Lectura: 2 Corintios 5:12-21
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo. —2 Corintios 5:20
Como mi padre era un pastor, me pegaron la chapa con la que se le conoce a todo hijo de pastor: HP. Pero, para gran decepción de la congregación, el título no me impidió ser un pequeño travieso. Ya perdí la cuenta de las veces que escuché la frase: «Pepito, eres el hijo del pastor. Debes ser un ejemplo». ¡Pero yo no quería ser un ejemplo! ¡Sólo tenía 5 años y quería divertirme con mis amigos!
Admitámoslo: a menudo, ser un ejemplo trata acerca de ser diferente. Pero la mayoría de nosotros no queremos ser diferentes. Queremos gustarle a la gente, y la manera más segura de hacerlo es no desentonando. Pero seguir a Cristo nunca se ha tratado de no desentonar. Seguirle significa ser como Él, responder a la vida y relacionarse con las personas como Él lo hacía. Ser diferente es un poquito arriesgado e incómodo. Pero de eso trata ser un «embajador en nombre de Cristo» (2 Co. 5:20) —de llevar la maravillosa diferencia de tu Rey y ser una influencia en el territorio que se te ha asignado: tu hogar, tu oficina, tus amistades. Representar al Rey no es simplemente nuestro llamado; es un gran honor.
En retrospectiva, puedo ver cómo mis travesuras como HP hicieron quedar mal a mi papá. Es motivador recordar que nuestras actitudes y acciones contrarias a Jesús también hacen quedar mal a nuestro Rey.
¡Haz una diferencia atreviéndote a ser diferente!
Atrévete a ser diferente —por causa del Padre.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo. —2 Corintios 5:20
Como mi padre era un pastor, me pegaron la chapa con la que se le conoce a todo hijo de pastor: HP. Pero, para gran decepción de la congregación, el título no me impidió ser un pequeño travieso. Ya perdí la cuenta de las veces que escuché la frase: «Pepito, eres el hijo del pastor. Debes ser un ejemplo». ¡Pero yo no quería ser un ejemplo! ¡Sólo tenía 5 años y quería divertirme con mis amigos!
Admitámoslo: a menudo, ser un ejemplo trata acerca de ser diferente. Pero la mayoría de nosotros no queremos ser diferentes. Queremos gustarle a la gente, y la manera más segura de hacerlo es no desentonando. Pero seguir a Cristo nunca se ha tratado de no desentonar. Seguirle significa ser como Él, responder a la vida y relacionarse con las personas como Él lo hacía. Ser diferente es un poquito arriesgado e incómodo. Pero de eso trata ser un «embajador en nombre de Cristo» (2 Co. 5:20) —de llevar la maravillosa diferencia de tu Rey y ser una influencia en el territorio que se te ha asignado: tu hogar, tu oficina, tus amistades. Representar al Rey no es simplemente nuestro llamado; es un gran honor.
En retrospectiva, puedo ver cómo mis travesuras como HP hicieron quedar mal a mi papá. Es motivador recordar que nuestras actitudes y acciones contrarias a Jesús también hacen quedar mal a nuestro Rey.
¡Haz una diferencia atreviéndote a ser diferente!
Atrévete a ser diferente —por causa del Padre.
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