Lectura: Mateo 19:16-26
"Para Dios todo es posible" Mateo 19:26
En el 2005, la nave espacial japonesa no tripulada Hayabusa visitó un asteroide «imposible». Las imágenes y los datos indican que el asteroide, llamado Itokawa, es dos veces más poroso que la arena suelta. Esto ha dejado atónitos a los científicos, quienes creen que los asteroides hacen impacto repetidamente con otras rocas espaciales y por lo tanto deben ser muy densos. Es posible que, a medida que los científicos hagan descubrimientos adicionales, éstos aprendan por qué Itokawa es diferente. Pero, por ahora, tenemos un asteroide que desafía el entendimiento científico.
Hace dos mil años, un joven rico le hizo a Jesús una pregunta «imposible»: «¿Qué bien haré para tener la vida eterna?» (Mateo 19:16). Después de un intercambio intrigante de palabras el hombre «se fue triste» (v. 22) cuando se dio cuenta que tendría que renunciar a su riqueza -aquello que valoraba más que una relación con Jesús.
Este hombre recto había guardado la letra de la ley, pero se había quedado corto. «¿Quién, pues, podrá ser salvo?» preguntaron los atónitos discípulos (v. 25). Jesús respondió: «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (v. 26).
Aquel que creó este universo de la nada tiene una historia logrando lo imposible. Cuando abandonamos lo que esta vida tiene para ofrecernos y Le seguimos a Él, entonces, una vez más, Él hace lo imposible: ¡nos da la vida eterna!
Nuestra capacidad limitada acentúa el poder ilimitado de Dios.
"Para Dios todo es posible" Mateo 19:26
En el 2005, la nave espacial japonesa no tripulada Hayabusa visitó un asteroide «imposible». Las imágenes y los datos indican que el asteroide, llamado Itokawa, es dos veces más poroso que la arena suelta. Esto ha dejado atónitos a los científicos, quienes creen que los asteroides hacen impacto repetidamente con otras rocas espaciales y por lo tanto deben ser muy densos. Es posible que, a medida que los científicos hagan descubrimientos adicionales, éstos aprendan por qué Itokawa es diferente. Pero, por ahora, tenemos un asteroide que desafía el entendimiento científico.
Hace dos mil años, un joven rico le hizo a Jesús una pregunta «imposible»: «¿Qué bien haré para tener la vida eterna?» (Mateo 19:16). Después de un intercambio intrigante de palabras el hombre «se fue triste» (v. 22) cuando se dio cuenta que tendría que renunciar a su riqueza -aquello que valoraba más que una relación con Jesús.
Este hombre recto había guardado la letra de la ley, pero se había quedado corto. «¿Quién, pues, podrá ser salvo?» preguntaron los atónitos discípulos (v. 25). Jesús respondió: «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (v. 26).
Aquel que creó este universo de la nada tiene una historia logrando lo imposible. Cuando abandonamos lo que esta vida tiene para ofrecernos y Le seguimos a Él, entonces, una vez más, Él hace lo imposible: ¡nos da la vida eterna!
Nuestra capacidad limitada acentúa el poder ilimitado de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario