Lectura: Génesis 18:22-33.
"El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" Génesis 18:25
John Grisham es famoso por sus novelas judiciales: historias de acción sobre abogados y víctimas, autoridades y malhechores. Sin embargo, su libro The Innocent Man (El Inocente) no es una historia de ficción.
Es una historia de injusticia de la vida real. Cuenta acerca del brutal asesinato de una joven y de los dos hombres que, aunque eran inocentes, fueron condenados y sentenciados a muerte por el crimen. Sólo con la llegada de la prueba de ADN se demostró su inocencia y se salvaron de ser ejecutados después de 17 años de injusto sufrimiento. Finalmente, después de una larga espera, prevaleció la justicia.
Todos desean la justicia. Pero debemos reconocer que nuestra debilidad hace difícil que la administremos de forma perfecta. Podemos sentirnos inclinados a la venganza y, en nuestra búsqueda de ella, causar víctimas.
Es útil recordar que sólo en Dios se puede encontrar la justicia perfecta. Abraham lo describió con la pregunta retórica: «El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?» (Génesis 18:25). La respuesta necesaria es sí. Pero aún más, Su tribunal es el único lugar donde podemos tener la certeza que prevalecerá la justicia.
En un mundo lleno de injusticia, podemos tomar aquellas que se cometen contra nosotros, entregárselas al Juez de toda la tierra y confiar en que Él hará justicia en última instancia.
La vida no siempre es justa, pero Dios es siempre fiel.
"El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" Génesis 18:25
John Grisham es famoso por sus novelas judiciales: historias de acción sobre abogados y víctimas, autoridades y malhechores. Sin embargo, su libro The Innocent Man (El Inocente) no es una historia de ficción.
Es una historia de injusticia de la vida real. Cuenta acerca del brutal asesinato de una joven y de los dos hombres que, aunque eran inocentes, fueron condenados y sentenciados a muerte por el crimen. Sólo con la llegada de la prueba de ADN se demostró su inocencia y se salvaron de ser ejecutados después de 17 años de injusto sufrimiento. Finalmente, después de una larga espera, prevaleció la justicia.
Todos desean la justicia. Pero debemos reconocer que nuestra debilidad hace difícil que la administremos de forma perfecta. Podemos sentirnos inclinados a la venganza y, en nuestra búsqueda de ella, causar víctimas.
Es útil recordar que sólo en Dios se puede encontrar la justicia perfecta. Abraham lo describió con la pregunta retórica: «El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?» (Génesis 18:25). La respuesta necesaria es sí. Pero aún más, Su tribunal es el único lugar donde podemos tener la certeza que prevalecerá la justicia.
En un mundo lleno de injusticia, podemos tomar aquellas que se cometen contra nosotros, entregárselas al Juez de toda la tierra y confiar en que Él hará justicia en última instancia.
La vida no siempre es justa, pero Dios es siempre fiel.
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