viernes, 22 de enero de 2010

EL TOQUE DE QUEDA

Un joven había sido sentenciado a muerte por delito político en días de Cromwell. Su novia fue a pedir el indulto, recibiendo la fría respuesta de que el joven debía morir el día fijado al toque de queda. La joven subió sigilosamente en dicho día al campanario de la ciudad y cogió el badajo de la gran campana. El campanero, vicio y algo sordo, vino a la puesta del sol y haló de la cuerda, volteando el débil cuerpo de la muchacha en todas direcciones; pero ella resistió el dolor de repetidos golpes y torceduras sin soltarse.

En tanto, en el cuartel, se aguardaba en vano el sonido fatal. Cuando iba a investigarse el motivo de la tardanza, apareció la joven ensangrentada y se arrodilló a los pies de Cromwell. Este exclamó conmovido: "Id, amantes de la vida, el toque de queda no sonará esta noche".

¿Podía el joven rescatado a tal precio abandonar o ser infiel a aquel amante corazón? ¿Podemos serlo a Cristo?

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