Un día, cuando mis dos hijos mayores eran aún unos tiernos parvulitos..
Estando junto a ellos en aquellos días tan fríos de invierno en mi querido país Chile; Comenzó un ruido ensordecedor! Era una tremenda granizada que irrumpió mientras, en nuestro comedor hacíamos expresiones de arte en cartulina y lápices de cera…
Los ojitos de ambos me miraron desorbitados y llenos de miedo…. Natalia, como buena mujercita preguntó: Mami, que es eso???…Pablo, mas pequeñito aún estaba al borde de las lágrimas…
Entonces los mire con los ojos grandes también y una enorme sonrisa en la cara para darles una sensación de alegría y para que se disipara el temor…les dije:
Mientras yo la animaba reforzándole lo hermosos que eran pese al ruido que apenas nos permitía hablar…
Ambas mirábamos hacia la calle, y de pronto Pablo en su media lengua-bebe, dijo:
Entonces yo también miré el cielo y dejé de ver los granizos…
Le dije, mira el suelo Pablito, ahí el miró y me dijo siiiiii son chispitas blancas!!! Y comenzó a aplaudir.
Vino a mi mente aquel pasaje de la Biblia que nos relata la muerte del primer mártir de la Iglesia: Esteban! (curiosamente es el segundo nombre de Pablo)
A veces somos apedreados por la vida… podemos fijar nuestros ojos en aquellas piedras o dificultades que vienen en nuestra contra o bien, podemos fijar los ojos en el cielo y dejar de ver las adversidades. De esta manera, veremos a Dios ayudándonos a superar el tiempo de aflicción.
Finalizo regalándoles este versículo:
Colosenses 3:2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
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