Te escribo para saludarte y porque ahora sí tengo que surtirme, pues la “canasta básica” con que me mandaste al mundo, se me ha ido agotando a lo largo de estos años. Por ejemplo, la paciencia se me acabó por completo, igual que la prudencia y la tolerancia.
Ya me quedan poquitas esperanzas y el frasquito de fe, esta también apurandose.
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