Lectura: Salmo 34:15-22
Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor. --Salmo 34:15.
Fue un día triste en mayo de 2003 cuando "El viejo de la montaña" se rompió y se deslizó por la ladera. Este perfil de 12 metros del rostro de un anciano, esculpido por la naturaleza en las montañas Blancas de New Hampshire, había sido una atracción para los turistas, una sólida presencia para los residentes, y el emblema oficial del estado. Nathaniel Hawthorne escribió sobre él en su corta historia The Great Stone Face [El gran rostro de piedra].
Algunos residentes del lugar se sintieron desolados cuando se cayó el anciano. Una mujer dijo: "Me crié pensando que alguien me estaba cuidando. Ahora me siento un poquito menos cuidada."
A veces, una presencia confiable desaparece. Algo o alguien en quien confiamos se va y nuestra vida se estremece. Tal vez sea la pérdida de un ser querido, o un trabajo, o la buena salud. La pérdida nos hace sentir desequilibrados, inestables. Hasta podríamos pensar que Dios ya no nos está cuidando.
Pero "los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor" (Salmo 34:15). Él "cercano está . . . a los quebrantados de corazón" (v.18). Él es la Roca de cuya presencia siempre podemos depender (Deuteronomio 32:4).
La presencia de Dios es real. Él nos vigila continuamente. Es sólida como una roca.
LA PREGUNTA NO ES ¿DÓNDE ESTÁ DIOS?, SINO ¿DÓNDE NO ESTÁ?
Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor. --Salmo 34:15.
Fue un día triste en mayo de 2003 cuando "El viejo de la montaña" se rompió y se deslizó por la ladera. Este perfil de 12 metros del rostro de un anciano, esculpido por la naturaleza en las montañas Blancas de New Hampshire, había sido una atracción para los turistas, una sólida presencia para los residentes, y el emblema oficial del estado. Nathaniel Hawthorne escribió sobre él en su corta historia The Great Stone Face [El gran rostro de piedra].
Algunos residentes del lugar se sintieron desolados cuando se cayó el anciano. Una mujer dijo: "Me crié pensando que alguien me estaba cuidando. Ahora me siento un poquito menos cuidada."
A veces, una presencia confiable desaparece. Algo o alguien en quien confiamos se va y nuestra vida se estremece. Tal vez sea la pérdida de un ser querido, o un trabajo, o la buena salud. La pérdida nos hace sentir desequilibrados, inestables. Hasta podríamos pensar que Dios ya no nos está cuidando.
Pero "los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor" (Salmo 34:15). Él "cercano está . . . a los quebrantados de corazón" (v.18). Él es la Roca de cuya presencia siempre podemos depender (Deuteronomio 32:4).
La presencia de Dios es real. Él nos vigila continuamente. Es sólida como una roca.
LA PREGUNTA NO ES ¿DÓNDE ESTÁ DIOS?, SINO ¿DÓNDE NO ESTÁ?
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