En profundo contraste se encuentra el viejo adagio que dice que todos necesitamos un tiempo de quietud, en la mañana para centrarnos y renovar nuestra relación con nuestro Padre celestial. Quizá para ti sacar ese tiempo sea el desafío supremo del día, pero vale la pena el esfuerzo su peso en oro, como Bruce Fogarty lo dijera con tanto acierto:
La hora matutina
A solas con Dios, en quietud,
De los cuidados terrenales me siento libre;
Nuevas fuerzas pido para cada día
Mientras allí con Dios me detengo a orar.
A solas con Dios, mis pecados confieso,
Él me habla con misericordia, soy bendecido.
Sé lo que es el beso del perdón gratuito,
Hablo con Dios y Él conmigo.
A solas con Dios, mi visión se aclara
Veo mi culpa, los años perdidos
Ruego por gracias para caminar como Él quiere
Y vivir para Él de día en día.
A solas con Dios sin pecado que se interponga
Su bello rostro con gran claridad veo;
Mi culpa ya se ha ido; mi corazón descansa
Con Cristo, mi Señor, mi alma es bendecida.
Señor, guarda mi vida solo para ti;
Líbrame, Señor, del pecado y del egoísmo.
Y cuando ya no camine más por este mundo
La gente dirá: Él camino a solas con Dios.
Salmo 46:10
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
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