquiera me agradecían por la ayuda recibida y que se quejaban que no hiciera más por ellos.
No me había sentido parte de una “cadena de oro de bondad” por un rato y, aunque todavía ofrecía ayuda cuando podía, algunas veces, por dentro, deseaba que tan sólo se fueran.
Pero en este día, un joven con una barba de una semana saltó del dilapidado automóvil. No tenía dinero ni comida. Me preguntó si podía darle algún trabajo que hacer y le ofrecí gasolina y una comida. Le dije que si quería trabajar, estaríamos encantados si cortaba el césped, pero que aquello no era necesario.
Aunque sudoroso y hambriento, él trabajó duro. Debido al calor de la tarde, esperé que se rindiese antes de completar el trabajo. Pero él perseveró y, tras de mucho rato, se sentó cansado bajo la sombra.
Le agradecí por su trabajo y le di el dinero que necesitaba. Entonces le ofrecí un dinerito extra por un trabajo especialmente bien hecho, pero él rehusó. “No, gracias”, dijo en un castellano con fuerte acento extranjero. Insistí en que tomase el dinero pero se levantó y dijo de nuevo: “No, gracias. Yo quiero trabajar. Ud. quédese con el dinero”. Intenté de nuevo y por tercera vez protestó, meneando su cabeza mientras se alejaba.
Nunca más le volví a ver. Estoy seguro que nunca lo haré. E interesantemente, él probablemente piense que yo le ayudé ese día. Pero eso no fue lo que pasó. No le ayudé; él me ayudó.
Me ayudó a creer en la gente de nuevo. Me ayudó a nuevamente querer hacer algo por aquellos en necesidad. Cuánto desearía agradecerle el restaurar algo de mi fe en la bondad básica de los demás y por darme de vuelta un poquito del optimismo que había perdido en el camino.
Debido a él una vez más me sentí parte de la cadena de oro de bondad que nos une el uno al otro.
Tal vez haya alimentado su cuerpo aquel día. Pero él alimentó mi alma.
Steve Goodier, “Apoyo Vital”
Fuente: www.AsAManThinketh.net
Volvamos a creer en la gente, aún cuando muchos nos hayan herido. Recordemos no todos son malos, no todos buscan ventaja. No todos quieren herir. Miremos nuevamente con bondad a nuestro alrededor, porque podríamos ser un eslabón mas en la impresionante cadena de la bondad.
Génesis 21:23
Ahora, pues, júrame aquí por Dios, que no faltarás a mí, ni a mi hijo ni a mi nieto, sino que conforme a la bondad que yo hice contigo, harás tú conmigo, y con la tierra en donde has morado.
2 Samuel 9:1
Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?
Gálatas 5:22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe-.

LA GLORIA DE LA HUMILDAD

Lectura: Isaías 40:1-5.
"Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá" Isaías 40:5
Recuerdo una temporada navideña en la que estuve en Londres, escuchando El Mesías de Haendel, y había todo un coro cantando acerca del día cuando «se manifestará la gloria de Jehová». Había pasado esa mañana viendo los remanentes de la gloria de Inglaterra —las joyas de la corona, el carruaje dorado del Alcalde— y se me ocurrió que esas debían ser las imágenes de riqueza y poder que probablemente llenaron las mentes de los contemporáneos de Isaías cuando escucharon aquella promesa.
Sin embargo, el Mesías que apareció vestía un tipo diferente de gloria, la gloria de la humildad. El Dios que rugía, que podía ordenar a ejércitos e imperios como a peones si así lo deseaba, este Dios surgió en Belén como un bebé que no podía hablar, ni comer alimentos sólidos, ni siquiera controlar su vejiga, y que dependía de una adolescente para tener abrigo, alimento y amor.
Los gobernantes van dando zancadas por el mundo con guardaespaldas, fanfarria y joyas ostentosas. En contraste, la visita de Dios a la tierra tuvo lugar en un refugio para animales, sin la presencia de servidores y sin ningún lugar donde colocar al Rey recién nacido sino en un comedero. En efecto, puede que el evento que dividió la historia en dos partes haya tenido más animales que humanos de testigos.
En la mayoría de las religiones, el temor es la emoción fundamental cuando alguien se acerca a Dios. Con Jesús, Dios estableció una vía para relacionarse con nosotros en la que el miedo no formaba parte.
En Cristo, Dios veló Su deidad para servir y salvar a la humanidad.

domingo, 13 de diciembre de 2009

SUPERA ESO

La “voluntad” es lo que genera la energía y el valor para crear.
El “querer”, por sí mismo, no es suficiente. Estar “dispuesto” nos mueve más allá de nuestras limitaciones y hacia la grandeza.
Las aves vuelan, los peces nadan y los seres humanos crean. Esa es nuestra naturaleza. Al final del día, tanto los optimistas como los pesimistas están siempre en lo correcto. ¿Por qué esperar entonces cuando podemos crear?
Cuando damos por sentado nuestro éxito, no nos brindamos la oportunidad de aprender del proceso y aplicarlo en otras áreas de nuestra vida. El fracaso es simplemente un resultado que difiere del que esperábamos.
Podemos tener éxito ahora o más tarde; depende sólo de nosotros. El éxito está esperando, aquí y ahora. No le importa de dónde venimos, lo que hacemos o lo que hicimos anteriormente. Está disponible a todo aquel que lo quiere y está preparado para salir a tomarlo.
“No siempre podemos obtener lo que queremos” podrá ser una buena letra de una canción, pero es un lema terrible para la vida.
Entre más practiquemos el crear éxito en un área, más fácil será el crearlo en otras. Si estás intentando crear algo perfecto, tengo dos palabras de advertencia para ti: ¡Supera eso!
Para ser exitosos, lo que hacemos, debe importanos. Crear éxito es asunto de cumplir o manifestar el propósito para el cual nacimos.
Cuando nuestra mente está despierta, atenta y lista para ser usada, hallaremos que podemos crear cualquier cosa que estemos dispuestos a tener. Nuestra mente nos da el poder tanto para crear como para destruir.
Citado de “Elementos del Éxito” de Nisandeh Neta, copyright 2003; enviado por el autor
Fuente: www.motivateus.com
Recordemos que como hijos de Dios, necesitamos ser como él. Dios es creador y él espera que nosotros como sus hijos seamos creativos y dejemos de lamentarnos del ayer. Supera eso…Dios está a tu lado.
Y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra. Gen 14:19
Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan.
Isa 42:5

LA NOVELA POLICIACA ¿QUIEN LO HIZO?

Lectura: Génesis 1:1,20-17.
"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" Génesis 1:26
Todo el mundo conoce las novelas policíacas y la pregunta que siempre surge de ellas es: «¿Quién lo hizo?». La novela policíaca más importante de todos los tiempos es la que hace esta pregunta con respecto a la creación.
Algunas personas desearían que la Biblia dijera: «En el principio Dios no era necesario». Para ellas, es inaceptable decir, «en el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1). O «hagamos al hombre a Nuestra imagen» (v. 26).
En vez de ello, creen que, después de una explosión de energía y materia, de alguna manera se formó una atmósfera propicia para la vida. Luego, organismos unicelulares se desarrollaron hasta convertirse en las formas de vida extremadamente complejas que conocemos hoy.
No hay necesidad de Dios, dicen, porque todo sucedió naturalmente. En una tierra y en una atmósfera cuya creación no tiene autor, se unieron fuerzas con un plano diseñado por nadie para hacer de la tierra el ambiente perfecto para que se desarrollara la vida.
Lo que hacemos con «en el principio Dios» se encuentra en el meollo de todo esto. Debemos creer en Su Palabra —y en todo lo que Su Palabra afirma—, o creer que nuestras vidas sin sentido fueron el resultado de una reacción en cadena accidental y mecánica. ¡Qué contraste tan marcado con «hagamos al hombre a Nuestra imagen»!
En el principio. ¿Fue Dios? ¿O fue la casualidad? Nuestra respuesta a esta novela policíaca revela si verdaderamente adoramos o no al imponente Dios de la creación.
Sólo Dios puede crear el cosmos de la nada.

sábado, 12 de diciembre de 2009

UN SAMARITANO MODERNO

Una mujer llamada Ana Smith llegó al hogar de una familia muy pobre en donde el jefe de la familia estaba enfermo sufriendo agudos dolores. La mujer entró a visitar este hogar con el propósito de hablarles algo acerca de Cristo. Pero el hombre de muy mal talante dijo a la mujer: “No quiero que nadie ore aquí ni lea la Biblia, pues no creo en ninguna de estas cosas.”
Inmediatamente Ana Smith aseguró al hombre y a la esposa afligida que haría algo para ayudarlos, y se fue para conseguir provisiones y ropa para la familia.
Cuando la señora Smith regresó, el hombre que bruscamente le había prohibido que orara o leyera la Biblia le dijo: “Léame por favor la historia del Buen Samaritano.” La señora Smith lo hizo con gusto, y cuando terminó de leer dijo el enfermo: “He visto muchos sacerdotes y levitas, pero nunca antes había visto un buen samaritano.” La amargura del hombre y sus prejuicios desaparecieron por causa de una buena acción de una cristiana.—Arnold
Lerı́n, A. 500 ilustraciones
No intentemos hablar de Cristo sino estamos listos para hacer algo demostrando el amor de Dios. Muchos son los que predican y hablan pero pocos son los que viven un mensaje palpable. Conviértete hoy en un Samaritano y la gente responderá dando su corazón a Dios.
Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión, y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo: “Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré.” ¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo.
Luc 10:33-37

ABSOLUTAMENTE NADIE

Lectura: Éxodo 4:10-17.
"Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, ni tengo entendimiento de hombre" Proverbios 30:2
Él quería ser un don nadie. En 1992, un hombre de Seattle que postuló para el cargo de Sub-Gobernador del estado de Washington, se cambió legalmente el nombre a «Absolutamente Nadie». Al momento de entrar en la carrera, dijo que quería saludar a los votantes diciéndoles: «Hola, soy Absolutamente Nadie. Voten por mí». Más tarde admitió que el propósito de su campaña era abolir el cargo de Sub-Gobernador.
Este hombre hizo uso de un nombre como un ardid, pero la Biblia tiene mucho que decir a aquellos de nosotros que nos presentamos ante los demás diciendo que no somos nadie. El tipo correcto de humildad es saludable. Los compositores de Israel sabían lo importante que es ver nuestra insensatez lejos de Dios (Salmo 73:22; Proverbios 30:2). Jesús mismo nos mostró que sin Dios no logramos nada de valor perdurable (Juan 5:30;15:5).
Pero leemos una advertencia en la historia de Moisés. Hay un inconveniente en insistir en que somos «don nadie» si se trata de evitar hacer lo que Dios manda (Éxodo 4:1-17). Nuestros motivos nos convierten en alguien que se resiste a los propósitos amorosos de Dios.
Puede que nos tratemos a nosotros mismos y tratemos a los demás como personas sin valor. Pero recuerda, Dios no hace a don nadies. Al igual que Moisés, si nos rendimos a Dios, podemos hacer cualquier cosa que Dios quiere que hagamos —con Su fuerza.
Sin Cristo no podemos hacer nada. Con Él podemos hacer todo lo que Él quiere que hagamos.