Al sonido del disparo todos salieron, no exactamente como bólidos, pero con gran entusiasmo de participar en la carrera, llegar a la meta y ganar.
¿No nos pasa acaso en la medida que enfrentamos un negocio, un conflicto que resolver, un problema a solucionar que nos paramos frente a la línea?
Todos corrieron, menos uno, que tropezó en el asfalto, dio dos maromas y empezó a llorar. Los otros ocho oyeron al niño llorar, disminuyeron la velocidad y voltearon hacia atrás. Todos dieron la vuelta y regresaron…
¡Todos!
Eso sí no nos pasa… Corremos sin importar si caen a diestra y siniestra.
Una niña con síndrome de Down se agachó, le dio un beso en la herida y le dijo “Eso te lo va a curar”. Entonces, los nueve se agarraron de las manos y juntos caminaron hasta la meta.
Todos en el estadio se pusieron de pie, las porras y aplausos duraron varios minutos. La gente que estuvo presente aún cuenta la historia.
¿Por qué?, ¿acaso hemos olvidado que fuimos creados para tener significado y para ayudarnos unos a otros?.
Y algo aún más increíble es que dentro de nosotros sabemos una cosa: que lo importante en esta vida va más allá de ganar nosotros mismos.
Lo importante en esta vida es ayudar a ganar a otros, aún cuando esto signifique tener que disminuir la velocidad o cambiar el rumbo.
¿Qué esperas para darle una mano a tu pariente que ha sido tomado como el menos?
¿Qué esperas para hacer una llamada a casa y decirles a los tuyos que cuenten contigo?
Qué bueno que a tu compañero de trabajo le ofrezcas de tu tiempo para ayudarle en esa tarea que lo mantiene estresado.
Qué bueno que sin ir muy lejos mires en tu casa, en tu esposa y en tus hijos la oportunidad para darles un beso y decirles: Esto te puede curar y luego como los niños de Seatle, agarrarse de las manos y buscar la meta.
Solo no lo lograrás.
Enviado por Bernardo Porras
Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. Jesús
(Mateo 7:12).
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