miércoles, 26 de noviembre de 2008

RAMILLETES

Lectura: 2 Corintios 2:14-17
Porque para Dios somos grato olor de Cristo. —2 Corintios 2:15
Una mañana estaba mirando un ramo de flores en un jarrón sobre un viejo banco de carpintero frente a nuestra «ventana del mundo». Me di cuenta que el ramo estaba pasado; sus hojas se habían marchitado y las flores estaban cayéndose.
Esa misma mañana también leí al poeta George Herbert y por «accidente» me crucé con su poema titulado «Life» («La Vida»). En él, este autor habla acerca de un «ramillete» que había cogido para poder oler la fragancia. Pero, como él lo pone, «El tiempo dejó su huella en las flores, y para mediodía, con la mayor de las astucias, éstas se habían escabullido y se marchitaron en mi mano».
La pérdida de sus flores hicieron que al principio él viera «la suave amonestación del tiempo». Herbert escribió que «[hizo] que mi mente oliera el día de mi fatalidad; aunque endulzando la sospecha». Aun cuando las flores marchitas le recordaron su propia muerte, él encontró en la metáfora algo que endulzó la idea. El autor concluyó:
Adiós, queridas flores, vuestro tiempo con dulzura pasó,
Aptas para dar aroma y belleza mientras vuestra vida transcurrió,
Y para remedios una vez que ésta terminó.
Sigo sin desvíos, sin quejas o dolor
Ya que, si buena es mi fragancia, poco importa,
Si como la vuestra, esta es igual de corta.
¡Cuánta sabiduría en este poema! Aunque corto, nuestro tiempo puede pasar «con dulzura» —una dulce fragancia de Cristo para los demás (2 Co. 2:14-16). ¿No debe ser ésta nuestra oración cada día al levantarnos?
Una vida piadosa es una fragancia que atrae a los demás a Cristo.

No hay comentarios: