Lectura: Filipenses 2:5-11.
"Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" Gálatas 6:14
Cuando el comunismo ateo era un poder que amenazaba al mundo, proclamaba que no hay Dios y que la fe en cualquier vida futura era una ilusión engañosa. Leonidas Brezhnev había sido el dictador soviético, la personificación de la incredulidad marxista, pero algo sucedió en su funeral que contradijo al ateísmo. George H.W. Bush, entonces vicepresidente de los Estados Unidos, fue el representante oficial de dicho país en esa ceremonia solemne y formal.
Él informó que, mientras el ataúd seguía abierto, la viuda de Brezhnev miraba inmóvil el cuerpo de su esposo. Luego, justo antes de que los soldados cerraran la tapa, se inclinó e hizo la señal de la cruz sobre el pecho del difunto. ¡Qué gesto tan desesperado y significativo! Evidentemente, la viuda esperaba que lo que su esposo había negado con tanta vehemencia pudiera de alguna manera ser cierto.
¡Gracias a Dios, podemos tener esperanza más allá de esta vida terrenal! Todo lo que necesitamos hacer es aceptar por fe el mensaje salvador de la cruz: Jesús murió por nuestros pecados y resucitó para que pudiéramos vivir eternamente con Él. ¿Crees esto? Entonces, únete al apóstol Pablo en su afirmación de que «esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen» (1 Timoteo 4:10).
La cruz del calvario es el único puente a la vida eterna.
"Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" Gálatas 6:14
Cuando el comunismo ateo era un poder que amenazaba al mundo, proclamaba que no hay Dios y que la fe en cualquier vida futura era una ilusión engañosa. Leonidas Brezhnev había sido el dictador soviético, la personificación de la incredulidad marxista, pero algo sucedió en su funeral que contradijo al ateísmo. George H.W. Bush, entonces vicepresidente de los Estados Unidos, fue el representante oficial de dicho país en esa ceremonia solemne y formal.
Él informó que, mientras el ataúd seguía abierto, la viuda de Brezhnev miraba inmóvil el cuerpo de su esposo. Luego, justo antes de que los soldados cerraran la tapa, se inclinó e hizo la señal de la cruz sobre el pecho del difunto. ¡Qué gesto tan desesperado y significativo! Evidentemente, la viuda esperaba que lo que su esposo había negado con tanta vehemencia pudiera de alguna manera ser cierto.
¡Gracias a Dios, podemos tener esperanza más allá de esta vida terrenal! Todo lo que necesitamos hacer es aceptar por fe el mensaje salvador de la cruz: Jesús murió por nuestros pecados y resucitó para que pudiéramos vivir eternamente con Él. ¿Crees esto? Entonces, únete al apóstol Pablo en su afirmación de que «esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen» (1 Timoteo 4:10).
La cruz del calvario es el único puente a la vida eterna.
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