domingo, 18 de enero de 2009

A UN PASO DE LA ESCALERA

Los gritos despavoridos de hombres, mujeres y niños dieron la nota trágica aquel día de diciembre. En Brooklyn, Nueva York, un violento incendio había comenzado por los cortinados de las amplias habitaciones de un hotel.

El cuerpo de bomberos se había hecho presente y las operaciones de salvamento habían comenzado alrededor del edificio envuelto en llamas. Mientras las enormes mangueras lanzaban agua sobre el humeante hotel, se había colocado una escalera de salvamento para rescatar a los sobrevivientes del undécimo piso, donde era más intenso el siniestro.

De pronto la multitud que se había aglomerado comenzó a señalar una de las ventanas. Era la silueta de una mujer cuyo cuerpo estaba envuelto en llamas. El bombero más cercano había hecho acercar aún más la gigantesca escalera, y parecía que la señora se aproximaba a ella; pero antes de que se pudiera evitar, la desventurada mujer había saltado al vacío. La prensa internacional registró el nombre de la víctima. Se llamaba Rowena Matthews.

Sucedió que cuando a Rowena Matthews, envuelta en llamas en el undécimo piso del hotel, le ofrecieron la escalera de salvamento, ella en su desesperación no la vio, y se lanzó al vacío. Esa fue la trágica realidad para la pobre mujer en aquel hotel de Nueva York.

Lamentablemente el mundo está lleno de casos semejantes en que se sufre la pérdida de una vida. Pero hay una pérdida mayor que la que viene como resultado de no ver una escalera de salvamento. Es una pérdida mil veces más trágica, pues se trata de un salvamento mil veces más trascendental. Es la pérdida del pecador que puebla la tierra en que vivimos. El salvamento es la provisión divina, dada en el Calvario.

El pecado ha envuelto en llamas de condenación a cada persona que ha venido a este mundo. Dios, al ver esa deplorable condición, les ha ofrecido a todos una escalera de salvamento. Esa escalera es el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. Desgraciadamente, muchos han rechazado esa escalera salvadora porque el humo de la confusión les ha cegado el entendimiento.

No obstante, la invitación de Cristo es segura: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mateo 11:28). En esas palabras descansa nuestra salvación. Lo único que tenemos que hacer es acudir a Cristo y aceptar la salvación que Él nos ofrece. La cruz del Calvario, en la que dio su vida a fin de rescatarnos, es nuestra escalera salvadora.

Hermano Pablo.

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