“Vayamos, pues, con Jesús fuera del campamento, y suframos la misma deshonra que él sufrió” Hebreo 13:13
Hoy debo evitar la popular forma de cristianismo que es muy prominente en estos dias La vida triunfalista donde parece que Jesús es simplemente un instigador de pensamientos positivos e ideas que me traen el éxito personal y material. Esa clase de triunfalismo me enseña que yo debo poner todo mi énfasis en lo positivo y rechazar totalmente todo lo negativo. El problema es que esa clase de victoria es meramente la victoria de un hombre natural. Antes de yo hablar de victoria debo hablar de muerte. El primer lugar donde el hombre debe ir no es al trono sino a la cruz. Si yo quiero encontrarme con la totalidad de Jesús, tengo que encontrarme con él fuera del campamento y si yo quiero conocer su victoria. debo estar dispuesto a sufrir la deshonra como él la sufrió. “Vayamos , pues, con Jesús fuera del campamento, y suframos la misma deshonra que él sufrió”. Una vez que voy a la cruz y obtengo la experiencia de la crucifixión del hombre natural entonces estoy en la posición de levantar con Cristo a una novedad de vida y permitir que su vida venga lo positivo que mi ego natural jamás llegaría a ser. Jesús no murió en la cruz para hacerme un negociante exitoso o una personalidad relumbrante por el brillo del éxito, pero una persona normal dentro de las masas para reflejar su poder, su gloria y su personalidad. Yo no perderé mi identidad, al contrario la reafirma, porque la vida de Cristo quiere fluir hoy a través de mi personalidad viniendo a ser así un milagro único del reino de Dios. Yo soy hoy autenticado por Cristo. Jesús ya no solo es mi Salvador, más mi establecedor y definidor de mi verdadero yo porque en él vivimos y nos movemos. Ya no es mi pensamiento positivo el que me establece es la vida de Jesús traducida en un diario que hacer lo que me hace ser un milagro y hoy quiero ser ese milagro. “Señor, Gracias por tu presencia. No me has llamado a ser un triunfalista, sino un victorioso. Se que la verdadera victoria es la que se consigue luego de la batalla diaria. Ya conquistaste para mi la batalla , pero hoy debo permanecer firme en lo que ya me has dado. Si hoy tengo que salir del campamento contigo y sufrir la misma deshonra lo haré porque se que tu mano me sostiene. Hoy quiero que tu vida pueda fluir a través de mi para mostrar que realmente no vivo yo más vives tu en mi. De que sirve querer vivir mi propia vida si al final solo queda la frustración?. No, hoy quiero vivir para ti y que tú vivas en mí. Amen.
Hoy debo evitar la popular forma de cristianismo que es muy prominente en estos dias La vida triunfalista donde parece que Jesús es simplemente un instigador de pensamientos positivos e ideas que me traen el éxito personal y material. Esa clase de triunfalismo me enseña que yo debo poner todo mi énfasis en lo positivo y rechazar totalmente todo lo negativo. El problema es que esa clase de victoria es meramente la victoria de un hombre natural. Antes de yo hablar de victoria debo hablar de muerte. El primer lugar donde el hombre debe ir no es al trono sino a la cruz. Si yo quiero encontrarme con la totalidad de Jesús, tengo que encontrarme con él fuera del campamento y si yo quiero conocer su victoria. debo estar dispuesto a sufrir la deshonra como él la sufrió. “Vayamos , pues, con Jesús fuera del campamento, y suframos la misma deshonra que él sufrió”. Una vez que voy a la cruz y obtengo la experiencia de la crucifixión del hombre natural entonces estoy en la posición de levantar con Cristo a una novedad de vida y permitir que su vida venga lo positivo que mi ego natural jamás llegaría a ser. Jesús no murió en la cruz para hacerme un negociante exitoso o una personalidad relumbrante por el brillo del éxito, pero una persona normal dentro de las masas para reflejar su poder, su gloria y su personalidad. Yo no perderé mi identidad, al contrario la reafirma, porque la vida de Cristo quiere fluir hoy a través de mi personalidad viniendo a ser así un milagro único del reino de Dios. Yo soy hoy autenticado por Cristo. Jesús ya no solo es mi Salvador, más mi establecedor y definidor de mi verdadero yo porque en él vivimos y nos movemos. Ya no es mi pensamiento positivo el que me establece es la vida de Jesús traducida en un diario que hacer lo que me hace ser un milagro y hoy quiero ser ese milagro. “Señor, Gracias por tu presencia. No me has llamado a ser un triunfalista, sino un victorioso. Se que la verdadera victoria es la que se consigue luego de la batalla diaria. Ya conquistaste para mi la batalla , pero hoy debo permanecer firme en lo que ya me has dado. Si hoy tengo que salir del campamento contigo y sufrir la misma deshonra lo haré porque se que tu mano me sostiene. Hoy quiero que tu vida pueda fluir a través de mi para mostrar que realmente no vivo yo más vives tu en mi. De que sirve querer vivir mi propia vida si al final solo queda la frustración?. No, hoy quiero vivir para ti y que tú vivas en mí. Amen.
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